(En El Jardín de los Besos, uno no es ninguno).                                        

Po Sonia Cienfuegos Becerra

Esa noche, la pareja comenzó el Rito del Besar. No pudieron ni quisieron detenerlo  la madrugada ni el día siguiente ni las noches ni las madrugadas ni los días que prosiguieron,   hasta devenir en seres esqueléticos/consumidos por su mutua voracidad en medio de un indescriptible marasmo.

Antes de perderse como seres vivientes, la pareja habló con el Administrador de El Jardín de los Besos, dejando sus últimas instrucciones:

– Cuando el aire no bombee nuestros pulmones, la sangre no irrigue nuestro cerebro y nuestros corazones fallando no palpiten, es nuestro deseo ser enterrados juntos bajo los canelos, los boldos, los alerces y arrayanes, donde más allá danzan las fuccias bailarinas del sur del Confín del Mundo –