Por Felipe De la Parra Vial
Cuando el arquitecto e interventor del espacio público Gastón Vega Buccicardi transformó la esquina de Nataniel Cox 770, a pasos de la calle Copiapó, hizo un cambio civilizatorio. Intervino las cortinas de unos locales comerciales y la transformó en una obra de arte cinético.
Desde aquel entonces, nadie lo ha vandalizado, a pesar de que su entorno reconoce rayados en las viviendas del barrio. Hace casi quince meses atrás nadie se ha atrevido a rayar las cortinas de esa esquina.
¿Un milagro?
Vega Buccicardi creó una gráfica estática con una proyección de luz de colores para activarlos en las cortinas. Con esto logró una interacción de color gracias a la luz, generando una intervención cinética para la noche en este sector, rompiendo con la dinámica normal de que al cerrar los locales de tarde se pierde la vida urbana y el control que estas generaban.
Hasta ahora ha sido un triunfo de la belleza. Me imagino que Matilde Pérez, Iván Vial, Eduardo Martínez Bonatti y Carlos Ortúzar, grandes creadores del arte cinético chileno, reconocerían domicilio en el barrio Nataniel.
Esta obra, que para algunos podría ser catalogada de dimensiones menores, nos muestra que se puede construir -recuperar- el buen vivir, el espacio público con las artes plásticas.
Nos enseña que se pueden unir voluntades del mundo artístico con las de gestión de la Consultora City Up y de la Inmobiliaria Activa, del Edificio Zenteno, como fue en este caso, ambas del mundo privado.
El Espacio Público y el Estado Cultural
Chile ha tenido en las últimas décadas una preocupación institucional por este tema con la creación de un programa gubernamental de Arte Público, inspirado en los conceptos de ornamento, identidad y memoria. De hecho, en el Ministerio de Obras Públicas existe un Subdepartamento Obras y Artes de la Dirección de Arquitectura, con una Comisión “Nemesio Antúnez”, desde 1994, quienes tienen la misión de la mejoría de la calidad de vida de sus ciudadanos.
La historia relatada en un encuentro organizado por la Comisión “Nemesio Antúnez” con los protagonistas del hacer urbano, en el año 2013, en ese entonces, daba cuenta, que en sus casi veinte años de vida, se habían construido cerca de 190 obras de arte en edificios y espacios públicos, tales como establecimientos educacionales y de salud, y en obras de infraestructura como aeropuertos, autopistas y puentes, entre otros.
El arte se transformaba en un lugar de encuentro de todos los chilenos. “Ese espacio público -señalan las Conclusiones del encuentro de la Comisión “Nemesio Antúnez”- intervenido con la creación artística es el que nos brinda la opción de sentir que es realmente de todos.
De ese modo entonces, nos vamos apropiando de nuestro territorio, lo vamos queriendo más y esa sola emoción es ya el comienzo de un camino ciudadano diferente, más cálido, más cercano, más libre”.
Los artistas -especialmente, los pintores, escultores e interventores urbanos- tienen aquí “una puerta mágica”, como lo señalaban hace una década, para construir un Estado Cultural que requiere el concurso del Estado y del mundo privado.
Y este es el momento de retomar la historia y el encuentro.
Los “uno por ciento” en Cultura y en Obras Públicas
Por estos días de octubre se inicia la discusión del Presupuesto para el año 2023, donde Hacienda deberá sacar de su chistera soluciones para enfrentar la vaguada costera y las marejadas de la economía mundial. Lo malo sería recortar los compromisos, promesas, con el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de 1% del gasto social, señalado en el programa de gobierno del presidente Boric.
El argumento escuchado que la Cultura “puede esperar” es no entender el poder de las llaves de las artes y la creatividad en la sociedad, en la seguridad desatada, en crear espacios de encuentro para ampliar los bordes de los acuerdos y de mejorar la vida cuando arrecian las amenazas de recesión y de un bajo crecimiento en la economía.
El Ministerio de Obras Públicas debe tener en su presupuesto que revitalice -reviva, es la expresión más correcta- la obra de la Comisión “Nemesio Antúnez” de manera directa e incluya en su presupuesto para el 2023 un 1% para todas las obras públicas; junto con el sector privado, los constructores, que podrían aportar en igual porcentaje para iluminar el país con obras de nuestros artistas y arquitectos.
El ejemplo está en Nataniel Cox 770 en las cortinas de Vega Buccicardi. Se puede hacer.
El lado oscuro de la parábola está en el paso bajo nivel Santa Lucía hoy. Ahí existe un mural de mosaico, de arte cinético, de Vial, Martínez Bonatti y Ortúzar desde principios de los setenta. “Se trata posiblemente -según la arquitecta Pelagia Rodríguez- del mural de mosaico cerámico más grande de Chile, con una superficie de 2.695 m2, ubicado en pleno corazón de la ciudad a los pies de su cerro fundacional de Santa Lucía”, donde resaltan sus valores urbano, estético, valórico, patrimonial y constructivo, como señala la profesional.
Hoy no se ve. Está empapelado y vandalizado. Olvidado.
¿Será el retrato del abandono del Estado Cultural en la intemperie? ¿El olvido del 1%?
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…