Por Víctor Hugo Collier
Del poemario “Audición del confín” (2010)
Síntesis de un síndrome psicodélico
Un lecho de cenizas seducidas de nostalgias Fomentados en germinar cuando se arrimó la psicodélica En bríos inspirados
Se azotaron los rostros de las consonancias Desde la nada inmigró
La edición de las formas de una guitarra mordida En una barca de sutilezas musicales
Oleada que durmió alrededor del empíreo
Testeras remojadas en aditivos que las circunstancias evaporaron Los resentimientos de la noche y desangramientos de amanecida Cuantas imágenes acusan al espacio intrínseco
En episodios alucinógenos
La simpleza demuestra travesías en atardeceres Sorteando tu retrato de lo desprevenido
Sol de la punta arenosa
No queda resuello en el ahogo
Queda la esfera donde el ave marginal Deja siempre escapar a su presa Hacia el cruce del
Los esclavos del alma no estarán sostenidos en una moneda Tan vulgar como todos los días sin aprecio
Y quedamos descansando sin ser entendidos Y tendidos en el mismo sitio que soñamos.
Revelaciones
Comenzamos buscando la plenitud, sin saberlo Las coincidencias se frecuentan; misterios
La belleza cuando brilla indica la cercanía de la energia
Competir para el poder, inconscientemente aspiramos el vigor del otro A lo lejos alguien se entrega voluntariamente
La mística será un cuerpo real en el mismo universo Con destellos mentales en el transcurso de la vida En los conflictos humanos, el corazón ante la espada
Excitación, euforia y después amor Al recordar el primer amor Quedando el pasado en claridad
Lo distante crea la interrogante y la interrogante te hace distante Los intimidadores crean lo pobre de uno
Sosteniendo una calamidad por un tiempo Forjando otro tiempo para liberarse
Llegamos hasta donde el hijo; y el sigue Forma condescendiente de evolución No se borra el conocimiento
El amor no es conceptual, ni imperativo, ni moral Las percepciones aparecen en el fondo de la mente
Como ensueño o una visión más pequeña para guiarnos Identificando la imagen negativa para que dejé de surgir Y la intuición se convierta en requiebro
Al lado de los niños no vegeta la apatía Tampoco la rivalidad fraterna Apuramos el ámbito en nosotros
Lo primordial de una relación superior
Quien se cruza, trae un mensaje
Los signos, el contacto visual repentino Es el mismo grupo de pensamientos
En la cultura emergente de la evolución consciente Donde cruzaremos.
Elación
Marchitar en la disminución de la madures del incienso encendido No te va esperar la primera zarpada hippie en la exposición
De tu vientre sin trasluz
Las bocinas que suenan en el exterior, es el círculo por cerrar Empedernida de los silbidos de la audición del confín
Es tu corazón del preocupar cuanto vivirá Imaginar en realidad quien te imaginará
Que transmite decisión de persistir un poco más, te configurarás Tu boca no duerme y la elisión del sabor de saber de ti
Se prodigará.
Víctor Collier, (Punta Arenas, 1962), trabajador portuario, pintor muralista, caminante de la noche austral. Padre de Didier y Ernesto. Su figura circunda los cerros de la urbe obrera de Punta Arenas, la población 18 de septiembre, levantada, a través de la autoconstrucción popular, en la década de los años 50. Ex alumno de la Escuela Industrial “Luís Quezada Acharan” y la “Escuela Superior de Hombres N 7”, fue seleccionado de básquetbol de Punta Arenas en la década del 70. Participó durante los 80’s en el emergente movimiento psicodélico de Magallanes. Publicó poemas en la revista “La Peste“, en 1996. Trabajos suyos fueron expuestos en el marco de las “Segundas Jornadas de Solidaridad con el pueblo Mapuche”, en la Casa de los Derechos Humanos. En 2009, obtiene el segundo lugar en el 1º Concurso de Poesía Inédita organizado por la Municipalidad de Punta Arenas, la Agrupación Femenina Literaria Regional y la Biblioteca 114 de la población 18 de septiembre.
Frente al placebo de una democracia inocua, entre comillas, paréntesis y puntos suspensivos, dosificada por mercaderes y empresarios, Collier antepone textos pavimentados por un desencanto que conduce al autor, a una total distancia e indiferencia hacia las instituciones políticas, sociales y religiosas chilenas. Dentro de su poesía, su profundo entendimiento de la naturaleza es el vestigio que redime al hombre y la mujer que recorren los contornos de su canto. Algunos pasajes de su escritura presentan un formato barroco, impregnado de arcaísmos. El autor asigna relevancia a la forma y la sintaxis, un sentido monástico, sentencioso, casi religioso, pero de un credo fundado en los confines de la naturaleza austral, se percibe en muchos de sus textos, especialmente en sus primeras obras, “Pedazos del Destino” (1998), “Enálage para la creación del sustento” (2002) y “Fuente Infausta” (2009). De ahí en más, desde “Audición del Confín” (2010) y “El pasado que muerde la sonrisa” (2011), la escritura decanta, sedimenta, se vuelve más urbana y expresiva, surgen otros temas en el discurso poético, trabajados con su particular lenguaje sin afeites. Collier no entrega “esquelas”, “postales”, ni “retablos”, más bien hendiduras, autorretratos o cicatrices de realismo en blanco y negro.
La épica población 18, casi como un mantra, faenas portuarias y campesinas, cóndores y pumas, Barranco Amarillo, Tres Pasos, Río Grande, cielos fueguinos, yámanas, chilotes, huilliches, yugoslavos, bares y burdeles del Barrio Sur de Punta Arenas, son parte de los nobles materiales que sustentan el andamiaje literario de la poesía de Víctor Collier.
En mi vida había leído poemas tan horrendos y pretenciosos.