Paola Tena

Paola Tena ha publicado microcuentos en varias antologías nacionales e internacionales, y revistas dedicadas al género de la minificción. Imparte talleres de escritura creativa y elaboración de fanzines. Algunas de sus obras son Las pequeñas cosas (Ediciones La Palma, 2017), y los libros cartoneros “Cuentos incómodos” y “MiniBestiario” (Cartonera Alebrije, 2019, 2020).

CAPILLA SIXTINA

Ahora ya vestido, se da cuenta de que es cierto lo que le dijeron los ángeles: no es lo mismo. Pasea de noche por las calles del Vaticano embutido en pantalones pitillo, la camisa de seda negra abierta hasta medio pecho como un gigoló; enamora a las monjas trasnochadas, bebe grappa a morro en los bares de los barrios bajos y discute de teología con los turistas. Pero no es igual que en las fiestas nocturnas de la Capilla Sixtina: cientos de cuerpos semidesnudos contoneándose al son de las arpas y las cítaras, rizos de cabello, sudor y telas vaporosas apenas cubriendo los torsos magníficos. Cuando vuelve de madrugada a la Capilla se quita esa ropa ridícula y la oculta dentro de un hueco invisible en el muro, sube al techo y en un acto de reconciliación, toca la punta del dedo de su enfurecido Padre, el único que nunca baja de su pedestal a gozar un poquito la vida.

(Inédito)

LA BALLENA

–¡Trágame! –suplica Jonás de pie en la roca–. ¡Engúlleme! Hazme parte de tu proceso metabólico.

Pero la ballena gira en redondo con un movimiento grácil de su aleta caudal y se aleja nadando, insensible a sus ruegos. Después de su experiencia con aquel trozo de madera medio hombre y el idilio obsesivo con Ahab ha decidido, por su bien, rehuir toda relación amorosa con especímenes mentalmente inestables.

(“MiniBestiario”, Cartonera Alebrije, 2020)

EL CAZADOR

El cazador apunta y apenas respira. El conejo algo intuye, porque se queda muy quieto y luego siente un golpe en medio de la cabeza que lo descentra y sin saberlo ya está muerto. El hombre vuelve a su casa con dos o tres incautos como este, cogidos por las patas traseras y los deja encima de la mesa de la cocina.

La mujer del cazador los abre en canal usando un cuchillito afilado con la destreza de quien desabrocha una cremallera. Uno a uno les quita la piel como si se tratara de un abrigo y hurga en sus dentros hasta que solo son carne y hueso, carcasa. Las vísceras van a una bandeja plateada que luego vaciará crudas y sangrantes en el comedero de los perros de caza, para que no pierdan el ansia de olfatear presas. La mujer trocea al animal desnudo en partes grandes pero irreconocibles del original y las vuelca en un sartén con aceite hirviendo. Lo único que queda sin freír es la cabeza, y los ojos abiertos de los conejos parecen mirar aún sorprendidos al cielo, sin entender muy bien cómo han llegado hasta este punto.

Luego me sirven el plato de carne frita y yo, igual que siempre, les digo lo mismo a mis anfitriones: “Delicioso. Benditas las manos del cazador y de la cocinera”, y trago el primer bocado.

(“Cuentos incómodos”, Cartonera Alebrije, 2019)

LA VIDA ENTERA

La bala abandonó el cañón del fusil, y mientras avanzaba lenta hacia el condenado, le dio tiempo de huir ayudado por el pequeño grupo de rebeldes junto a los que se había levantado en armas. Se escondió en una aldea cercana, raptó a la ahijada del cura y lo obligó a casarlos después de jurarle amor eterno. Escaparon montados en el caballo robado al alguacil y pasaron por campesinos en un pueblo donde no les hicieron preguntas. Le pusieron una azada en una mano, pero con la otra cogió un saco de monedas de oro que encontró bajo el colchón de la viuda dueña de la finca, y se pagó el barco hacia el otro continente, donde fue traficante de esclavos. Se enamoró de una mulata fuerte que lo llenó de hijos a los que les contaba historias increíbles de guerra y sangre, y murió de viejo en los brazos oscuros de su mujer, casi sin sentir la bala que le atravesaba limpiamente la frente, mientras el pelotón de fusilamiento lo veía caer con una sonrisa en los labios, viviendo lo que no iba a ser.

(“Las pequeñas cosas”, Ediciones La Palma, 2017)

LOS KAFKA

La familia Kafka vive del negocio de fumigaciones que tan bien lleva el padre, un hombre rígido y autoritario que aterroriza a las tres hijas y a su mujer. Ella, en su octavo mes de embarazo, repudia tanto el carácter de su marido, que cada noche sueña que, en vez de parir al ansiado varón, da a luz a un insecto gigante.

(Inédito)