Por Rodrigo Juri
Esta fue la última sesión del Ciclo de Lecturas previo al Primer Encuentro de Literatura Fantástica y de Ciencia Ficción. A lo largo de estas semanas hemos escuchado a casi una veintena de escritores chilenos de ciencia ficción y fantasía, lo que nos ha permitido tener una visión general y al mismo tiempo bastante profunda del estado del género en este momento particular. Es un momento que se caracteriza por una verdadera explosión de esfuerzo y talento que se evidencia en la considerable cantidad de material publicado en los últimos años, tanto que incluso ha llamado la atención de la academia y es por eso que, ahora, nos preparamos para el Encuentro del cual este Ciclo de Lectura ha servido de preámbulo.
En esta ocasión las palabras preliminares fueron de Miguel Vera Superbi, quien habló en nombre de la Corporación Letras de Chile, agradeciendo la participación de todos los autores y público presentes en el Ciclo, para luego introducir a Fernando Moreno, encargado de moderar la discusión.
A diferencia de casos anteriores, Fernando Moreno va a presentar a los autores por separado, cada uno en su turno de intervención, y eso le va a permitir exponer de manera más extensa los antecedentes personales, profesionales y bibliográficos de cada uno de ellos.
Mario Bustos Ponce, el único escritor entre dos escritoras, fue el primero al que se le cede la palabra. Bustos Ponce va a leer algunas de las primeras páginas de “Los Vástagos de la Mente”, una novela de distópica, que describe una sociedad opresiva donde quienes tienen la responsabilidad de generar y acumular conocimiento han sido separados, física y culturalmente de aquellos que deben aplicarlo y utilizarlo para fines tecnológicos y, se supone, también de aquellos que finalmente toman las decisiones respecto de qué, cómo y dónde se usan dichos saberes. A partir de lo leído por el autor uno intuye que se trata de una historia de descubrimiento, donde el protagonista, aislado del resto del mundo se pregunta, “¿qué habría más allá del Mar?”, invitando al lector a sumarse en la búsqueda de respuestas.
Durante la ronda de preguntas, Mario Bustos Ponce va a reconocer que la novela refleja la presión que el mismo experimentó en los últimos años de educación escolar. En la línea de Orwell o Wells, Bustos Ponce va a utilizar la distopia como una herramienta de crítica social, sin ambigüedades al respecto, planteando una interesante metáfora sobre el control y la distribución del conocimiento, y su relación con el poder.
Luego le correspondió su turno a Belén Cereceda, quien ofreció al público el prólogo de “Condenados”, una novela de fantasía urbana que ella misma categoriza como perteneciente al género de la literatura juvenil. Los prólogos son para llamar la atención sobre lo que vendrá después y crear una sensación de expectativa y misterio, donde Cereceda consigue todos estos objetivos. Cabe mencionar su notable capacidad de describir la escena en todos sus planos, esto es, tanto el paisaje exterior el cual dibuja con esmero y detalle (pero sin caer en lo irrelevante), como el interior, a través de permanentes introspecciones por parte del personaje central del fragmento. Asimismo, la prosa es elegante destacando el uso de metáforas atrevidas y resplandecientes, administradas en la dosis precisa para no recargar el discurso.
Luego la autora nos explicará que la historia misma es de carácter mitológico, teniendo elementos que van desde el Génesis bíblico (y no bíblico) hasta tradiciones del sur de Chile. Pero todo ello en un presente contemporáneo, aunque, de todas maneras, fantástico.
Yamila Huerta fue la última expositora de esta sesión y también del Ciclo como un todo, y eligió para la ocasión dos fragmentos de su novela recién publicada, “El Mendigo de Karmaf”. Se trata de una obra de fantasía épica, dentro de la tradición de “Las Crónicas de Narnia” o “Thomas Covenant, el Incrédulo”, donde los protagonistas cruzan inadvertidamente un portal que los traslada de este mundo cotidiano y normal a uno lleno de magia y mil maravillas. En este caso un Chile contemporáneo pero alternativo, donde seguimos siendo una colonia española sumida en el medioevo y donde los mitos de los pueblos originarios cobran vida para buena o mala fortuna de los personajes.
Huerta es profesora de español y magister en Lingüística y eso se nota. Porque más allá del argumento, lo que de veras destaca en su obra es cómo se sirve del mismo para hacer un rescate del romance épico medieval, tanto en su forma como en su fondo. Escuchamos asombrados cómo sus caballeros hablan en español antiguo (hasta podemos imaginar su acento castellano) y también a sus juglares declamando cantares con ritmo y entonación. “El Mendigo de Karmaf” es una novela de fantasía, sin duda, pero tiene elementos que, a ratos, lo convierten en un verdadero estudio lingüístico y antropológico.
Después de Yamila Huerta, Miguel Vera volvió al frente para cerrar el Ciclo de Lecturas. Más que un discurso de despedida, Miguel prefirió proyectar algunas imágenes, a partir de las cuales invitaba a la reflexión sobre el futuro. Y también por supuesto, extendiendo la invitación para asistir al Primer Encuentro de Literatura Fantástica y de Ciencia Ficción. Desde esta crónica que les ofrezco, la última de este Ciclo, me sumo con entusiasmo a las palabras de Miguel y espero verlos a todos, la próxima semana, para continuar conversando sobre fantasía y ciencia ficción.
Es asombroso descubrir cómo se articulan las ideas y pasiones en torno a la poesía habiendo tanta distancia geográfica -nunca…