por Omar López

La tarde del sábado 04 de septiembre, es decir, hace tres días, fue un contundente anticipo de la primavera: luego de meses, muchos meses de no tener un contacto directo, presencial y fraterno, nos reunimos nueve personas que, en algunos casos, era el primer encuentro o presentación formal y en la mayoría, integrantes activos de nuestro taller de poesía “Botella al Mar”.

Fue una tarde exquisita de conversación y lectura de poemas. También de música interpretada por un joven y multifacético poeta, Javier Reyes. Nuestras amigas, encantadoras y amables; Aminta Ximena, que parece grabar en su mirada los colores que luego transportará a sus bellas acuarelas; Edith con el poder mágico de su dulzura y valentía junto a su esposo Arturo,(acogedor nuevo amigo, con una fresca cordialidad y respeto por nuestras voces); Melania, desde la cálida sabiduría de sus gestos, aparece con un ramo de flores (calas) como aporte preciso a un cuidado jardín trabajado con el esfuerzo y el amor de la dueña de casa; Keka. La misma Keka, que luego nos deleitó(en melodía de voz de cristal) con la recitación de memoria del poema de Pablo Neruda, “Farewell” y un fragmento de “La vida es sueño” de Calderón De La Barca además, “Mi corazón es patio” del poeta español Marcos Ana. Finalmente, la presencia “en cámara lenta” de Patricio y José Luis; buenos amigos, aplicados nuevos vates, sencillos y tranquilos para repartir sus gestos de solidaridad y cariño con el entorno. Digamos, el entorno humano, el instante preciso y precioso de entender nuestros lenguajes a partir de la combinación de experiencias y expectativas literarias. Sin querer, de pronto se crean o recrean micro mundos distintos al paisaje urbano de inmediatez y rendimientos varios. De repente, la escenografía de un fin de semana, es reemplazada por un espacio de amena conversación y muestras de ternura nunca programada.

El solo hecho de escribir poemas, más allá de otras virtudes o vocación y la decisión de ser y participar en un grupo o en un colectivo, dedicando tiempo, recursos y atención preferencial, constituye un acto de rebelión al modelo de vida impuesto. Es tal vez, otra forma de ejercer la resistencia porque escribir versos, componer una melodía, dibujar o pintar cuadros o simplemente, cantar, es sentir libre; es estar libre y vivo para contarlo y por qué no, para educar al ciego de pensamientos o ciego de esperanza, o al abandonado de futuro. Me gusta la gente que se mueve para ensanchar la existencia en su ámbito natural y en contra de sus códigos perversos de tan antigua data, como la invención de la rueda. Me agrada aprender de ellos y defender sus causas porque son también las mías y tan, tan lejanas del dudoso concepto de “alta rentabilidad” o del retorcido individualismo.

En un momento, recordé íntimamente el 04 de septiembre de 1970, cuando desde mis diecinueve años, gritaba a todo pulmón en una Alameda repleta de triunfo,…”el pueblo unido/ jamás será vencido” y contemplaba la cara de esa multitud con una expresión de felicidad y emociones interminables que dejaron en esa noche, una huella profunda de compromiso y certezas con el proceso que encabezaba el doctor Salvador Allende.

Mientras escuchaba a nuestro cantautor, surgían en mi interior algo así como la confianza en nuestro común afán de unidad y persistencia en el oficio de poeta porque frente a nosotros , ya envejecidos hombres y mujeres, la juventud y las nuevas generaciones tienen mucho que aportar y fortalecer la estatura del auténtico humanismo: la juventud enfrenta peligros aún más letales e invisibles que los de ayer pero es una generación que tiene por su parte, la inteligencia, la creatividad y la valentía de ser ágiles en las respuestas y decididos en la lucha y no los vencerán ni las drogas ni el sistema. También, saben amar de manera transparente, sin rollos ni convencionalismos oxidados.

Un taller de poesía puede ser también, un taller de vida, un taller de compañía, un taller de confidencias o un taller de valentías: porque nos consta, que en algunos casos tenemos problemas difíciles de salud que aunque se encuentran en tratamiento, se enfrentan con absoluta discreción, dignidad fuerza. Es admirable la actitud de todos y cada uno de ellos: un ejemplo de serenidad y escuela humana. Y están con nosotros, compartiendo, bromeando y asumiendo en el desafío de las letras, un diálogo de auto exigencia para certificar su capacidad de asombro y el vuelo de su pensamiento.

Un orgullo potente ser integrante de esta “botella al mar” y además ir contemplando cómo van trabajando sus textos, expresando sus ideas o aceptando con humidad las críticas. Tienen savia de árbol nuevo, tienen fibra para tejer bueno abrigos en letras y seguramente cada uno publicará su primer libro. Ya lo hizo Patricio Rebolledo, hace poco y con el abrazo de su generosidad nos regalo a cada uno, un ejemplar de su obra. Una bellísima portada acorde a la estatura de sus poemas.

Gracias queridas y queridos compañeros poetas, por conocerlos parados en esta orilla, la de la vida.

Omar López
Puente Alto, miércoles 08 de septiembre 2021.