13 al 15 de noviembre Primer Congreso Internacional:
Ciencia ficción y literatura fantástica: Recuerdos del porvenir
Sophia, la humanoide con inteligencia artificial fabricada por una corporación con sede en Hong Kong, se convirtió hace dos semanas y media en el primer robot que obtiene ciudadanía. Se la concedió Arabia Saudita. La noticia causó estupor: Sophia está eximida de usar el velo y el traje al que obliga la ley islámica, lo que le da más derechos que a las mujeres sauditas y a miles de extranjeros que han trabajado en ese país toda la vida solo con una visa especial. El año pasado, la androide ya había hecho polémica al declarar en una entrevista que quería destruir a la humanidad. En un mundo alarmado por el terrorismo, ¿a qué persona de carne y hueso le darían la nacionalidad después de una afirmación como esta?
El escritor boliviano Edmundo Paz Soldán, autor de la inquietante novela de ficción posnuclear «Iris» (2013), causó una fuerte impresión en Adriana Valdés cuando lo fue a escuchar el año pasado a la UDP. «Dada la rapidez de los cambios en el mundo, la ciencia ficción, antes un género secundario y un placer más bien culpable, había llegado a ser una forma que resultaba más ‘realista’, entre comillas, que las descripciones de hechos y costumbres del presente, que caducan en un dos por tres. Y la ciencia ficción ilumina posibilidades tanto utópicas como distópicas del futuro», escribió la ensayista chilena en «Las humanidades en tiempo de avatares y de cyborgs».
Para los seguidores del género fantástico y la ciencia ficción, 2017 ha sido un verdadero annus mirabilis . Al esperado estreno de «Blade Runner 2045», secuela de la película basada en una novela de Philip K. Dick, se agregan las segundas temporadas de series televisivas como «Twin Peaks», creada por Mark Frost y David Lynch, y «Stranger Things», de los hermanos Duffer. En el plano literario, la Academia Sueca concedió en octubre el Premio Nobel a Kazuo Ishiguro, escritor que, pese a las reservas de la crítica, no ha temido en incursionar en sus dos últimas novelas, «Nunca me abandones» (2005) y «El gigante enterrado» (2015), en la ficción distópica y el género maravilloso respectivamente.
La academia mira con interés
El creciente interés de la academia en estos campos se ve reflejado en el especial monográfico, de más de 600 páginas, que la Revista Iberoamericana, editada por el Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, con el patrocinio de la Universidad de Pittsburg, dedicó en su último número a «La ciencia ficción en América Latina». Es el segundo dossier que aparece sobre el tema en menos de cinco años, continuación del que salió en 2012, según hace notar Fernando Moreno, de la Universidad de Poitiers, quien participará en el Primer Encuentro de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción, que se inicia mañana en Santiago.
Organizado por la Corporación Letras de Chile, el Centro de Estudios de Literatura Chilena (Celich) de la Universidad Católica y el Departamento de Literatura de la Universidad de Chile -con el apoyo del CNCA-, el encuentro reunirá, hasta el miércoles 15 de noviembre, a narradores, académicos, estudiantes y lectores que podrán asistir a 18 mesas redondas, cinco conferencias y una lectura de escritores. Todas las actividades están abiertas al público y habrá una muestra editorial paralela al encuentro, donde participarán sellos como Puerto de Escape y Ceibo. El programa completo se puede consultar en internet (www.letrasdechile.cl).
El congreso tuvo su origen en una idea de Diego Muñoz, autor de la novela «Flores para un cyborg» (1997) y presidente de Letras de Chile. A juicio de este autor, «durante 30 años no hubo producción de literatura fantástica en el país», después del gran movimiento impulsado en los años 50 por narradores como Hugo Correa, autor de «Los Altísimos» y «Alguien mora en el viento», entre otros clásicos del género. La efervescencia política de Chile a fines de los 60 y los siguientes 17 años de régimen militar determinaron un largo paréntesis. «A mediados de los 90, ya regresada la democracia, empieza a producirse una diversificación en la literatura nacional y aparecen el tema fantástico y la ciencia ficción, que desde entonces han progresado mucho. Parte de lo que queremos lograr en el congreso es una oportunidad de hacer balances», explica Muñoz.
«Creemos que este género es muy relevante. Hay cada vez más autores en Chile y Latinoamérica, pero no ha habido suficiente visibilización en el plano más académico», dice Macarena Areco, profesora del Instituto de Letras de la Universidad Católica y directora del Celich. Enfatiza que no se trata de una literatura de nicho. «La ciencia ficción ya no es tan cerrada genéricamente, como lo fue cuando nació, hace cien años, en Estados Unidos», observa la investigadora. «Paz Soldán, por ejemplo, es un escritor canónico, central, y novelas como ‘Iris’ funcionan bien dentro del género, pero tienen un interés que va más allá. Los nuevos desarrollos narrativos son herederos de modalidades de los 90 y los 2000 como el ciberpunk y el posthumanismo, que reflexionan sobre el momento actual en la sociedad del espectáculo. Los rápidos progresos de la informática se reflejan en el tema de los cuerpos intervenidos, donde ya es mucho más difícil establecer los límites entre cuerpo y máquina».
Invitados internacionales
Este es precisamente el meollo de «Los cuerpos del verano», de Martín Felipe Castagnet (La Plata, 1986), quien especula sobre un futuro en el que los muertos pueden regresar a un cuerpo ajeno. Autor también de la novela «Los mantras modernos», Castagnet ofrecerá este martes una conferencia sobre la ciencia ficción en las bibliotecas latinoamericanas, desde la Editorial Minotauro hasta el presente. «Escribir con el fantástico hoy es una manera de ser realista, porque es un mundo fantástico», dijo en una entrevista a Eterna Cadencia el narrador incluido en la lista de Bogotá 39.
Castagnet reconoce no sentir ningún respeto por la ciencia ficción, declarándose parte de una tradición iconoclasta argentina. Lo mismo podría decirse de César Aira, Ricardo Piglia y Ana María Shua. Esta premiada narradora ofrecerá el miércoles una conferencia en la que, según adelanta, hablará de la gran cantidad de autores jóvenes que están escribiendo literatura fantástica y de ciencia ficción, así como del ingreso del terror y el horror, antes considerados géneros menores, a la alta literatura. «La ciencia ficción, que estuvo perdida y abandonada durante muchos años, ahora vuelve a entrar por la puerta grande», dice Shua.
Pese a la fuerte presencia de narradoras trasandinas que acogen lo fantástico, como Samanta Schweblin y Mariana Enríquez, Shua no cree que el género haya sido «capturado» por mujeres. «En Argentina la literatura fantástica es la literatura a secas; los mismos autores trabajan el fantástico y el realismo en distintas obras, varones y mujeres. Desde nuestros grandes maestros, como Borges, Bioy, Cortázar, hasta los sub 40 que escriben hoy. La novedad es que en este momento hay muchas más mujeres que escriben, y muy bien, entonces aparecen más mujeres en todos los campos».
Desde Cuba, viene Yoss, seudónimo del escritor José Miguel Sánchez, quien abordará el influjo de la ciencia ficción soviética en la isla. «Durante los años 70, particularmente, el modo soviético de escribir dicho género fue una influencia fundamental para muchos autores nacionales, que solo conocían antes clásicos anglosajones. Incluso hoy puede rastrearse esta marca, aunque ya la estrechez de temas y enfoques ha sido definitivamente superada», dice Yoss. La llegada de nuevas tendencias del género, pese al bloqueo de Estados Unidos, se refleja en la próxima aparición de «Los mil y un zombies», la primera antología de cuentos sobre estos seres de autores cubanos. «Si bien, en estos momentos a los autores nacionales les interesan más los subgéneros largamente prohibidos en la ciencia ficción nacional, como la ucronía, la distopía y la space opera. En general, Cuba está más al tanto de lo que se escribe en Estados Unidos o en Europa que de lo que se publica en el resto de Latinoamérica. Situación, creo, común a los autores de este continente, con sus pros y sus contras», advierte el cubano.
Una de las estrellas del congreso es el español David Roas, narrador y docente de la Universidad Autónoma de Barcelona, donde dirige un equipo de investigación internacional, el GEF (Grupo de Estudios sobre lo Fantástico). Autor del notable ensayo «Tras los límites de lo real» (Páginas de Espuma, 2011), Roas propondrá en la conferencia inaugural de mañana una reflexión teórica sobre la poética fantástica actual de los escritores que cultivan el género en España.
«Se trata -dice Roas- de un recorrido por varios rasgos, que dibujan la manera en que ahora se entiende y se cultiva lo fantástico en la narrativa española. Rasgos que muestran tanto una continuidad con la generación anterior, como, sobre todo, revelan las vías por las que se ha renovado el género. Aunque debo señalar, para evitar confusiones, que cuando hablo de lo fantástico me refiero a aquellas narraciones que proponen un conflicto entre lo posible y lo imposible, por lo que dejo fuera la ciencia ficción, el realismo mágico o el fantasy , donde no se produce ese conflicto inquietante».
Roas, sin embargo, cree muy necesario que estas categorías sean aceptadas en el canon de los estudios literarios, porque son un fenómeno de enorme impacto de nuestra cultura, tanto en literatura, como en cine, televisión, cómic o videojuegos. «Poco a poco estamos logrando que el mundo académico les preste atención, aunque en el ámbito español/hispano llevamos mucho retraso si nos comparamos con el mundo anglosajón y el francés».
Danilo Manera, de la Universidad de Milán, documentará la tesis de que, a través del siglo XX, la ciencia ficción y las novelas protagonizadas por científicos han sido en España la excepción. Aparte el conservadurismo, el escaso desarrollo de las ciencias y el peso de la Iglesia, Manera advierte un escepticismo humanista preocupado por la bomba nuclear, la manipulación biogenética y la inteligencia artificial. «Así los científicos son héroes -o más a menudo antihéroes- fracasados. Las cosas cambian hacia finales del milenio y comienzos del siglo XXI, gracias también al cine y a la literatura catalana. Aunque hoy la inspiración es globalizada, la ciencia ficción hispanoamericana me parece más fresca y original, positivamente contaminada y mestiza, incluso más osada».
Aportes de Chile: De Elena Aldunate a Mike Wilson y Baradit
Los organizadores del encuentro destacan la reciente valorización de la obra escrita por María Elena Aldunate (1925-2005), reeditada por Cuarto Propio. A ella se dedican cuatro ponencias de la mesa «Las damas de la ciencia ficción» (miércoles 15). Su obra es analizada a la luz de nuevas tendencias que estudian las sexualidades divergentes y el ecofeminismo, comparándola incluso con maestras contemporáneas del género como Margaret Atwood y Ursula K. Le Guin.
Prometedor y «philipdickeano» es el título de la conferencia «¿Haría usted el amor con un delfín? Ciencia ficción: sexualidades alternativas», del profesor Luis Vaisman, autor del ensayo «En torno a la ciencia ficción: propuesta para la descripción de un género histórico» (1985), uno de los más rigurosos estudios que se han publicado sobre el tema en nuestro país.
Un autor chileno que estará en el congreso como expositor y objeto de estudio es Darío Oses. En una mesa se propondrá una mirada distópica de su novela «2010: Chile en llamas», publicada en 1998. El narrador, por su parte, leerá la ponencia «Pablo Neruda, lector y autor de narraciones fantásticas y viajes extraordinarios». El director del Archivo de la fundación que lleva el nombre del poeta adelanta: «En distintos lugares de la obra de Neruda se encuentran poemas en que este fabula, relata situaciones fantásticas, hechos extraordinarios o contactos con lo numinoso. La caracterización de Neruda como poeta del amor, del mundo material y de las luchas de los pueblos, a veces no deja ver otras vertientes de su poesía, como esta. Sus fundamentos podrían estar en lecturas juveniles de literatura fantástica, como el cuento ‘El incendio terrestre’, de Marcel Schwob, que es antecedente ineludible del argumento de ‘La espada encendida’, la más elaborada fábula poética de Neruda».
Mike Wilson, autor de novelas como «Zombie» y «Rockabilly», presentará mañana la lectura de los escritores Ana María Shua, Martín Felipe Castagnet y Yoss. La omnipresente figura del zombie será analizada en dos ponencias a cargo de los escritores Martín Muñoz Kaiser e Ignacio Fritz. Este último sigue las huellas del muerto-viviente desde «La epopeya de Gilgamesh» hasta autores chilenos como Tomás Harris y Pablo Illanes. «Reivindicaré al zombie como la metáfora negativa de los totalitarismos, aunque ahora el problema radica en la tecnología», adelanta Fritz.
Tanto autores como estudiosos del género coinciden en que la ciencia ficción permite hablar de la realidad presente a partir de sus desarrollos futuros. Ya Luis Vaisman advertía que este género crea en el lector la ilusión de que se está leyendo acerca de la realidad, pero se encuentra separado de ella solo en términos temporales. «¿Y qué otra cosa hace el discurso histórico, fuera de distanciar al lector en el sentido temporal inverso?», pregunta Vaisman.
Esta comprobación permite comprender no solo una sensación de realidad más actual que la transmitida usualmente por el «realismo», sino el hecho de que autores especializados en ciencia ficción como Jorge Baradit -habrá una mesa completa dedicada a su obra- incursionen con gran éxito de lectores en la crónica de sucesos históricos.
En El Mercurio, Cuerpo Artes y Letras, E6
Domingo 12 de noviembre de 2017
Cualquier parecido con la realidad sólo coincidencia.