Crónica literaria de Eddie Morales Piña.
No me cabe la menor duda de que el escritor Diego Muñoz Valenzuela es un nombre consolidado dentro del concierto de la literatura chilena de las últimas décadas, no sólo porque ha incursionado en las diversas formas narrativas como el cuento, la novela y el microrrelato, sino también porque ha transitado por una de las maneras en que lo narrativo puede desplegarse, esto es, el relato que se enmarca en los parámetros de la denominada literatura de ciencia ficción. En este sentido, el escritor se inserta en una tradición escrituraria chilena en torno a la relación que se establece entre lo que aquella frase encierra: la ciencia ficcionalizada. Aunque a estas alturas de la historia todo puede ser posible. Por tanto, Diego Muñoz Valenzuela cuando desarrolla sus historias noveladas dentro de este ámbito se entronca con un rico venero que tuvo entre sus principales cultores al escritor Hugo Correa, autor memorable entre los cuentos y novelas que escribió y que se engloban bajo la denominación de literatura de ciencia ficción.
Los sueños del cyborg que hemos leído recién corresponde a esta cápsula narrativa que tiene Diego Muñoz Valenzuela. En realidad, pareciera que se encantó con el personaje que hizo su aparición en una novela publicada en 1997: Flores para un cyborg. A este relato le siguieron otros dos: Las criaturas del cyborg (2011) y Ojos de Metal (2014). El cyborg vuelve a hacerse presente en esta otra novela mencionada que aúna casi los mismos ingredientes narrativos que las anteriores. Esto cabe hacer notar no es un demérito, sino que simplemente muestra un proyecto narrativo en la órbita de la ciencia ficción del escritor. En la contraportada se dice que estos relatos conforman una tetralogía. Esta palabra es interesante por las resonancias clásicas que tiene, con el agregado que al utilizar el verbo conformar pareciera ser que el autor cierra el ciclo del cyborg. Lo que puede ser saludable desde el punto de vista escriturario.
Lo interesante de esta saga -uso el concepto que también está en la contraportada- es que nuestro autor no sólo pone énfasis en una temática cuyo sendero es la ciencia ficción, sino que esta aparece entrelazada con rasgos de la novela policial dura y de la novela social -dicen también los editores- lo que es para mí una suerte de relato testimonial de los tiempos dictatoriales en Chile o en otros países. Como podrá apreciar el lector o lectora que ingrese en la trama de esta novela, Diego Muñoz Valenzuela dentro del proyecto narrativo va más allá de una mera tematización de la presencia del androide llamado Tom. En los diversos capítulos en que se desenvuelve el relato podemos percatarnos de lo que acabamos de decir: la novela tiene un propósito revelador de todo lo que acontece en esta sociedad donde las sombras de la dictadura siguen presentes y donde lo tecnológico ocupa un lugar insoslayable. El cyborg Tom es un personaje muy bien desarrollado desde el punto de vista escriturario. Podríamos decir que es un personaje evolutivo y no plano. Los otros actores o coprotagonistas no tienen un gran relieve, tal vez el personaje del científico Léón Laurent se ponga a la altura del cyborg. Rubén Arancibia, el creador de Tom, no tiene mayor participación en la acción, puesto que gran parte del relato está en situación amnésica. El inspector Edgardo Olivares es el típico personaje de la novela policiaca dura y está muy logrado. Podría ser protagonista de un relato propio.
El androide, cyborg, Tom, en esta novela alcanza un protagonismo esencial ya que él encabezará el sueño de rescatar a su creador de la amnesia total y salvarlo de la poderosa organización criminal Génesis que envía a sus esbirros -todos ellos criminales de gran monta, ex agentes de dictaduras, con excepción de dos expertos en tecnología- a Chile con el fin de asesinar y acabar con Arancibia, incluida su familia, lo que el cyborg no consentirá, pues Rubén es como su padre. Efectivamente, Rubén Arancibia, el científico crea a Tom y este se convierte casi en un ser humano. El tema de la inteligencia artificial aflora durante el relato, especialmente en una de las conversaciones que sostiene el androide con Laurent. Como no nos gusta contar el desarrollo de los acontecimientos, no diré cómo acaba todo en el Cajón del Maipo.
El relato de Diego Muñoz Valenzuela se lee con interés. No es necesario conocer las anteriores novelas de la tetralogía para sumergirse en los sueños del androide. Desde el punto de vista de la perspectiva narrativa, el autor va dosificando convenientemente las voces narrativas de un locutor omnisciente con las del propio cyborg y otras formas del relato, lo que le da una polifonía discursiva a la novela donde la tecnología no está ausente al interior de la trama.
(Diego Muñoz Valenzuela: Los sueños del cyborg. Santiago: Simplemente Editores, 2022. 250 pág.)
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…