El Colorín de Paine, La Venganza Patronal

“Los patrones no aceptan insolencias”

MIGUEL VERA SUPERBI / ANTONIO VERA ORELLANA

La invitación a este nuevo libro de Martín Faunes Amigo y Patricia González Sáez, empezaba diciendo “En una madrugada de 1973, dueños de camiones, latifundistas, carabineros y militantes de Patria y Libertad, retiraron de la comisaría de Paine a más de 20 campesinos y los llevaron frente a un canal de regadío para fusilarlos, y lo hicieron, sus cuerpos fueron arrastrados por las aguas. No obstante Alejandro Bustos, el colorín, herido de un balazo, venció a la corriente y sobrevivió para contarnos la historia que aparece en este libro de Editorial Santa Inés”.

Ante semejante adelanto no me quedó otra opción que asistir, y qué bueno que lo hice porque tuve la oportunidad de escuchar parte de una historia que fue contada en parte en un radio teatro como los de antaño, sorprendente y emocionante, el que puede ser visto en la plataforma virtual de El Museo de La Memoria y Los Derechos Humanos https://www.facebook.com/MuseodelaMemoriaChile/videos/329779908559386

Y qué dice este excelente libro de “no ficción”: comienza con un relato testimonial de Alejandro del Carmen Bustos González, «Paine, algo más que sandías», escrito por Martín Faunes, referido a un acontecimiento que dio vuelta la brújula de la vida al Colorín de Paine, y a «Luzoro, Bravo y otros culpables de la venganza patronal», y finaliza con la relación de hechos documentada por Patricia González, la causa judicial que permitió condenar a algunos de los culpables del caso en cuestión: un fusilamiento.

Porque eso es este libro, «la historia de un fusilamiento ejecutado por carabineros, militares y civiles, que con ello satisficieron la sed venganza de los dueños de fundos que se sentían perjudicados por la reforma agraria y los sindicatos campesinos, haciendo notar que muchos de estos asesinos hasta hoy permanecen en el anonimato y en la impunidad conviviendo incluso en el mismo pueblo con las viudas y los hijos de los mismos que ellos fusilaron.

“A este weón hay que amarrarlo, se está haciendo el leso. Vino otro, entonces, con un alambre y me amarró las manos atrás por la nuca. Después, me empujaron de la banca para dejarme botado en el suelo. Cuando empezó a oscurecer, sacaron unas chuicas de vino y empezaron a prender fuego para un asado”.

Así nos cuenta Alejandro Bustos, conocido como “el colorín de Paine”, sobreviviente del fusilamiento quien estaba presente en el lanzamiento. Este libro no es entonces una novela ni un cuento, tampoco un ensayo. Es más bien un libro duro que nos llama a preguntarnos qué es la narrativa, y a respondernos que el formato de la narración hoy en día no se encasilla solo en la novela, poesía o cuento, considerándose ahora como un texto donde se narra lo humano, lo que conmueve, lo que propone, lo que condena, lo que anticipa o lo que muestra el pasado. En este libro éstas todas van juntas.

El testimonio directo del único sobreviviente del fusilamiento que con sus propias palabras conforma una historia y no una enumeración de hechos. Es la historia personal del colorín quien fue fusilado junto a sus compañeros pero sobrevivió para contarlo, y denunciarlo.

Los humanos somos animales. La diferencia está, según algunos especialistas, en que tenemos una mejor organización de la memoria, un sistema de lógica que nos permite planificar, un “alma y espíritu” según algunas religiones, y parece que no mucho más. Lo animal se manifiesta en cada uno a diario en lo mecánico de nuestros instintos, en las emociones que se nos desbordan a cada momento al hacer sin pensar. De esto trata el libro en gran medida, de lo animal en el sentido más negativo de la palabra, pero también de la esperanza en la justicia. Y se lee de un tirón, en un par de horas, la narración fluye como el río que salvó al colorín de la muerte.

“Había carabineros y civiles, la mayoría camioneros. Estaban los Carrasco, el Tito y el Toño Ruiz Tagle, el peluquero Aguilera, el Pato Meza, Miguel González, Carlos Sánchez, el Jara, el Christian Kast, Larraín y Suazo. Eran unos quince civiles y unos dieciocho carabineros. Yo los veía desde mi rincón cómo se reían y emborrachaban, pero estaba muy quieto porque cuando se acordaban de mí, se acercaban a darme de puntapiés por las costillas”.

El párrafo anterior, traído desde el libro, nos muestra las duras circunstancias que se revisan en la historia: las guerras, los delitos diversos, las hambrunas y pestes, y aparece lo peor de los humanos. Quizás decir “humanos” es un error antropológico: Humano debiera ser una categoría superior, no cualquiera es humano por solo vestir un cuerpo de hombre o de mujer. Llegar a ser Humano es un camino.

Lo que se cuenta en este libro es un caso trágico y conmovedor. Donde lo ‘conmovedor’ no viene solo de la vivencia del colorín, de ser raptado, golpeado y fusilado junto a un grupo de campesinos en Paine por un grupo de ‘humanos’ que participaran gustosos y felices en la carnicería humana. Lo tremendo es que años después los asesinos no sientan ningún remordimiento como si la vida no valiera nada -la de los otros, desde luego-. Todo eso está documentado en el libro, y se hacen mención a reportajes que demuestran la indiferencia por esos ‘otros’ que no piensan como aquellos que asesinaron.

Más de cuarenta años después llegó la justicia, aquella en que Alejandro se comprometió con sus compañeros a defender y buscar con honor y cueste lo que cueste. Los poderes políticos y económicos lo pueden todo… casi. Están presos varios de los autores de estos hechos y lo estarán por largo tiempo gracias a nuestra tardía justicia. Quizás los libros sean como baldosas que pavimentan el camino. Los libros nos marcan de alguna forma, nos dan pautas y conocimientos. Sea como sea la estructura del libro, adentro hay un universo a recorrer, a interpretar. Las palabras solo mencionan lo que pueden, son limitadas. El lector coloca el resto, le da vida en su interior a la atmósfera, los personajes y la trama. Pero cuando esta trama es real como en este caso, solo queda acrecentar la fe en los valores inmanentes que sí nos hacen humanos y crecer asidos a estos. En este libro se habla de un héroe y de una causa justa, reales. EL COLORÍN DE PAINE: LA VENGANZA PATRONAL emociona. Queda tanto por hacer.

PARA QUE NADIE MUERA

Felipe de la Parra Vial

Dicen su nombre en voz alta
y nadie muere
y nadie desaparece

yo soy Alfonso / yo soy Albano / yo soy María Teresa

así han pasado su vida
con sus voces infinitas
como si fuera su trabajo

yo soy Juan / yo soy Miguel / yo soy Arturo

la desesperanza no los ha podido callar

Yo soy Francisco Martínez
Yo soy Fabiola Campillay
Yo soy Gustavo Gatica

pasan lista todos los días
nunca olvidan
los dicen con nombres y apellidos
en sus páginas los fusilados
vuelven a ser fusilados

sus palabras son cárceles
de compañeras torturadas
que las han borrado

sus palabras denuncian a los camiones
de los campesinos que arrojaron al río

yo soy Raúl / yo soy Amado / yo soy Luis

entonces escriben sus nombres
como canciones
escriben sus historias
para que no terminen

siempre siguen enamorado enamorada
de la novia del novio detenido
que no pudieron decirle
que la y lo amaban

yo soy Néstor / yo soy Jorge / yo soy Carlos

todos los días vuelven con los invisibles

gracias a su condición de brujo de bruja
convierten el silencio en muchas voces
y todos los días amanecen
con una foto pegada en el pecho

yo soy Orlando / yo soy Raúl / yo soy Manolito

incomodan a la audiencia
y hasta la sombra se esconde
por su mediodía poético
ya nadie se les olvida

soy de Paine / soy de Lonquén
soy del barrio Independencia

es Martín
es Patricia
que lo dicen en voz alta
para que nadie muera
para que nadie desaparezca.

Poema estrenado el 17 Junio/ 2021. Museo de la Memoria, en el
lanzamiento del Libro “EL COLORÍN DE PAINE. LA VENGANZA PATRONAL”.