Desde Iquique, Marce Hugo Contreras Mondaca ha enviado dos notables microcuentos que enlazan momentos fundamentales de nuestra historia.

Soldadito del 73:

por Marce Hugo Contreras Mondaca

Quizás ya estés muerto, pero seguramente contaste muchas veces y alguien recuerda tu versión, lo del martes 11 de septiembre de 1973, cuando, entre la multitud uniformada, le quitaste a esa mujer desarmada, temblorosa e incapaz de hacer algo más que llorar mientras caían bombas destruyendo el palacio de gobierno y el gobernante moría en combate, lo que le arrancaste con insultos e hiciste pedazos era, tal vez todavía lo ignoras, el Acta de la Independencia de Chile, firmada por Don Bernardo O’Higgins en febrero de 1818. Claro, tampoco sabes, probablemente, que celebramos los 18 de septiembre como día de la Independencia, cuando en verdad fue cuando nuestros tatarabuelos aprobaron seguir fieles al rey español. Ocho años después, con sangre y sudor, otros antiguos pusieron firma al Acta que destruiste, soldadito.

Quiero pensar que fue un error, consecuencia de la ignorancia, ese cáncer que soñamos erradicar para siempre. Si puedes ahora, cuéntales a tus nietos y diles que fue casualidad que convertiste en basura ese día el documento que nos formalizaba como chilenos, precisamente cuando los que te mandaban rompían contigo esta nación que tantos amamos.

¿Independencia?

por Marce Hugo Contreras Mondaca, Iquique

El 18 de septiembre de 1810, cuando el rey de España estaba prisionero de Napoleón, se reunió en Santiago un grupo de personas a las que se les preguntó qué hacer en ese caso, cuando el monarca estaba impedido de gobernar; aquellos lejanos antepasados nuestros decidieron seguir siendo fieles al rey. Ninguno mencionó siquiera la palabra Independencia.

El 12 de febrero de 1818, en plena guerra, Don Bernardo O’Higgins Riquelme firmó, en Concepción, el Acta correspondiente que un soldado rompió en la puerta de La Moneda el 11 de septiembre de 1973.

Con la firma del documento se hicieron circular por todo el país dos libros, en uno deberían poner su nombre los que aceptaran que fuéramos independientes y en el otro los que no lo aceptaran. El segundo libro volvió en blanco, todos habían convenido en darnos una patria libre y soberana. Ese fue el primer plebiscito nacional en Chile.