POEMA DE UN CURADO

por Omar López, poeta y gato

Mujer en la penumbra
día permanente
en mis labios mojados

Latido de aire
en todos los rincones de mis sueños
muro de caricias
en la puerta de mis párpados

Mujer tendida en el mar
de los deseos
apenas dibujada en el cielo
de mi patio

eres nube dormitorio

eres secreto de los bosques
como árbol encantado.

Hoy, luego de almorzar en nuestro país familia y mientras procedía al rutinario deber de lavar los platos, sartenes y otros artefactos… apareció el primer verso de este poema y durante la tarde, siguió dándome vuelta ese aviso. Y aquí está, recién nacido y listo para salir a vagabundear frente a sus ojos porque la idea es compartir las sensaciones y el origen de unos versos que surgen mientras la rutina insiste en su papel calco. Por lo mismo, romper la rutina del hacer, el compromiso asumido o pintar el espacio cotidiano con un color distinto es un buen ejercicio para disolver la densidad del encierro. El título del presente texto es un saludo al vino del placer sin nombre, al vino de la libertad y los sentidos abiertos para atrapar la manzana del amor y el goce. La ebriedad de vivir, cambiarlo por el miedo de estar bajo amenaza de un enemigo invisible y que, por ahora, ejerce una libertad incondicional en todo nuestro enfermo planeta. La adicción a la esperanza y el apego a la sonrisa de cualquier niño o anciano despide un profundo aroma de primavera escondida. Busquemos esa primavera, defendamos la belleza del instante en función de un cariño sin condiciones y una ternura hecha de silencio y anonimato.

Entonces, a no morir en el intento ni borrarse. Cada uno de nosotros tiene una enorme e histórica oportunidad de crecer con la misma voracidad del famoso virus. Y el hambre que tiene de apagar vidas, nosotros debemos convertirlo en sed de venganza: Una vacuna de amor a la vena de nuestras luchas.