Por Claudia Rodríguez M. Doctora en Literatura
Como narrador, el autor cuenta con una decena de libros publicados, tanto de cuentos como novelas. Muchos de esos libros son editados gracias a financiamiento adjudicado en concursos y becas. En el año 2001 obtiene la Beca de Creación del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, para escribir el libro de cuentos “Neltume el Vuelo Quebrado”, el año 2012 es favorecido por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura –proyecto Fomento a la Creación- para escribir “La Montaña Rebelde” (Cuentos) y el año 2016 para escribir la novela “Lo demás fueron los árboles y el viento”, libros que dan cuenta de un potente móvil de su proyecto literario, como es narrar desde la perspectiva de la insurgencia, de los combatientes y guerrilleros de Neltume, de la resistencia armada frente a la brutal dictadura.
En su calidad de escritor, ha sido invitado al extranjero en varias oportunidades. En los años 2012 y 2015 –por invitación del Ministerio de Cultura de República Dominicana- participó en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo y el año 2014 fue invitado a la Feria Internacional del Libro de Guatemala (Filgua). Además, en su condición de escritor ha visitado Argentina y Venezuela. Su obra ha sido objeto de comentarios críticos en medios escritos y virtuales de Chile y el extranjero.
Rubén González tiene una prolífica obra, que comienza el año 1994 con su primer libro El Ultimo Crepúsculo” (cuentos). Hasta la fecha ha publicado 5 libros de cuentos, 3 novelas, una antología y 2 libros de investigación cultural; además su obra ha sido divulgada e incorporada en antologías y revistas. Recientemente, obtuvo una mención honrosa en el VII concurso de cuentos Juan Bosch, con el cuento “Pesquisa de contagios.”
“Actos Furtivos” (Eutopía Ediciones, Santiago 2021), es un libro de cuentos cuya estructura contempla 2 partes, la primera titulada Desfiguraciones contiene 5 relatos de tono grave, trágico y crudo; la segunda, Divertimento, incluye 2 cuentos de carácter tragicómico, con un dejo sardónico. Los temas por los que transita el autor son el mundo onírico y la muerte, los ecos de la dictadura, la pandemia, las complejas relaciones humanas y, en mayor presencia, el erotismo (ámbito novedoso para la narrativa de González); con todo y su aparente desconexión, encontramos, sin embargo, en los 7 relatos un hilo conductor, cobijado desde el paraguas del título, actos furtivos. Pareciera ese, precisamente, ser su conector; acciones fugaces, fortuitas, escondidas, amparadas en el anonimato de la ciudad o tras las puertas de una vieja casona; capaces, sin embargo, de alterar los rumbos de los personajes que no tienen nombres pudiendo tener todos los nombres o cualquier nombre, ya que son personas sacadas de la vida cotidiana, algunas atrapadas por sus vidas rutinarias, otras sorprendidas por la revelación de un secreto. Estos actos furtivos no son individuales, sino realizados con la complicidad de un otro involucrado emocionalmente. ¿En dónde radica lo furtivo? En los encuentros ocasionales de dos amantes en el ascensor, en las habitaciones de una casona entre un estudiante universitario y una mujer madura y atractiva que es la dueña de la pensión; en el acto y gesto de develamiento, al pasarle un compañero a la protagonista, una estudiante universitaria, una carpeta con información de su padre torturador; en actos amorosos y encuentros sexuales furtivos entre la esposa de un periodista especialista en crónica roja y su amante. Hablar de los actos furtivos es referirse también a las consecuencias de esos actos, como un efecto mariposa, un leve y fugaz momento de la vida, así furtivo, desencadena giros dramáticos e irreversibles en las vidas de los personajes y en su entorno.
¿Qué tienen en común?, desde el punto de vista narratológico, están contados in media res, por un narrador omnisciente que a veces alterna la posición, la voz y la perspectiva de los personajes, particularmente en los relatos en que el erotismo y el deseo son protagonistas (como en El elevador y Crónica roja). Los personajes mutan, se reinventan, se desgastan, se degradan, desaparecen, mueren; y ello porque aparece de manera nítida el paso del tiempo. Relatar in media res posibilita jugar con los tiempos, ir hacia atrás y luego continuar la historia, lo que proyecta el suspenso hacia atrás y hacia adelante. En este sentido los siete cuentos comienzan, con un acierto estilístico, con este recurso literario.
Quisiera mostrar, para que quieran experimentar su lectura, cómo empiezan algunos de estos relatos:
El elevador: “Rara vez llegaban cartas enviadas por alguien de carne y hueso. Hacía meses que en el antejardín aparecían boletas de cuentas de agua, electricidad y alguna cartola bancaria, cada una de ellas con remitente sin rostro”.
El estudiante: “¿Qué será de la casona? Después de tantos años transitaba por las calles que le habían sido habituales”.
Crónica Roja: “Un asesinato, un accidente o un asalto lo apasionaban frente al teclado, pero esta vez fingía revisar los mensajes en la pantalla”.
Asoma ya en estos ejemplos, este aspecto recurrente en el libro, el juego de oposiciones entre antes y después; entre pasado y presente, ese presente de una modernidad descarnada. El primer cuento relata los encuentros sexuales furtivos y prohibidos, de él y ella, dos oficinistas en los ascensores de distintos edificios de la ciudad; el elevador se transforma, así, en «una habitación privada, casi secreta y sugerente”.
Veamos los comienzos de otros cuentos:
Encerrona: “Lo despertó el estruendo.
Saltó a un costado luchando con el sueño, sin comprender totalmente lo que ocurría”.
Identidad: “Se convertiría en leprosa para la familia.
Su decisión le significaría perder todo vínculo con sus hermanos….”
En la segunda parte, Divertimento, uno de los cuentos, “Distancia sanitaria: la batalla final”, contiene un satírico relato sobre el distanciamiento social en época de pandemia, protagonizada por un sujeto que ve como enemigos a todos quienes se acercan a él en las colas del supermercado sin respetar la distancia, para lo que maquina un hilarante plan de venganza. Comienza: “Decidió tomar el toro por la cola.
¿No entienden por las buenas?
-Ahora verán con quién se meten estos personajillos- se dijo, mientras regresaba de una nueva compra”.
Con la rápida y atrayente lectura de estos relatos, el lector no queda indiferente. González sabe crear una atmósfera intimista, cómplice, mostrando, como si fuese esa cámara de cine y documental que tanto conoce, los ángulos y perspectivas de un mismo evento, ahora con mil caras, y con el inevitable paso del tiempo que, acelerado por estos actos furtivos, muestra la transformación y el deterioro de los personajes y de los espacios (como sus jardines y sus casas).
Una reflexión que me cruzó durante toda su lectura, era si efectivamente estábamos frente a un libro que se apartaba de su temática recurrente, la clandestinidad de la guerrilla, tan presente en sus otros libros. Pero, creo que se trata de dos caras de un mismo acto, lo oculto, lo prohibido, lo secreto, relatado en dos espacios y contextos diferentes.
La clandestinidad de la guerrilla es posibilitada y cobijada por la montaña (Neltume); / lo furtivo, en el hábitat de la ciudad.
Acaso no es una invisible isotopía, una recurrencia tozuda del autor por exponer juegos de oposiciones, pero, paradojalmente, mostrar las dos caras, lo plural, los sujetos que están en ambos lados del espejo, dándoles la palabra a esas distintas voces, para ponerse en la otra piel o mirar desde y con otros ojos, agazapados y escondidos.-
Justito hoy leí un artículo acerca de lo poco que reconocemos y divulgamos a nuestras y nuestro autores. Este "valdiviano"…