Por Oscar Barrientos Bradasic
Texto leído en la presentación de la novela. Universidad de Magallanes, Punta Arenas.
Me gustaría comenzar esta presentación con una cita del dramaturgo alemán Bertolt Brecht: ”Con la guerra aumentan las propiedades de los hacendados, aumenta la miseria de los miserables, aumentan los discursos del general, y crece el silencio de los hombres”.
El arado de la memoria abre inevitables surcos en las páginas de la historia, aunque se le omita, niegue, silencie o se someta a las llamas del olvido. Este libro, que hoy encuentra nuevos lectores en la ciudad continental más meridional del mundo, ha dado una travesía a través de los océanos del tiempo hasta nosotros, para restituir en algo una vieja deuda: La de reconocer a un coterráneo, a GREGORIO JOSÉ LIENDO VERA, joven magallánico, ex alumno del Liceo de Hombres de Punta Arenas, estudiante de Agronomía en la Universidad Austral de Valdivia, militante del MIR, asesinado por la dictadura el 3 de octubre de 1973.
Lo llamaban el Comandante Pepe es el título de la novela de Rubén González Lefno, amigo de andanzas valdivianas, con sus tardes lluviosas y sus inspiradas tertulias.
Si nos internamos en sus páginas nos encontramos de sopetón con la humanidad profunda de una época, con un tiempo donde se tuvo la sensación de una transformación efectiva de la sociedad. Allí aparece ese trozo de la juventud que inspirado en los ideales de la revolución latinoamericana estuvo a la altura de las circunstancias. Cuán lejos y pretérito se aprecian estos tiempos desde el hoy.
Como bien sabemos, a veces los límites entre novela y autobiografía son muy sinuosos y sus fronteras son siempre frágiles o dignas de ser repensadas. Eso aflora tempranamente en esta novela, ya que por sus páginas respira la alegría, el dolor, la euforia, las decepciones y sueños de toda una generación. En el caso del Comandante Pepe, por su arrojo y convicción, su estampa adquiere ribetes cercanos a la leyenda.
El relato ágil narra de manera impecable el aprendizaje y acercamiento de Pepe Liendo a los ideales de justicia social, su compromiso férreo con el ideario revolucionario, organizando al campesinado y a los trabajadores madereros del sector de Panguipulli y Liquiñe, numerosas tomas en la zona de Valdivia que dieron origen al Complejo Forestal Maderero Panguipulli, megaempresa estatal surgida como resultado de las tomas de terreno entre 1970 y 1971 y que 1972 sería visitado por el Compañero Presidente Allende.
Y se describen tareas cumplidas no solo con coraje sino también con la alegría clara de estar construyendo a retazos la catedral de la historia. De igual manera, hay espacios para la poesía y el atavismo que se mueve en la fogata, esparciendo la pavesa:
“Por otra parte, algunos se han esforzado en suplantar el pasado y, después de aquellos años en que hubieron de vivir a salto de mata, danzan bajo el dominio irresistible del camaleonismo. Para ellos el pasado se ha convertido en algo lejano e incómodo y el futuro les cayó con la perfección de un aplastamiento. Lejos, muy lejos, parecen verse las ramas de los enormes gigantes ondulados por el viento. Más distantes aún los diálogos junto a una fogata y la invitación de algún maderero en la montaña. — Compañero Pepe, tome mate. Para que se le pongan los ojos verdes”.
El episodio posterior del retén de Neltume abre una herida en la piel de la historia. Allí, en la ciudad de Valdivia, tras un consejo de guerra, fueron asesinados 12 jóvenes, de entre 19 y 29 años, en octubre de 1973. En toda historia épica hay verdugos. No olvidemos que la barbarie se naturalizó desde ese tiempo hasta los memoriales días de hoy.
Hoy la novela de Rubén nos entrega la posibilidad de disparar esa arma cargada de futuro, parafraseando a Gabriel Celaya, de reencontrarnos con este joven magallánico que empeñado en sembrar la semilla de la igualdad ofrendó su vida por la causa de los trabajadores, dejándonos a su vez un legado que nos compete rescatar. Agradecerle por su vida, en realidad. Bienvenidos recuerdos y memoriales, pero también reparación y de manera especial, incorporar a la existencia los principios que inspiraron la vida de estas voces amigas.
Los sueños de Liendo están más vigentes que nunca, de manera especial en tiempos donde la adoración al becerro de oro ocupa el epicentro de la vida ciudadana y los ideales de transformación parecen relegados en viejos baúles o cementerios del olvido. Al contrario, creemos que Liendo y otros nombres de mujeres y hombres anónimos nos acompañan en la necesaria tarea de construir una nueva realidad.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…