Otra mirada de Lo llamaban Comandante Pepe

Por Igor Goicovic Donoso

Historiador. Académico Usach

Presentación realizada el 8 de junio de 2018, en el restaurant Valparaíso mi amor.

Quiero agradecer a Rubén González por invitarme a participar de la presentación de su libro y al Neco por acogernos en su local.

Me permito señalar, en primer lugar, que este texto es un relato que, apoyado en hechos y antecedentes históricos, le permite a su autor evocar libremente nuestro pasado inmediato. No es una obra histórica. Pero sí es un registro historiográfico.

Este tipo de obras tiene una dilata trayectoria: Lo utilizó Robert Marguerit en sus cuatro volúmenes sobre la Revolución Francesa; León Tolstoi en su obra cumbre, La guerra y la Paz, que trata sobre la invasión napoleónica a Rusia; y Máximo Gorki, que en su novela La Madre, analiza el escenario previo a la Revolución Bolchevique. En Chile también existen antecedentes al respecto. Nicomedes Guzmán, en La sangre y la esperanza, describió la vida de los sectores populares en los conventillos; mientras que Jorge Inostroza analizó la Guerra del Pacífico en Adiós al séptimo de línea.

Pero más allá de lo fidedigno de los datos contenidos en este tipo de registro, su gran aporte radica en recrear la atmósfera de una época; aquello que, en general, no queda en las fuentes oficiales: los diálogos probables de los protagonistas, sus percepciones, sus sueños, sus sentimientos, sus biografías.

En este trabajo Rubén González, siguiendo la trayectoria de Gregorio José Liendo Vera construye también las biografías de decenas y cientos de compañeros: El Mono Acuña, el Pelao Krauss, Pedro Barría, René Barrientos, Svante Grande, Don Isidoro y la Sra. Tina, Yolanda, don Alejandro -el de los colmenares-, el patriarca Avelino Reinahuel, etc.; gente común, trabajadores, que al igual que Pepe se construyeron históricamente en torno a un ideal humanizador: el socialismo. No obstante Pepe sigue estando en el centro del relato: ya sea como el joven liceano de Punta Arenas, el estudiante de la Universidad Austral, el dirigente del Complejo, el agitador itinerante e incansable, el alfabetizador en zonas rurales, el gran conversador (ese que no sólo habla, sino que escucha), el militante decidido, el combatiente heroico, el mártir.

Pero este libro no sólo nos habla del sujeto; a través del sujeto no habla también de la experiencia histórica del Complejo Maderero y Forestal Panguipulli. Cabe señalar que son múltiples los trabajos que han abordado esta experiencia. Sólo por enumerar algunos: El libro Guerrilla en Neltume (2003), coordinado por los compañeros del Comité Memoria de Neltume; la Tesis de Pedagogía en Historia y Geografía de Raúl Núñez (2005), que reconstruyó la vida de Gregorio Liendo Vera; el trabajo de José Manuel Bravo, De Carranco a Carrán (2012); el estudio de Cristobal Bize, El otoño de los raulíes (2017); y las memorias de Pedro Cardyn, Sangre de Baguales (2017).

Cabe preguntarse entonces: ¿Qué hay en esta experiencia que convoca tantos y tan variados registros?

Es sin lugar una experiencia novedosa de construcción de poder popular, a la cual concurrieron trabajadores madereros, trabajadores agrícolas, pobladores del sector y militantes del MIR.

También concurren una serie de prácticas políticas rupturitas, como las corridas de cerco y la ocupación de tierras y de poblados; el control de la propiedad y la organización de la producción por los trabajadores; la organización de base y la adopción de decisiones colectivas; y la preparación de la defensa de lo conquistado.

Pero está también la memoria de lo conquistado y construido. La solidaridad y el apoyo mutuo, la combatividad y la disposición al sacrificio, la intensidad de los afectos, la amistad y el compadrazgo, la fuerza telúrica del paisaje: la lluvia, los ríos, los bosques y los volcanes.

Y está la memoria del golpe de Estado. Del intento de copamiento del retén de carabineros de Neltume y de la inmediata avalancha represiva que azoló a la región. Militares, carabineros y latifundistas llevaron a cabo brutales batidas represivas en toda la zona, especialmente en Neltume, Liquiñe, Choshuenco y Puerto Fuy. Miles de trabajadores y sus familias fueron golpeados, muchos de ellos fueron detenidos y otros debieron cruzar la cordillera para escapar de la represión. Cabe consignar que (de acuerdo con el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, 1991), sólo en la antigua Provincia de Valdivia 68 personas, la mayoría de ellos trabajadores rurales, fueron detenidas y ejecutadas entre septiembre y octubre de 1973. Uno de los índices de victimización más altos de todo el país. De esta manera el sueño de construir el socialismo desde abajo quedó abruptamente interrumpido. Uno de los asesinados fue Gregorio José Liendo Vera, fusilado en Valdivia el 3 de octubre de 1973.

Pero esa última imagen de derrota y muerte no debe cerrar esta presentación. Yo prefiero quedarme con uno de los relatos contenidos en la página 111, que he subtitulado como “El Mirador de Arístides”, en el cual se nos recrea una de las tantas incursiones de Pepe por la montaña valdiviana.

“Y en cuanto los demás estuvieron junto a ellos los dominó el si­lencio. Ninguno habló, pues parecía que cualquier palabra, frase u ora­ción, el más pequeño monosílabo o alguna exclamación estaría fuera del vocabulario maestro de la montaña, que hablaba en silencio. Era un enorme claro que les permitió observar hacia el lago Neltume y los ce­rros azulosos poblados de árboles. Al dirigir la mirada iban encontrando quebradas y ríos que en sus orillas parecían cobijar nuevas especies de matices verde claro algunos, casi amarillos otros, en una expresión cromática que parecía danzar lentamente.

—¿Qué les parece compañeros? — preguntó Arístides.

Por unos minutos ninguno respondió.

—Esto es muy hermoso, es para quedarse acá para siempre— re­flexionó Pepe en voz alta mirando la montaña infinita”.

Es ahí donde quedó Pepe; entre las montañas, volcanes, ríos y bosques; quedó en medio de sus trabajadores, sus sufrimientos, sus luchas y evocaciones; quedó en la memoria de quienes, como Rubén, no transan con el capital y sus lacayos. Por eso este libro es el resultado de un trabajo comprometido e inspirado. En él su autor plasmó una parte de sus recuerdos y registró, también, los recuerdos compartidos. Y ahora nos los ofrece, como un tesoro valioso que debemos apreciar y cuidar; y lo hace de forma directa, ágil y muy conmovedora. Los invito entonces a conocer el tesoro que nos ofrece Rubén.