por Iván Quezada

Camilo Ortiz

Alejandro Camilo Ortiz Fuentes (San Carlos, Región del Ñuble, Chile, 2 de febrero de 1966) es un escritor chileno de cuentos, novelas y crónicas, que firma sus libros como Camilo Ortiz solamente. Su estilo entrelaza el estudio psicológico de los personajes con la narración realista de la época actual de Chile, incluyendo una fuerte crítica a la llamada «Transición a la de Democracia», que se extiende desde 1990 (con la partida del dictador Augusto Pinochet de la Moneda, el palacio de gobierno) hasta el presente. Asimismo, en sus ficciones y crónicas autobiográficas se observa una ácida visión de las costumbres nacionales, en particular de la provincia de Chillán, ciudad en que reside y en donde se ambientan la mayoría de sus escritos.

Así se comprueba desde su primer libro, La casa sola (2013, Mago Editores). Se trata de una obra miscelánea, en que reunió cuentos, aforismos, poemas y fotografías. La piedra angular de la obra es la crónica homónima «La casa sola», donde relata un viaje, ya como hombre maduro, a la casa de su infancia en San Carlos, convertida en residencial. Durante una noche hace un ajuste de cuentas en solitario con la memoria de su padre, quien en vida fue un notable del pueblo, como abogado, juez y notario. Su perplejidad ante su historia familiar y particularmente con su infancia de «niño rico», pero solitario (es hijo único), es uno de los motivos centrales de su narrativa y se encuentra desarrollado ampliamente en sus siguientes libros.

El 2014 lleva a la imprenta sus cuentos de La puta y el poeta (Editorial El Español de Shakespeare), libro en que unió relatos realistas con narraciones fantásticas. Destaca en sus páginas el cuento El gato partido, incluido el 2022 en la Antología del Cuento Chileno Reciente de la Corporación Letras de Chile, en donde una vez más construyó un protagonista infantil enfrentado a la brutalidad de los adultos, esta vez en una familia de comerciantes en un pueblo perdido de la zona central del país. El conformismo, el trato despectivo entre parientes, la inocencia mancillada por la falta de consideración de los padres y la abuela, constituyen una historia de sutil trasfondo y emocionantes episodios.

Dos años después, junio de 2016, vino la primera edición de El hijo del notario (Editorial El Español de Shakespeare). Se trata de un volumen ilustrado por el dibujante chileno Leo Río, que contiene diecisiete crónicas autobiográficas ordenadas elípticamente, sin seguir una estricta línea cronológica. El libro fue bien criticado en el diario El Mercurio por el académico chileno José Promis, en enero de 2017 (como en 2014 ocurrió también, en el mismo periódico, con la obra La casa sola, por Mario Valdovinos). Para muchos lectores, fue uno de los mejores libros autobiográficos del año. Con una comicidad corrosiva, picante, cuenta situaciones absurdas de su juventud de estudiante de Periodismo en Santiago, con sus salidas de madre alcohólicas, yendo de un romance inverosímil a otro. Las descripciones de marginalidad ilustran fidedignamente el desencanto de la sociedad chilena de las décadas del Noventa, Dos Mil y Dos Mil Diez. Pero lo más destacable es el humorismo, característica poco habitual entre los escritores de su generación.

Después sería el turno de su primera novela. En octubre de 2018, nuevamente con el editor de El Español de Shakespeare, publica Vergüenza, novela de 168 páginas. Paralelamente, salió la segunda edición (corregida) de El hijo del notario, ya que la primera se agotó en poco tiempo. Vergüenza narra la historia de Alisandro y Leonora Macra, dos adolescentes de Santiago, uno de clase acomodada y la otra de raíces populares y un credo anarquista que poco a poco, a lo largo de las vicisitudes, va cautivando al joven, y de esa manera, a través de la rebeldía, descubre su personalidad e identidad. El argumento, aunque se desarrolla en clave realista, posee giros propios del cuento fantástico, incluyendo un narrador en segunda persona que «recuerda» los hechos desde el Mar del Norte, en los países nórdicos de Europa. La novela fue una prueba de fuego del autor, ya que se había preparado durante años para acometer una historia de largo aliento.

Con la idea de seguir haciendo un libro distinto por vez, acometiendo nuevos desafíos formales y de contenido, Camilo Ortiz incursiona en el género de los «cuentos enmarcado» (a la manera de Las mil y una noches) con su siguiente libro El secuestro (octubre de 2020, Editorial El Español de Shakespeare). Allí modifica a su alter ego de anteriores relatos, introduciendo anécdotas e historietas que no corresponden a su vida real, y así renovó su punto de vista y la psicología del protagonista, pero mantuvo el humor y la ironía. Se trata de Joel Martínez, un escritor y músico de Chillán, que justo cuando obtiene una beca para irse a escribir a Europa, es raptado por un misterioso trío de personajes. Como ya había hecho en otras ocasiones, el autor introdujo eventos de la actualidad política de Chile, en esta ocasión, el Estallido Social de 2019.

Una vida a salto de mata

Camilo Ortiz tuvo una infancia solitaria, circunstancia determinante en su producción literaria. En San Carlos, pueblo agrícola en la zona centro sur de Chile, pasó sus primeros años de vida en un gran patio colmado de árboles, junto a una bodega repleta de antiguos cachivaches. La casa familiar ocupaba un terreno de grandes proporciones en el centro de la ciudadela. Por alguna extraña razón, no le gustaban los juguetes a cuerda y se acostumbró a destruir su mecanismo interno para cambiar sus movimientos y «destrezas» (sic). «Paradójicamente, me encantaba darles libertad y así ser su dictador», afirma. Con aquel cúmulo de objetos inútiles de la bodega, creó en el patio «ciudades» o «bases militares» en sus juegos, y más tarde se construyó una casa en un árbol.

Quizás esta soledad forzosa del hijo único influyó en sus problemas al entrar al colegio, pues le costó convivir con sus educadores y otros niños de su edad. Realizó parte de sus estudios básicos en el Colegio Santa María de San Carlos (hasta quinto de primaria). Luego se trasladó a Chillán, donde se matriculó en el también católico Colegio Padre Hurtado, establecimiento en que completó sus cursos básicos y medios.

Fue elegido mejor compañero y mejor alumno en varias ocasiones, venciendo así su timidez original. Su padre falleció el 28 de marzo de 1978 y entonces su madre decidió mudarse a Chillán con su hijo. Al terminar la Educación Media no sabe qué estudiar y prueba en carreras humanistas. Estudia algunos años Derecho y Filosofía en la Universidad de Concepción, para en 1989 matricularse en Periodismo en la Universidad de Chile, en Santiago. Termina esta última carrera en 1995.

En 1990, su madre se muda a Santiago para vivir con él y siguieron juntos hasta 1996. Después, nuestro autor trabaja en diversos medios de comunicación capitalinos, hasta que el 2001 regresa a Chillán. Antes, en octubre del 2006, fue diagnosticado con una «depresión endógena» que arrastraba, según su médico, desde la adolescencia.

En Chillán siguió vinculado al Periodismo, pero ejerciéndolo de modo independiente. Su acercamiento a la Literatura había comenzado a los quince años. Durante sus estudios de Periodismo en Santiago, su oficio de escritor se cristalizó en 1991 al ingresar al Taller de Narrativa de la escritora Luisa Eguiluz. Al término de esa experiencia, se edita un libro del taller titulado Cuentos de cinco estaciones, donde cada integrante publicó tres narraciones.

Trabajó en diversos medios de la capital: diarios La Nación, La Época, La Tercera y El Mercurio, además de la Revista Rock & Pop. Más tarde, ya en Chillán, se desempeñó como secretario literario del poeta Gonzalo Rojas, en el año en que éste recibió el Premio Miguel de Cervantes.

En Chillán también ha dirigido programas de radio en el género rock. Asimismo, realiza a menudo talleres literarios, uno de ellos fue en el pueblo de San Nicolás y, recientemente, bajo la modalidad online, ejecutó otro para la Corporación Cultural Gonzalo Rojas.

En septiembre de 2020 obtuvo el segundo lugar, mención Literatura, en el concurso Contra la Corriente, con el relato Contra la oscuridad. El certamen fue organizado por la plataforma de tecnología 33 Sur, y entre el jurado se encontraba el cantautor Mauricio Redolés, la escritora Gabriela Aguilera y la gestora cultural Gisela Sanhueza.

En la actualidad, Camilo Ortiz vive en su casa de Chillán, en compañía de sus dos gatos y dedicado a escribir nuevos libros. El 2022 pretende publicar una novela, cuyo argumento giraría sobre un segundo Estallido Social en Chile en un futuro cercano.