por Ramón Díaz Eterovic
“Las novelas deben incluir experiencias y, a su vez, ser imaginarias y fabulosas” señaló Mo Yan en su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura. El afamado escritor chino visitará nuestro la próxima semana para realizar algunas charlas y compartir con sus lectores en actividades a realizarse en la Universidad Diego Portales, la Biblioteca del Congreso Nacional y en las ciudades de Puerto Montt y Valdivia.
A continuación se hace una aproximación a la obra de Mo Yan a través del comentario de algunas de sus novelas traducidas al español.
Desde antes de la obtención del Premio Nobel de Literatura 2012, el nombre de Mo Yan era conocido entre algunos lectores de lengua hispana como uno de los autores chinos más importante entre los que se dieron a conocer en la década de los años 90’ del siglo recién pasado. El galardón sueco destacó una obra tan extensa como profunda en la que se aprecian las huellas de la historia china durante el siglo XX. Mo Yan, al optar en buena parte de su obra por la escritura de sagas familiares de largo aliento, se sitúa al alero de la gran tradición de la narrativa china de la cual las novelas “Jin Ping Mei”, de uno o varios autores no reconocidos, y el “Sueño en el pabellón rojo” de Cao Xueqin son dos de sus expresiones más representativas. Además, al desarrollar lo que Mo Yan denomina “el realismo alucinante” recoge la influencia que en él y otros autores chinos tienen las obras de William Faulkner y Gabriel García Márquez. En cuanto al contenido de sus novelas, Mo Yan ha dicho que busca “reflejar, sin remordimientos ni censuras, lo que veo y lo que siento”.
Mo Yan, seudónimo de Guan Moye, nació en 1955 en la región rural de Shandong. Sus padres son campesinos que viven en el pueblo rural que inspiró a Mo Yan para crear Gaomi del Noreste, el pueblo donde transcurren varias de sus novelas. Abandonó los estudios a temprana edad y en su juventud trabajó en el campo y en una fábrica. A los 20 años entró al Ejército de Liberación Popular donde escribió sus primeros relatos y se convirtió en profesor de literatura en la Academia Cultural del Ejército. Sobre su seudónimo, que en idioma chino significa “no hablar”, Mo Yan ha explicado que procede de su infancia. “Cuando era niño hablaba por los codos y eso molestaba a mi familia. Mi madre me pedía que me callara un poco. El significado de mi nombre actual expresa mi determinación a hablar menos y a escribir más”. En su discurso de recepción del Premio Nobel señaló dos cuestiones claves para la apreciación de su obra: “las novelas deben incluir experiencias y, a su vez, ser imaginarias y fabulosas”; y “todo lo que tengo que decir están en mis obras”. Por otra parte, en su texto “Hambre y soledad: mis musas”, señala que “un escritor habla de lo que sabe, y en la forma que le es familiar. Yo crecí solo y hambriento, testigo del sufrimiento humano y de la injusticia. Mi corazón rebosa simpatía por la humanidad en general e indignación por una sociedad plagada de desigualdades”.
En 1986 publica en chino su novela “El clan del sorgo rojo”, la que años después lo hizo conocido en buena parte del mundo luego de que fuera llevada al cine por el afamado director Zhang Yimou. Mo Yan es uno de los principales exponentes de la corriente literaria que en China se llama “de las cicatrices”. Corriente que tiene entre sus principales preocupaciones hablar de aquellas heridas que dejaron abiertas los movimientos sociales y las guerras que conmovieron a la sociedad china durante el siglo XX. La obra de Mo Yan goza de gran popularidad en China, al igual que otros autores de su generación como Han Shaogong, Liu Zhenyun, Fang Fang, Su Tong, Yu Hua, A Lai; algunos de los cuales han visitado Chile en los últimos años gracias a la gestión del Instituto Confucio.
Al concederle el Premio Nobel de Literatura, la Academia Sueca señaló que la narrativa de Mo Yan “combina los relatos populares, la historia y la contemporaneidad con un realismo alucinante”. La obra de Mo Yan considera una veintena de novelas, de las cuales algunas han sido traducidos al español: “El clan del Sorgo Rojo”, “Rana”, “La república del vino”, “Grandes pechos, amplias caderas”, “Las baladas del ajo”, “La vida y la muerte me están desgastando”, “Cambios”, “¡Boom!”, “El rábano transparente”, “El manglar”, “El suplicio del aroma de sándalo” y “Una carretera en obras”, entre otras. Mo Yan es un narrador que combina en su narrativa los aspectos históricos con las tradiciones populares. También es destacable el manejo del humor y la ironía, y la elaboración de fábulas fantásticas que le sirve para retratar e iluminar la realidad social que aborda en sus relatos.
En el presente artículo nos referimos a tres de las novelas antes mencionadas. Las tres tienen en común presentar a personajes campesinos apartados de la modernidad que se vive en las grandes ciudades chinas; el desarrollo de situaciones que involucran a múltiples personajes que se relacionan durante muchos años y en diversas circunstancias; y la combinación ya comentada entre hechos reales y elementos fantásticos propios de la cultura campesina a la que pertenece Mo Yan.
Un homenaje a la mujer china
La novela Grandes pechos, amplias caderas (Editorial Kailas, Madrid 2006) refleja claramente la intención de Mo Yan de hacer de su narrativa un medio certero a la hora de examinar la historia china contemporánea. En sus más de ochocientas páginas Mo Yan hace un recorrido de lo que fue la vida china durante el siglo XX, desde la rebelión de los Bóxer en 1900, pasando por la invasión japonesa de los años 30’, la revolución encabezada por Mao Zedong que llevó a la creación de la República Popular China; la política del gran salto adelante y la Revolución Cultural de los años 60’, hasta llegar a las proximidades del año 2000, momento en que China vive los primeros frutos de un proceso modernizador y económico que hoy la tiene posesionada entre los países líderes del mundo. En otras palabras, “Grandes pechos, amplias caderas” es una novela que va desde los nacientes ideales de la revolución comunista hasta el desarrollo de una economía orientada al consumo interno y la exportación de bienes a los cuatro puntos cardinales.
La novela es un homenaje a la mujer china y un testimonio de la vida degradada y marginal a la que fue sometida durante siglos. El mismo Mo Yan ha dicho que Grandes pechos amplias caderas describe el rol de la mujer en la sociedad china: “Son valientes ante el peligro y ayudan a los hombres a armarse de valor. Por eso, en mis novelas existe un homenaje al universo femenino. Alabo a las mujeres y critico la sociedad machista”. La novela está centrada en Shangguan Lu y su hijo Jintong, quien es el narrador de la historia de su familia, también integrada por una abuela déspota y ocho hermanas. La presencia de tantos personajes femeninos hace que esta novela entregue una visión acabada del rol de la mujer desde los tiempos en que aún se le amarraban los pies para impedir que estos crecieran, hasta la integración de la mujer en los ámbitos de los estudios, el trabajo y el gobierno. El personaje de Shangguan Lu puede entenderse también como un ejemplo de la voluntad del pueblo chino para sobrevivir a un sinfín de calamidades, desde guerras a hambrunas generalizadas. Shangguan Lu es una huérfana obligada a casarse y a tener un hijo hombre. Su marido es impotente, y las ocho niñas y el único niño que tendrá como hijos son frutos de relaciones furtivas, violaciones y asaltos. Jintong, llamado a ser el pilar de la familia, no pasa de ser un ser irresoluto, pasivo y errático que pasará gran parte de su vida aferrado a las faldas de su madre. Sus ochos hermanas son los ejemplos de los distintos derroteros reservados para la mujer en distintos momentos históricos: esposas sumisas, guerrilleras, amantes, prostitutas, intelectuales que se abren paso con esfuerzos, madres que no saben de descansos para asegurar la sobrevivencia de sus hijos.
Mo Yan no rehúye los episodios más problemáticos e incluso crueles de la historia de su país. Los describe sin concesiones, con la crudeza que algunos de ellos ameritan. Un ejemplo de esto es la notable primera parte de esta novela, en la que en forma simultánea se narran las penurias de una parturienta, el nacimiento de una mula y el despiadado ataque de los soldados japoneses al pueblo en que se desarrolla la historia. En su novela, Mo Yan expone una vida familiar de creciente interés y realmente imposible de resumir en pocas líneas. Una vida de rigores que parecen insoportables, pero que la protagonista enfrenta, consciente de que “morir es fácil; lo difícil es vivir. Y cuando más difícil se vuelve, más fuerte es la voluntad de seguir viviendo”.
También es destacable la voluntad de futuro de algunas de las protagonistas, como la mujer que, pese a sus desgracias momentáneas, no deja de decir que “todavía veo que vendrán buenas épocas más adelante (…) nosotros tenemos que seguir avanzando hacia el futuro”. Es difícil no conmoverse con la historia de Shangguan Lu y sus hijos; ni que se genere cierta antipatía hacia el pusilánime Jintong cuyo único mérito es terminar convertido en una suerte de testigo y víctima inocente de una historia que le ofrece unos pocos instantes de felicidad, y muchos de dolor, incluyendo la prisión. Todo ello mientras ve la desintegración familiar; la muerte de sus hermanas que, en sus distintos roles, también representan distintas posiciones dentro de la convulsa historia china.
“Rana” o una metáfora sobre el amor a la vida.
La novela Rana (Editorial Kailas. Madrid, 2009) aborda el tema de la maternidad en el ámbito de la sociedad china, y como sucede en otras novelas de Mo Yan es un tema que se desarrolla teniendo como telón de fondo la historia de su país. Son tres las etapas que se pueden distinguir en ese desarrollo. La primera tiene que ver con la aplicación de métodos científicos y políticas de salud que tienden a la protección de las madres y sus hijos. Se trata de erradicar las conductas arcaicas que rodeaban los nacimientos, ejemplificadas en la existencia de comadronas que atendían muchas veces siguiendo costumbres en las que primaba la ignorancia y las falsas creencias respecto al origen de la vida. La segunda etapa relaciona a la maternidad con el control de la natalidad como una política de Estado que pretendió frenar el vertiginoso crecimiento de la población en la década de los años 60’ del Siglo XX. Es la época en que se aplica la política del hijo único (eliminada en China desde hace varios años) y del modo, muchas veces cruel, que se implementa este control de la natalidad. Y la tercera tiene que ver con la inserción de la maternidad en una época de progreso económico que permite la alimentación y educación de varios hijos, pero que también facilita la aparición de clínicas privadas que operan con criterios mercantiles y a la que acuden los nuevos ricos para alquilar vientres o para que aborten sus hijas o sus amantes de turno.
La novela cuenta la vida de la ginecóloga Wan Xin y de su sobrino Wan Zu, quien con el correr de la historia se convierte en un aspirante a escritor que responde al nombre de Renacuajo. Wan Xin es la protagonista de las tres etapas señaladas anteriormente. Es considerada una doctora exitosa porque por sus manos han pasado cerca de 10.000 recién nacidos. Su vida personal ha sido en muchos aspectos postergada por su trabajo médico y también por el infortunio. Las embarazadas confían en ella porque aplica sus conocimientos médicos en beneficio de las parturientas. Sin embargo, los cambios históricos también tocan la existencia de esta mujer, y de la noche a la mañana se convierte en la responsable de la aplicación de la política del hijo único en Gaomi del Noreste, el pueblo donde vive; lo que la obliga a perseguir a las madres que pretenden tener más de un hijo y a practicar numerosos abortos. Esta situación y ya en el fin de sus días, la hace declarar: “Mis manos se han manchado con dos tipos de sangre: una limpia y una repugnante”. Asimismo, atormentada por las culpas, reflexiona: “En aquel entonces yo era una diosa de la natalidad. Era una figura aromática, las mariposas me rodeaban y las abejas se me acercaban. Pero ahora soy una mujer asquerosa y las putas moscas me persiguen.”
Wan Zu, el sobrino aspirante a escritor, es el responsable de contar la historia de su tía, y de paso la de su pueblo, y los hace a través de tres medios: las cartas que envía a un afamado escritor japones que visita su pueblo; los informes sobre la vida de su tía que adjunta a las cartas, y una obra de teatro que pretende ser su estreno como escritor y en la que revive a su tía y otros personajes, como sus esposas Leoncita y Wang Renmi, algunos compañeros de estudios y una amplia gama de personajes que han sido parte de la vida de su tía, como los artesanos Hao Dashou y Qin He.
Como en otras novelas de Mo Yan, en el desarrollo de Rana hay una rica combinación de hechos reales, leyendas y creencias populares. La historia central es constantemente matizada con anécdotas secundarias que la complementan y enriquecen. Rana es una novela atractiva tanto por los personajes que muestra, como por el tiempo histórico en los que ellos se desenvuelven. Es una gran metáfora sobre el valor de la vida y su prolongación a través de los hijos.
La vida y la muerte me están desgastando
La vida y la muerte me están desgastando (Editorial Kailas. Madrid, 2012) es probablemente la novela más sobresaliente de Mo Yan, al menos entre sus títulos traducidos al español hasta la fecha. Al igual que en las otras novelas analizadas, Mo Yan presenta una saga familiar encabezada por Ximen Nao, un terrateniente de 30 años ejecutado por los campesinos que trabajan sus tierras. Al llegar al infierno, Ximen padece horribles torturas para que confiese pecados de los que él se siente inocente. Sin querer dar su brazo a torcer, y cuando ya ha vivido los peores tormentos, solicita a Yama, juez y amo del inframundo, que lo devuelva a la tierra para enfrentar a quienes lo ejecutaron. El juez acepta su solicitud y lo envía a la Tierra a vivir un proceso de seis reencarnaciones que lo llevaran a vivir como burro, buey, cerdo, perro, mono y nuevamente ser humano. Y de lo que ahí arranca es un prodigio de historias principales y secundarias que recorren un largo período de la vida china, con un notable despliegue de fantasía, humor negro, notables descripciones y personajes de esos que permanecen anclados en la memoria de los lectores.
Las reencarnaciones de Ximen Nao le deparan el rol de testigo de los cambios sociales que vive su pueblo y no están exentas de los sufrimientos propios de animales destinado al trabajo y la alimentación de las personas. En su vida de burro, Ximen sigue de cerca la vida que después de su muerte aguarda a sus esposas, sus hijos y a personajes de su pueblo que le fueron familiares. Su condición de burro le permite ser un protagonista anónimo de revueltas y guerras cruentas, y termina sacrificado por campesinos hambrientos que procuran sobrevivir a una de las tantas hambrunas que afectaron a China en distintas épocas del siglo XX. Más tarde, en su vida de buey, es testigo y víctima de los años correspondiente a la colectivización de la agricultura y de la Revolución Cultural. Su amo es un campesino rebelde que se niega entregar sus tierras a la administración comunal. Al principio cuenta con la ayuda de sus hijos, pero luego uno de ellos termina siendo un líder destacado de la Revolución Cultural, y el otro acaba cediendo a las presiones del medio y se incorpora al trabajo colectivo. El buey se convierte en un símbolo de la independencia de su amo, quien acaba derrotado momentáneamente por los campesinos que ven en él los valores caducos de los viejos tiempos. Más adelante, con los cambios económicos y políticos que se producen en el pueblo, la independencia del campesino Lan Lian será valorada como el aporte de un adelantado valiente y visionario.
Ximen Nao regresa al infierno y ahí se le concede la oportunidad de volver a su pueblo convertido en el glotón Cerdo 16. Su tamaño y fortaleza lo destacan entre sus iguales y el porcino pasa a convertirse en el ejemplo a seguir de una campaña nacional de crianza de cerdos, en lo que se puede leer como una clara e irónica referencia a la campaña de producción de acero impulsada en China en los tiempos de Mao Zedong. El pueblo se organiza para destacarse en la campaña y ser un ejemplo para emular por otras localidades. Sin embargo, la cría de cerdos termina en fracaso y el Cerdo 16, que era el semental del criadero, pasa a ser el líder de una pandilla de cerdos salvajes y rebeldes. Esta parte de la novela es la que contiene mayor cantidad de aportes humorísticos, siempre en relación con las observaciones de Cerdo 16 sobre los seres humanos y sus relaciones entre sí, y también con la aparición, como uno más del pueblo, de un muchacho algo charlatán y bueno para provocar problemas llamado Mo Yan. El porcino muere después de un acto heroico que le permite salvar a un niño a punto de ahogarse en un caudaloso río.
De vuelta al inframundo, Ximen es reencarnado en un perro al que le toca vivir los años de la historia china posteriores a la muerte de Mao Zedong. En este tiempo se vive la transformación del pueblo con la llegada de la luz eléctrica, la construcción de nuevas viviendas, el uso de vehículos modernos y la aparición de los negocios privados. La vida parece encaminarse hacia un punto de bienestar en el que las antiguas carencias e injusticias parecen ser solo parte de un mal recuerdo. Pero también es la época, y el perro Ximen es testigo de lo que sucede, de una modernización económica que viene de la mano de la corrupción política y económica, la ostentación descarada de los nuevos ricos y la aparición de nuevas generaciones que se dedican a malgastar los ahorros que tanto le han costado reunir a sus padres y abuelos. El perro muere de viejo y Ximen Nao pasa a vivir una breve existencia de mono en la que es testigo de la desaparición, por enfermedades o muerte violentas, de su familia. El círculo se cierra con la muerte del mono y el nacimiento de un niño llamado Qiansui que no es otro que el mismo Ximen Nao, reencarnado en una nueva vida humana y dotado de especiales condiciones para los relatos orales.
La vida y la muerte me están desgastando es un prodigio narrativo que requiere de la complicidad de lectores atentos y avezados. No es fácil meterse en un universo tan amplio y particular; convivir con una cantidad enorme de personajes y aceptar el juego entre la realidad y la fantasía que propone Mo Yan a lo largo de su obra. Pero el resultado es altamente gratificante porque se trata de una de esas novelas llamadas a tener un lugar destacado en la narrativa de todas las épocas. Por su humor y soterrada ironía política puede emparentarse con novelas como “El maestro y Margarita” de Mijaíl Bulgákov; y por el cuadro histórico que despliega a través de sus páginas con “El doctor Zhivago” de Borís Pasternak.
Aunque Mo Yan hubiera escrito tan solo las tres novelas antes comentadas habría sido mérito suficiente para obtener el Premio Nobel y ganarse la complicidad de numerosos lectores en el mundo. Mo Yan es historia y crítica social; violencia y amor, vidas familiares y sueños personales, sátira y humor, relatos fantásticos y folclóricos; una palabra que no cesa, caudalosa, y una capacidad envidiable para hablar de la vida con todos sus matices y desde distintos puntos de vista. Es un gran retratista de la condición humana con sus grandezas y miserias; y un escritor con el imán suficiente para atraer poderosamente a sus lectores.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…