por Eduardo Contreras Villablanca / Letras de Chile.

Esta recopilación de cuentos de Diego Muñoz Valenzuela, lleva por portada la imagen icónica de las protestas en Plaza Dignidad, en el contexto de la rebelión de octubre del año 2019, lo que puede generar la impresión de que se trata de cuentos relativos a esos meses de protestas y movilizaciones que recién vinieron a amainar con la pandemia. Sin embargo, se trata de una selección que abarca distintos periodos previos de la historia de nuestro país, principalmente desde la dictadura hasta los años de esa demasiado larga transición, que recién comienza a dar paso a una democracia más profunda. Pero la portada es coherente con lo que nos muestra este libro: esa gran variedad de elementos y factores que nos llevaron al estallido social, que aparecen a veces como contexto, y a veces como tema, en las diez historias de esta obra.

El libro parte con Foto de portada, casi una nouvelle, que da título a la selección. Diego Muñoz en esta historia retrata no solo la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile, sino toda una época, la de los duros años entre 1982, cuando se inician las protestas contra la dictadura, hasta fines de 1989. Se nos muestra el compromiso, el sacrificio, y la valentía de los estudiantes de esos años, así como sus temores e incertezas, cuando luchaban por metas que recién comenzaron a llegar, de a poco, en la segunda década de este siglo, o que siguen aún pendientes.

En el cuento Apuntes para una historia siniestra, vemos a uno de los adoradores del Dios-mercado, siendo empujado a la creación de un desquiciado negocio, bajo el lema de que si hay demanda debe haber oferta y posibilidad de lucrar, aun si el producto es aceite humano, como en este caso. Se trata de un cuento con buenos toques de humor negro, que van deviniendo en sátira de la ideología experimentada por los Chicago Boys en nuestro país.

Diego Muñoz nos muestra como el exitismo de los jaguares de América choca con la individualidad y las opciones de las personas. Es la historia detrás de la historia que me queda con Déjalo ser (cuento que incluye un merecido homenaje a los Beatles), en el que Ramsay, el consultor estrella de la empresa, se harta de fingir ser quien no es, y termina por liberarse, dejando a su amigo Rubén y al resto de sus obnubilados colegas, que disputen en la carrera por los honores que antes él recibía.

En la mayoría de los textos nos encontramos con fotografías de las desilusiones acumuladas durante esos años. Por ejemplo, cito a Leonardo, en el cuento Ojos un poco perdidos, que reflexiona respecto al grupo de amigos que años atrás habían luchado contra la dictadura: “¿Qué queda de esa época, además de los recuerdos? Poco más que nada, una que otra remembranza, o más bien el espectro de los ideales derrumbados…”.

Me conmovió la angustia de Cárdenas, el protagonista de ese tremendo cuento que es Mirando los pollitos. El hombre queda cesante en medio de la crisis de los años 80 en Chile, y ni siquiera le ha contado del despido a su esposa e hijos. Esa zozobra ¿no termina hermanada con la angustia por las miserables pensiones de las AFPs que llevó a cientos de miles a las calles en los días del estallido? Cuatro décadas después de la historia que narra Diego Muñoz, Cárdenas bien podría haber sido una de esas personas que mal viven con su jubilación.

En Yesterday (nuevo homenaje a los Beatles, y sospecho que también a Poli Délano), la historia del amor entre Emilio e Isabel, parte en la época de la militancia en clandestinidad, y se extiende hasta las décadas posteriores. La agresividad del tráfico automovilístico de las grandes urbes de nuestro país, aflora en Vientos de cambio, unas corrientes de aire con tintes de ajuste de cuentas con el pasado dictatorial: el protagonista toma la justicia por la propia mano y termina recibiendo una ovación del público.

En Adagio para un reencuentro, se produce una emotiva reunión entre el narrador (en primera persona) y su padre ya fallecido, en San Francisco. Un cuento notable, mágico, que describe la oportunidad que todos y todas quisiéramos tener con los seres queridos que hemos perdido.

Uno de los cuentos, me evocó la sensación de comunidad que se vivía en las protestas del 2019, reflejada en uno delos carteles que se desplegaba en esas fechas, que decía; “nos encontramos, ahora no nos soltemos”. Se trata de El día en que el reloj se detuvo, una fantasía en la que los equipos mecánicos y dispositivos electrónicos se paralizan, con lo que las personas logran salir del vértigo de las metas y prisas diarias, y por primera vez conocen a sus vecinos y hacen planes junto a ellos.

El libro finaliza con Después de treinta años. El título indica el plazo desde que un grupo de amigos se dejaron de ver con Lucho Bell, en enero de 1974, cuando eran jóvenes estudiantes, hasta que lo reencuentran. Bell se había radicado en Europa poco después de esa fecha, específicamente en España. Hacia el final del cuento, se devela un secreto conmovedor de este personaje, que lo retrata como uno de tantos héroes anónimos de esos años oscuros.

El pesado legado de la tiranía, que por fin comienza a diluirse, flota en estas muy bien trabajadas historias de Diego Muñoz Valenzuela, uno de los más destacados escritores chilenos contemporáneos. Como se indica en el prólogo, en el contexto del estallido social se constata que la vieja contingencia, lamentablemente no dista tanto de la nueva. La buena noticia es que la nueva, aparentemente ha comenzado a avanzar por buen camino, ya era hora. Y mientras avanzamos por esa senda, que sigan llegando buenos cuentos como los que se reúnen en esta selección.