PROCESO ENTRE INDIVIDUO Y SOCIEDAD, ITERACIÓN ENTRE PASADO Y FUTURO
por Cata Amaire
Iteraciones (2016) de Federico Baggini es su primer libro de poesía experimental, como él mismo lo define. Una iteración es la repetición de un proceso para conseguir múltiples resultados. En esta obra, hay una lucha del yo-poético para lograr encontrar la distancia o acercamiento necesario para conformarse. Es una batalla entre el desapego budista para no estar controlado por el dolor y el apego cotidiano a las necesidades humanas y sociales del yo. Tiéndete sobre mí, / como una causa bífida, / como brisa fallida, / como una conformidad encarecida. Esa es la estrofa con la que se abre el poema “Objeto”. El autor remueve el deseo de encontrarse bajo la realidad objetiva como también demostrar que esta es una conformidad, una falla para lo subjetivo.
Continuamente el poemario va a ir y venir entre lo social y lo individual; entre alejarse y acercarse como esta iteración que le permite al yo reencontrarse y vestirse de diversos recursos literarios que acompañan la intención de cada proceso. El camino comenzará al observar a “ellos», posibles lectores, para encontrarse en la palabra poética en lo impersonal hasta el punto de intentar de “perfeccionar la necesidad». La misma que aparece con una repetición anafórica se va a explayar con repeticiones cacofónicas. La necesidad no es general como se puede leer con el “se» cuasirreflejo, sino que se va a encontrar con la del “ego» (yo tanto en griego como en latín). Mostrarse despierto y no ciego ante la búsqueda del equilibrio y justicia.
Con el favor de los vientos, el autor no se queda en la simple dualidad yo-ellos, sino que va a ir manifestando diferentes posiciones: el yo dentro de lo social, de la patria, del pueblo, de una raza, de la nación; el yo desde un lenguaje limitado que no alcanza para definir; el yo circunscripto a un pasado, a la historia, a las necesidades, al presente, a los deseos y expectativas y al futuro. De esta manera, el yo poético luchará con el sinsentido del presente continuo, expondrá qué esperar del eterno retorno: Y se parcializa la parcialidad, / Se apega el desapego, / Se sangra la desangre, / Se defecan los defectos, / Se anticipa el pasado, / ¿Será entonces cuando se absorbe lo absurdo?
Ante todas estas problemáticas, el yo-poético no se rinde. Define la diferencia entre la teoría y la práctica para mostrar que, por un lado, las redundancias de la teoría solo quedan fijas en el papel y, por otro, en la práctica, el hacer por el hacer te condena a no encontrar la salida del laberinto o, más bien, no sabrás la manera de evitar una apendicitis. Pero no se queda solo ahí, genera con el recurso literario más usado en esta obra, la aliteración, una especie de mantra, un mudra visual con el que genera una postura ideológica sobre la relación entre emisor y receptor. Continuamente estas dos figuras son interpeladas para saberse correctas o perdidas en lo social.
Hay un acervo budista, consciente o inconsciente, dentro de esta batalla en la que se encuentra el yo-poético. Será debido desarmar las sucesiones / cuando formamos parte de los eslabones, / tan intempestivo como despiadar los elogios / de la humildad que no merecemos. La cadena contraída como una sucesión de eslabones es el traspaso de conocimiento entre maestro-alumno en la continuidad temporal de la humanidad. Esto es lo que le explica en un momento Krishna a Arjuna en el “Bhagavad Gita» para que este comprenda que, aunque quiera vislumbrar qué será de él en la lucha con los Pandavas, no iba a poder hacer otra cosa que vivir en el presente continuo, desligarse de su pasado y su futuro y solo hacer lo que le correspondía hacer, su karma y dharma. Aunque Arjuna no quiere ser parte de la guerra contra sus primos no tiene ninguna salida más que actuar y solo actuando podrá realmente encontrarle el sentido al mismo accionar.
Toda esta batalla proviene del pasado. La importancia de trabajar la memoria. Y es tan fuerte el trabajo que en el siglo XXI se debe amoldar al racismo acarreado por la Segunda Guerra Mundial como hecho histórico, y que como consecuencia clara en América Latina comienza la ola de gobiernos dictatoriales y fascistas. La purga que el autor intenta hacer se ve en varios poemas: cuando la raza sea azar (de “Cuando seré, eres»); Se apela a la raza (de “El caso de los ocasos»); Cuando la raza no sea rasa (de “Para variar»). El hecho de que una raza no sea motivo para la segregación, sino que solo sea azar del nacimiento; una causa más de diferencia, pero no de intolerancia. Además, según este yo-poético, el racismo es un motivo más por el cual caerán los sistemas imperantes.
Especialmente, en este proceso, dentro de esta obra, se encontrará con el futuro. Tanto del ser (como en “Dualidad») como un futuro utópico social (por ejemplo, “Qué curioso ideario»). Los polos de esta batalla aparecen entre lo que se quiere, lo antojado, versus lo que no se puede, los silencios y lo que se calla. Callo porque fallo, porque bajo abajo, por que (sic) salgo afuera, porque subo arriba y por qué (sic) entro adentro. (en “Shhh…”). Mientras que para el final acepta estos silencios, dualidad, iteraciones; al comienzo dice: Sospecho de las personas que, / sin especular, / no hacen más que / […] / o entrar adentro, / o salir afuera, / o bajar abajo, / o subir arriba (en “Ven aquí, pleonasmo»). Es un proceso claro de aceptar las fallas, que no se puede todo, que con el sospechar, el deseo, no alcanza.
Toda esta batalla, este proceso, esta iteración continua con la que nos deleita Federico Baggini llega a su conclusión con el silencio y la aceptación. Callo porque pase lo que pase continuaré callado esperando el silencio oportuno para desempolvar el eco universal de los reprimidos, de los que rara vez tienen algo que decir y son acallados. (en “Shhh…”), el silencio que grita desde “Cuando seré, eres» (Anego, / y de tanto gritar los silencios / me quedo sin voz, y sin mí) es parte fundamental del yo social que conforma esta poética. También, el hablar por hablar comprueba, en “Apéndice (o pequeño manual no ilustrado de cómo evitar una apendicitis), una teoría sin práctica, como ya se explicó más arriba.
Por lo tanto, una columna central, muro que separa ambos polos de las múltiples batallas, va a ser que sea como sea el tiempo pasa, la memoria queda, y vale más experimentar, moverse, accionar por un mundo utópico posible o imposible que manifestar ideas sobre un papel. Es mejor hacer un proceso, una lucha con el sí mismo como proceso escritural de sanación y de aceptación. De esta manera, se llega a “31 de enero» donde se viven en el presente impersonal, dado que la aliteración de este poema es el “Hay quienes…”. Para salir del recurso literario de la redundancia y la repetición, para aceptar envejecer, encontrar la importancia de la arruga como surco de experiencia y darse cuenta que la memoria no se arruga.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…