por MIguel Vera
De Martín Faunes Amigo y Patricia González Sáez
“A este weón hay que amarrarlo, se está haciendo el leso. Vino otro, entonces, con un alambre y me amarró las manos atrás por la nuca. Después, me empujaron de la banca para dejarme botado en el suelo. Cuando empezó a oscurecer, sacaron unas chuicas de vino y empezaron a prender fuego para un asado”.
El párrafo anterior pertenece a EL COLORÍN DE PAINE: LA VENGANZA PATRONAL, libro recién aparecido colección In Memorian, Editorial Santa Inés, que se compone de dos partes complementarias: el relato testimonial de Alejandro del Carmen Bustos González, «Paine, algo más que sandías», escrito por Martín Faunes, referido a un acontecimiento que dio vuelta la brújula de la vida al Colorín de Paine, y «Luzoro, Bravo y otros culpables de la venganza patronal», la relación de hechos, profusamente documentada por Patricia González, la causa judicial que permitió condenar a algunos de los culpables del caso en cuestión: un fusilamiento.
Porque eso es este libro, «la historia de un fusilamiento ejecutado por carabineros, militares y civiles, que con ello satisficieron la sed venganza de los dueños de fundos que se sentían perjudicados por la reforma agraria y los sindicatos campesinos, haciendo notar que muchos de estos asesinos hasta el día de hoy permanecen en el anonimato y en la impunidad, conviviendo en el mismo pueblo con las viudas y los hijos de los mismos que ellos fusilaron.
Este libro no es entonces una novela ni un cuento, tampoco un ensayo. Es más bien un libro duro que nos llama a preguntarnos qué es la narrativa, y a respondernos que el formato de la narración hoy en día ya no se encasilla solo en la novela, poesía o cuento, considerándose ahora como un texto donde se narra lo humano, lo que conmueve, lo que propone, lo que condena, lo que anticipa o lo que muestra el pasado. En este libro estas todas van juntas.
Comienza con el testimonio directo del único sobreviviente del fusilamiento que con sus propias palabras, conforma una historia y no una enumeración de hechos. Es la historia personal de Alejandro del Carmen Bustos González quién fue fusilado una noche de 1973 en Paine y sobrevivió para contarlo, y denunciarlo.
Los humanos somos animales. La diferencia está, según algunos especialistas, en que tenemos una mejor organización de la memoria, un sistema de lógica que nos permite planificar, un “alma y espíritu” según algunas religiones, y parece que no mucho más. Lo animal se manifiesta en cada uno a diario en lo mecánico de nuestros instintos, en las emociones que se nos desbordan a cada momento, al hacer sin pensar. De esto trata el libro en gran medida, de lo animal en el sentido más negativo de la palabra, pero también de la esperanza en la Justicia. Y se lee de un tirón, en un par de horas, la narración fluye como el río que salvó a Alejandro de la muerte.
“Había carabineros y civiles, la mayoría camioneros. Estaban los Carrasco, el Tito y el Toño Ruiz Tagle, el peluquero Aguilera, el Pato Meza, Miguel González, Carlos Sánchez, el Jara, el Christian Kast, Larraín y Suazo. Eran unos quince civiles y unos dieciocho carabineros. Yo los veía desde mi rincón cómo se reían y emborrachaban, pero estaba muy quieto porque cuando se acordaban de mí, se acercaban a darme de puntapiés por las costillas”.
El párrafo anterior, traído desde el libro, nos muestra las duras circunstancias que se revisan en la historia: las guerras, los delitos diversos, las hambrunas y pestes, y aparece lo peor de los humanos. Quizás decir “humanos” es un error antropológico: Humano debiera ser una categoría superior, no cualquiera es humano por solo vestir un cuerpo de hombre o de mujer. Llegar a ser Humano es un camino.
Lo que se cuenta en este libro es un caso trágico y conmovedor. Donde lo ‘conmovedor’ no viene solo de la vivencia de Alejandro, de ser raptado, golpeado y fusilado con un grupo de campesinos en Paine por un grupo de ‘humanos’ que participaran gustosos y felices en la carnicería humana. Lo tremendo es que años después los asesinos no sientan ningún remordimiento como si la vida no valiera nada -la de los otros, desde luego-. Todo eso está documentado en el libro, y se hacen mención a reportajes que demuestran la indiferencia por esos ‘otros’ que no piensan como aquellos que asesinaron.
Más de cuarenta años después llegó la justicia, aquella en que Alejandro se comprometió con sus compañeros a defender y buscar con honor y cueste lo que cueste. Los poderes políticos y económicos lo pueden todo… casi. Están presos varios de los autores de estos hechos y lo estarán por largo tiempo gracias a nuestra tardía justicia.
Quizás los libros sean como baldosas que pavimentan el camino. Los libros nos marcan de alguna forma, nos dan pautas y conocimientos. Sea como sea la estructura del libro, adentro hay un universo a recorrer, a interpretar. Las palabras solo mencionan lo que pueden, son limitadas. El lector coloca el resto, le da vida en su interior a la atmósfera, los personajes y la trama. Pero cuando esta trama es real como en este caso, solo queda acrecentar la fe en los valores inmanentes que sí nos hacen humanos y crecer asidos a estos. En este libro se habla de un héroe y de una causa justa, reales.
EL COLORÍN DE PAINE: LA VENGANZA PATRONAL emociona. Queda tanto por hacer.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…