José Manuel Ortiz Soto (Jerécuaro, Guanajuato, México, 1965). Pediatra y cirujano pediatra, ha enviado a Letras de Chile cinco microrrelatos de su libro inédito Los nombres que dejó el olvido.
Ha publicado los libros de poesía Réplica de viaje y Ángeles de barro; de minificción, en formato digital, Doble cámara falsa de Gesell, La moraleja del cuento, Las cincuenta cabezas de la hidra, Las historias de cada quien y En la perpetua brevedad del instante. En formato tradicional, Cuatro caminos y Las metamorfosis de Diana / Fábulas para leer en el naufragio. Es antólogo de El libro de los seres no imaginarios. Minibichario y La marina de ficticia, y coantólogo de Alebrije de palabras. Escritores mexicanos en breve y El tótem de la rana. Catapulta de microrrelatos.
DESPROTEGIDOS
En cuanto el sol se pone detrás de la loma los habitantes de Abasolo se refugian en sus casas. El miedo que transpira el ambiente sofoca. Luego de merendar, los niños corren a sus camas; agazapados bajo las cobijas, se estremecen al ritmo de sus pequeños corazones hasta que el sueño consigue apaciguarlos. Las mujeres van de arriba abajo recogiendo en silencio los últimos rescoldos del día. Los hombres charlan en voz baja, temen que sus palabras atraviesen las paredes y, arrastradas por la brisa espesa de la noche, lleguen a ese sitio en donde nacen las sombras. Pero no falta alguno que, avergonzado de su cobardía, empuñe la escopeta y amague con salir en busca de la bestia. Recuerda que hace apenas unos días, el sacerdote dijo en su sermón que el peor de los enemigos es el miedo, y deben confrontarlo. Sin embargo, a nadie pasó desapercibido el tono frágil de su voz y que, mientras sermoneaba a los fieles, miraba con insistencia el nicho del santo patrono, guardián del lugar y vacío desde hacía unos meses.
A QUIEN LE DAN PAN QUE LLORE
La niña entra en el local y acepta la pieza de pan que le ofrecen; la guarda en una bolsa de plástico.
—¿Por qué no lo comes? —la cuestiona el panadero.
La chiquilla se encoje de hombros, y apenas responde con su vocecita frágil:
—Porque siempre hay alguien que tiene más hambre que yo.
Conmovido por las palabras de la mendiga, el viejo panadero ordena a un ayudante que triplique la caridad. Y agrega:
—¡He aquí el ejemplo que todos deberíamos de seguir de vez en cuando!
Mientras tanto, a la vuelta de la “Panadería Acámbaro” media docena de perros callejeros gruñen, impacientes por el retraso de la niña.
APUNTES DE TODA UNA VIDA
Vine a San Miguel de Allende en busca de la paz que tanto necesitaba. Esa paz que nunca tuve en mi eterno ir de aquí para allá por el mundo. En mi trabajo, servir a tu país es más de sacrificios que de compensaciones. Pero cuando llega el retiro, y con él la hora de borrar el pasado y comenzar de nuevo; en un instante eres nadie. Fue entonces que una voz en mi interior me dijo: “Vete a San Miguel de Allende, Guanajuato, allá está tu destino, allí siempre tendrás a la mano todo lo que quieras. Y si la nostalgia te acosa, habrá cientos, miles de tipos como tú en el parque, en un café, en el restaurante en que te metas. No seas güey, Johnny, ya no lo pienses tanto. Vete a San Miguel y vive como rey. Yo sé lo que te digo…”.
Green, Johnny, “el Fantasma”, Memorias de un ex agente de la CIA que se jubiló con horrores.
ORIGEN
Ustedes, los habitantes de Allá Abajo, presumen de tener entre sus personajes ilustres a un poeta y a un dramaturgo. Está bien, sería de tontos negar la importancia del arte en la vida de todos los pueblos. Pero aquí, en Apaseo el Alto, también tenemos lo nuestro. Y si no me cree, nomás juzgue. Por un lado, somos herederos del más grande trabajador del barro del que se tenga razón; y por el otro, descendemos de dos ilustres trabajadores de la madera… ¿Qué quiénes son ellos? ¡Ave María Purísima, compadre! ¿De qué le sirve tanta poesía y dramaturgia si desconoce lo esencial? Si no pronunciamos sus nombres en voz alta es por recato. Pero puede sacar sus conclusiones, ¿no cree?
EL POETA, EL DESAHUCIO Y EL VANDALISMO
“Un poeta es un ser desahuciado. El amor, los hijos, la vida en general son entidades etéreas que el bardo no puede ver con la misma objetividad con que lo haría el resto de los mortales. El único momento en que el poeta consigue materializar el mundo que lo rodea, es cuando lo convierte en palabra escrita, y después en libro, aunque nadie lo lea”.
Inscripción conmemorativa en una placa de bronce en la casa donde nació el poeta Antonio Plaza, en la ciudad Apaseo el Grande, Guanajuato. Debajo de la cual alguien grafiteó con letras rojas:
(“A mí me vale madre lo que digan los güeyes de Allá Arriba”)
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…