Canto en el canto: Nueva arremetida escritural de Américo Reyes Vera

AMÉRICO REYES VERA (Curicó, Chile, 1960), ha sido incluido, entre otras selecciones de poesía, en: “100 años – 100 poemas. Centenario Natalicio Pablo Neruda” ((LOM Ediciones, Santiago 2004), “Poetas del Maule. Antología para el Bicentenario” (Ediciones Universidad de Talca 2007) y “Antología de poesía chilena” tomo III, de Tomas Harris, Teresa y Lila Calderón, Ed. Catalonia, Santiago 2018.

por Pilar González Langlois

“A mi casa se entra a besar, a suponer / que otro pasado sería posible / si no fuera porque el desamparo / no se expresa en símbolos. // A mi casa se entra / a perderse en un libro / y a mojarse con la verdad / que necesitó crecer entre cuatro paredes. // A mi casa se entra / de lleno / a pervertir al monstruo que la habita”.

“Y el monstruo no es más que el alma vacilante de quien se muere por dentro de tanto aguantar la vida” podría agregar un lector cómplice. Y es que se advierte un desamparo disfrazado en la obra que nos presenta el poeta curicano Américo Reyes en su último libro: “Canto en el canto”, (Ed. Nueve Noventa, 2021). Este desamparo vendría a formar parte de un mundo aparente, desafiante, difuso, pero también libre y seductor, tanto del autor en su creación misma, como de quien lo percibe en la lectura.

Este libro arrastra a dimensiones reales, en tiempos de pandemia, pero también confluyendo a nuevos símbolos literarios que lo ubican en una poesía dura y a la vez volátil y que nos lleva a imaginar una realidad profunda y herméticamente íntima. Todo parece un juego y es que la verdadera poesía de Américo Reyes en este “Canto en el Canto” no reside en lo solemne sino justamente en lo contrario: en el disfrute simple y bello de quejidos inimaginables. O bien imaginables que llegan como disparos a estas páginas y que no son otra cosa que la mente del poeta luchando contra el universo, visto desde una supuesta inocencia lírica que no logra encajar en el engranaje de la pretendida normalidad que se nos quiere imponer.

El disfrute a concho aflora persistentemente y la película contada trasmuta una soledad quemada a fuego por el instinto. Este “Canto en el canto” tiene la forma de (casi) toda la anterior poesía de Américo Reyes en un continuo ritmo de una historia sin límites que lo define por completo.

Así, esta poesía nos pasea entre la vida y la muerte, entre la noche y el día, entre la luz y la oscuridad, siempre con la conciencia de lo cotidiano, a pesar de los continuos vaivenes hacia un pasado que se resiste a formar parte del presente. El yin y el yang en cierto modo. Versos que golpean el pensamiento como un desgarro cantado -y contado- hasta la saciedad.

“Las heridas que soñé / cuando una muerte costaba, en efecto, una vida”.