Una nueva colaboración de Trinidad Williams

 

PEQUEÑA AZUCENA

Dulce guerrera de ojos azules,
cristales que reflejan el mar que te ahoga,
dime lo que hablan y susurran suplicantes
cuéntame lo que tus temblorosos labios sofocan.

Bajas tus ojos y me enterneces,
levantas tu pequeño mentón y miras,
cuánto miedo en esas pupilas titilantes,
pareces una estrella fugaz sorprendida.

Y tu amor subcutáneo te confunde,
furtivamente se disuelve en tu sangre,
fluyendo al compás de ese corazón agitado
que yace bajo los pechos en que te duermes.

¿Crees que podría juzgarte,
y encadenarte a mis pobres visiones?,
¡yo, fuego indomable, incendiario, cruento!
¿Habría de hacerte arder sin también quemarme?

Enjuga esas lágrimas, inocentes culposas
y ama con toda la furia de que es capaz tu carne,
porque nadie hay que hurgue en tu seno
y llegue al lugar donde lo más sagrado se cierne.

Habrá más besos, recorrerás otros cuerpos,
emergerás imperturbable contra la muchedumbre,
sorda a sus afilados dientes, hipócritas y homofóbicos,
los observaras con más dulzura de la que merecen.

Descansa hoy, despuntará el sol otros días,
olvida las tinieblas que el atardecer augura,
pues nada hay que sobreviva
a la insustancialidad del tiempo,
ni que a su estulticia deje de someterse.

Juana Inés