por Josefina Muñoz
El escritor Bartolomé Leal es el compilador de esta antología que reúne a dieciséis autores, tres mujeres y trece hombres. Es un libro de excelencia, donde lo que primero se advierte es la gran calidad de un conjunto muy diverso de estilos literarios, aunados por la temática noir, pero cada uno con sus personalísimos destellos.
En nuestro país, “canalla” es una palabra muy cargada de sentidos, antigua también, creo que poco conocida por las generaciones jóvenes. En el siglo veinte, nuestro mundo artístico e intelectual era poco garabatero, pero sí empleaba la palabra canalla o canallada para referirse a personas o hechos altamente reprochables. El presidente Arturo Alessandri llamó “canalla dorada” a la oligarquía que se oponía a sus proyectos más liberales.
El lúcido prólogo de Leal marca algunos rasgos de Santiago, Santiago del Nuevo Extremo en su origen, que se han mantenido desde la fundación hasta el presente. Entre ellos, la exclusión, ya que “Junto con Santiago nació La Chimba, al norte del río Mapocho, el área donde los mapuche fueron concentrados y donde también fueron a parar los delincuentes, los esclavos negros, los españoles pobres, las enfermedades y la basura”.
Más adelante apunta al acoso permanente sufrido por la ciudad, proveniente de “invasiones, desastres, y desplazamientos humanos de diferente cariz, desde su fundación”. Continúa agregando a los soldados desmovilizados, delincuencia de cuello y corbata y de las otras, los grandes grupos sin casa, los migrantes internos y externos, los ‘encapuchados’, las inundaciones y terremotos. De todo este espeso magma de pobreza, exclusión, violencia, desigualdad, inequidad, se alimenta la literatura noir, afirmación muy certera a mi juicio, “que tiene como epicentro la ciudad de Santiago de Chile”, y desde hace varios siglos.
Vale la pena recordar las grandes erradicaciones de miles de familias realizadas por la dictadura entre 1976 y 1986, que fueron llevadas por camiones militares a la periferia de las ciudades, ya que eran “pobladores pobres y peligrosos” que había que alejar de las comunas del llamado barrio alto.
Cada cuento tiene un contexto geográfico que lo sitúa en lugares específicos de comunas y calles que todos conocemos, pobres y adineradas, de conventillos y edificación vertical, de grandes casonas con patios, de vecinos de este Santiago con vidas variadas y sorprendentes, que se deslizan y crecen al amparo de calles y barrios que los cobijan o los expulsan.
Se respira el humo, la neblina, las exudaciones de todo tipo que parecen acentuarse en las noches de todas las ciudades. Hombres y mujeres que se mueven en mundos de pagos sospechosos, prostitución, negocios turbios, pero que no carecen de sus propios principios y códigos éticos en relación a la venganza, a la palabra empeñada, al pago justo entregado en fajos y en las manos, para no dejar huellas.
El encuentro de exclusión y literatura noir forman una dupla perfecta para explicar y presentar un mundo de violentas desigualdades, que se ha mantenido e intensificado a través de varios siglos, porque es una ciudad (sin duda, el país), que ha crecido enormemente, pero de manera especial para ciertos sectores, y cuyos cimientos de barro provocan constantes derrumbes y fisuras en esos oropeles de utilería.
Después de la lectura del conjunto de relatos de Santiago canalla podemos entender con claridad extrema las consecuencias de una exclusión sistemática de una parte importante de nuestra población. Este mundo noir está construido desde muy diversos narradores: algunos directamente involucrados, otros situados en horizontes lejanos, que describen los hechos sin involucrarse, como un parte policial, lo que no quita fuerza a los relatos, que se levantan como muros sólidos frente al lector. Cada cuento es una especie de historia “ejemplar”, una antología de las debidas respuestas, un código de honor que estos seres humanos excluidos desde los derechos humanos, sociales, económicos, afectivos, manejan con soltura.
La culpa o el arrepentimiento no tienen cabida aquí, porque los códigos de esta justicia que se realiza con la propia mano han sido claramente aprendidos en este mundo paralelo que discurre de acuerdo a una estructura de reglas y estrategias que todos conocen, y que son las que les permiten seguir viviendo, en tanto han hecho justicia entregando las debidas respuestas.
Diría que es una antología imprescindible, que recoge un conjunto de voces parejamente talentosas, cuyos relatos dejan la sensación de haber iluminado una de nuestras oscuras realidades y de habernos hecho ganar en el conocimiento y la comprensión de esos seres humanos que transitan junto a nosotros por las mismas calles y de los cuales también somos parte.
Finalmente, quiero señalar que es un libro que cuesta encontrar en librerías, lo que implica que la distribución no ha sido buena. Espero que se solucione, porque merece ser leído, pensado y comentado.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…