Azucena Rodríguez

Desde México, Adriana Azucena Rodríguez Torres, doctora en Literatura Hispánica y académica de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), es cuentista. Entre sus libros, La verdad sobre mis amigos imaginarios, Postales. Mini-hiper-ficciones, La sal de los días y El infierno de los amantes.

APENAS…

Inspirada por tu recuerdo, decidí olvidarme de lo físico y entregarme al pensamiento y la poesía: até mi cabello con un hilo de tu voz, puse tus palabras en agua para que no se me marchitaran y las llevé conmigo a la biblioteca. Justo antes de empezar, encendí una lamparita con el brillo de tus ojos y la puse en el escritorio.

El agua comienza a anegarse; mi cabello, rizado y, como recordarás, bastante rebelde, se esparce al viento ajeno a mi voluntad, no he pagado la luz y el tenue brillo de la lámpara no logra vencer mi añejo problema de astigmatismo. Debo también la renta y otros gastos del mes. Apenas me quedan algunas de tus valiosas aportaciones al pensamiento actual —no tenías ojos de esmeralda ni perlas en la sonrisa: tu posmodernidad no lo permitía.

De La verdad sobre mis amigos imaginarios (México, Terracota, 2008).

METAFÍSICA

“He descubierto la verdad”. Epitafio de un mentiroso.

“Todo se lo debo a mi manager y a Zenón de Elea”, declaró la tortuga a los medios.

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“Lo maté porque falseó mi historia. Me hizo quedar como un asesino cruel y, encima, ridículo”. Confesión del autor del atentado fallido contra Max Aub.

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“Casi me mata la pena, pero se le adelantó la fiebre amarilla, que es más alegre”. Carta escrita a una mujer casada.

De Postales (Mini-hiper-ficciones) (México, Fósforo, 2013).

 

31 DE ENERO

Día del mago

“Cada día te desapareces mejor”, pensaba la ya no tan joven enamorada, sola otra vez y vacía por dentro, como el sombrero de copa que aún sostenía entre sus manos.

De La sal de los días (Puebla, BUAP, 2017)

CASTAS

La pálida piel de los vampiros es un tanto vulgar frente al resplandor azucarado de los fantasmas. Ya se sabe de la permanente competencia entre bandas de vampiros y hombres lobo —“nidos” y “manadas”, se hacen llamar a sus pandillas—. Los zombies se creen superiores en la escala evolutiva porque no deben ocultarse del sol y los vampiros dicen que, antes que lucir esos harapos, preferirían morir al primer rayo del amanecer.

EXPERTO

Durante la semana de exámenes finales, Daniel imploraba milagros que nunca llegaban. Insistía en su propósito de terminar la preparatoria sin mayor esfuerzo que una semana al semestre. Dios había desperdiciado su oportunidad; era turno de Lucifer. Lo buscó con tal ahínco —en libros antiguos y modernos, en rituales y lugares malditos— que se convirtió en el más importante demonólogo. Asesoró a bandas de rock, directores de películas de terror y millonarios decadentes. Ni siquiera tuvo que terminar la prepa.

De Si todos somos monstruos… (en proceso de publicación)