DSCN0609Realizada el martes 8 de noviembre, 2016

Por Miguel Vera Superbi

Moderó el grupo como siempre muy hábilmente, el periodista Vólker Gutiérrez. Este panel estuvo integrado por Macarena Areco, Doctora en Literatura; Jorge Baradit, conocido escritor de ciencia ficción y Claudio Rolle, Doctor en Historia.

En lo personal, si pensaba en el género de la CF como tal, habría recordado desde luego a un Julio Verne, Isaac Asimov y H. G. Wells, entre otros conocidos, como cualquier peatón que lee. Sin embargo y luego de estas exposiciones, es evidente que el tema abarca mucho más, no es solo cosa de ‘autores’.

Verne, por citar un ejemplo, proyecta lo científico y lo técnico en una suerte de predicción. De hecho, las novedades que presentaba a mediados del siglo 19, son ahora realidades en su gran mayoría. Si él pensaba –como caso- en el submarino Nautilus, imaginaba algo imposible, inviable para su tiempo. En esos años, la cantidad de científicos e ingenieros que desarrollaban inventos eran solo unos pocos cientos en el mundo. Hoy son millones (solo en China egresan anualmente 5.000.000 de ingenieros…).

Ahora quedan pocas áreas para imaginar ‘novedades’, como en el caso de Julio Verne. Veamos algunos ejemplos actuales:

  1. En estos precisos momentos se está creando el procedimiento para “tijeretear” los genes y obtener bebés ‘según especificaciones’ de color de ojos, fortaleza física y todo lo que se quiera modificar antes del nacimiento. Como dato inquietante: eugenesia significa ‘buen nacimiento’.
  2. Se estima ahora, que el 85% de la materia del Universo es ‘oscura’ (vemos con suerte solo el 15%), ¿qué pasará dentro de ese enorme ‘nuevo mundo’ aún desconocido?
  3. Las próximas comunidades en Marte es tema en camino de realización.
  4. Los autos eléctricos Tesla y otros que se manejan solos, etc.

Cabe preguntarse entonces, ¿qué es realmente la Ciencia Ficción? O quizás, ¿cómo se puede circunscribir este género ahora?

Para ir entrando en materia, veamos la definición en Wikipedia:

La ciencia ficción es un género de narraciones imaginarias que no pueden darse en el mundo que conocemos, debido a una transformación del escenario narrativo, basado en una alteración de coordenadas científicas, espaciales, temporales, sociales o descriptivas, pero de tal modo que lo relatado es aceptable como especulación racional.

DSCN0611En el caso de la exposición de Macarena Areco, su interesante artículo completo está publicado un poco más abajo en la página y puede revisarlo. Tanto Claudio Rolle como Jorge Baradit ordenan ideas entorno a algunos planteamientos de ella; está presente en lo que sigue.

Claudio Rolle:

Una de las primeras veces que se planteó una alternativa al “mundo real”, buscando un mundo diferente al que le tocó vivir al autor, fue la obra “Utopía” de Tomás Moro, en 1516. Juega inicialmente con las palabras latinas outopos (no lugar) y eutopos (buen lugar), presentando un lugar perfecto criticando los males de su época, contrastándolo con una isla ‘hecha a la medida’: Utopía, donde prima el bien público, nada es privado, a nadie le falta nada (en el mundo real, su disidencia con Enrique Octavo le costó la cabeza a Moro).

La utopía de pensar en una realidad diferente no es ‘falta del sentido de la realidad’, muy por el contrario, requiere el ejercicio potente de comprender muy bien lo presente como para aventurarse en plantear un nuevo modelo, una aspiración al eutopos.

El jesuita chileno Manuel Lacunza (1731-1801) sigue esta línea en su obra “La venida del Mesías en gloria y majestad” mediante un ejercicio de fantasía religiosa de gran envergadura: imagina ni más ni menos, que el eje terrestre se ‘endereza’ de sus 23,5° con lo cual se acaban las estaciones, cambia el paisaje y vuelve Cristo, ya no humilde y casi silencioso, sino que llega a reinar por mil años, generando un mundo de justicia, alegría y bienestar. Se publicó su trabajo después de su partida, pero generó mucho entusiasmo entre los partidarios del ‘Milenarismo’, que plantea que esto ocurrirá antes del Juicio Final o Parusía.

/DSCN0627El gran matemático y filósofo francés Nicolás de Condorcet (1743-1794) planteaba que “si hay igualdad, habrá felicidad”, pensamiento netamente utópico –como duramente constatamos a diario. Siendo girondino, quería lograr el progreso mediante la paz, educar bajo la tutela de la moral, dar derecho a voto a las mujeres y eso le costó la reprobación de los jacobinos, lo que desencadenó su muerte (ser utopista es dañino para la salud).

El siglo 19 es fuerte en la ‘predisposición utopista’ e influye aquí en América, Chile en lo particular, a personajes como Manuel de Salas y Juan Egaña, que hablan de ver la realidad más allá de lo evidente, ser más soñadores y fantasiosos para crear un mundo mejor; pero, ir de las ideas a las acciones concretas. El anarquismo pegó muy fuerte en casi todo el mundo occidental desde mediados del 1800 hasta ahora, aunque la idea no es para nada nueva; recuerdo ahora el buen libro Gargantúa y Pantagruel (creo que eran dos tomos cuando lo leí), de F. Rabelais publicado en 1532, donde describía de forma jocosa la abadía de Thélema como un lugar ideal, donde los monjes vivían sin necesidad de gobierno ni leyes; una sociedad anárquica en resumen. 

En Chile se intentó crear la comunidad de escritores, la Colonia Tolstoiana como idea de algunos escritores como Augusto D’Halmar y Fernando Santiván sin mucho resultado, pero si con gran entusiasmo, utópicos por supuesto.

El eslogan “La imaginación al poder” resume la idea del utopismo entre siglos e inspira los movimientos sociales.

Claudio aborda el concepto de ucronía como ejercicio para historiadores: “qué habría pasado si”; es decir, modificando algunas variables de la historia real, se llega a comprender mejor los hechos en una forma de ciencia ficción, tema central de este encuentro. El historiador debe trabajar con su imaginación para poder compenetrarse con épocas, formas de pensar, etc de un tiempo que no es el suyo e ir armando el rompecabezas de un acontecimiento o una gestación completa. Cita la obra “Viaje a la semilla” de Alejo Carpentier, donde se rebobina la historia del personaje, don Marcial. Recuerdo también a “El extraño caso de Benjamín Button”, de Scott Fitzgerald con la misma idea central. Menciona también el libro “Europa para los africanos” de Gottfried Distl, que anticipa la realidad europea actual, con el arribo de miles y miles de inmigrantes, eso por los años 80; se concluye que el historiador no es un mero recopilador de información.

 Jorge Baradit:

Este escritor viene del mundo de las artes visuales, de donde toma elementos de diferentes fuentes y los plasma en una imagen, utilizando todas las plataformas de que dispone actualmente: los soportes que permite Internet, además de los libros en papel. De niño se siente atraído por tres ejes, que se concentran en su trabajo literario: la tecnología, las mitologías comparadas y la religión, en particular la católica gracias a su abuela.

Uno de los géneros más políticos que existen es este de la llamada Ciencia Ficción, por la posibilidad de proponer, anticipar realidades y criticar –de paso- la vigente. Los autores van tomando como base su propio contexto social para proyectarlo modificado o no, en sus obras.

En Chile hay muchos elementos que le inspiran para desarrollar su trabajo literario; por ejemplo, “la Ciudad de los Césares” (hay varios nombres diferentes que definen el mismo concepto, “El Dorado”, entre otros). El país como un largo sendero hacia el sur en la época de la Conquista española; el sendero ‘debe’ conducir a algo. Esta noción de la existencia de una ciudad maravillosa, que representaba la posibilidad de tomar las riquezas a manos llenas y sin dificultades para los españoles o de ser en realidad un lugar utópico, con habitantes libres y felices, ha producido cerca de 20 novelas (Manuel Rojas, Pedro Prado entre otros), sin contar las revistas de historietas centradas en el tema.

Es el Chile que se sueña como república, hombres sanos y felices, la utopía social. Sin embargo, Jorge señala una arista distinta de la utopía, al comentar trabajos como el del artista visual Claudio Romo en algunos de sus trabajos, donde presenta la mirada hacia atrás, de cómo pudo ser el ‘sueño quebrado’: “La ficción me gusta como una herramienta para dar a entender lo blanda que es la realidad, y que la realidad en que tú habitas en algún momento fue imaginada por otro” (C. Romo).

Como material fundamental, plantea el concepto de “acumulación cultural”, muy propio de Latinoamérica: nada se desecha, todo se va guardando, nada sale y todo va entrando formando una pasta, un detrito. Un caso: en México observó que un ejecutivo de traje y con laptop en el brazo se acerca a un chamán sentado en el suelo y entre ambos realizan un ritual en plena calle y luego de eso, el primero sigue su camino como si nada: todo se queda, nada se va, se agrega y no se reemplaza así no más una cosa por otra. Luego de la Revolución Industrial, en los países donde ocurre, separan los elementos y los distinguen muy bien hasta hoy: lo místico, lo religioso son circunscritos a su propio ámbito exclusivo, en tanto que las máquinas y sus consecuencias van en su propio apartado conceptual. En nuestra región la tecnología, las máquinas y aparatos nos llegan listos, no participamos en la creación, no sabemos nada de lo que hay dentro de ellos, los consumimos pasivamente. Por esto, nos parece magia y así los vamos incorporando sin querer a nuestro acervo cotidiano de pensamientos, nuestra cultura hecha de piezas dispersas (interesante enfoque, ¿no?).

Jorge habla de un ‘ensamblaje grosero’, del amarre con alambre tan típico chileno y… mal hecho más encima. Esta construcción la ve retratada en pleno en el “Persa del Bio Bio” (una feria en Santiago, donde hay absolutamente de todo). En un rincón puedes encontrar a la venta calcetines, imágenes de la Virgen, PC antiguos, pendrives usados con información dentro, equipos nuevos, todo junto. Otra imagen muy representativa de este concepto es la de la infinidad de cables de comunicación y eléctricos que van quedando en los edificios públicos, en las calles, en las paredes, donde conviven por años –sin que nadie se atreva a retirarlos- los cables de teléfono fijo, de fax, de Ethernet, de citófonos quizás y los pintan encima, los tapan con algo, pero sin sacarlos; es la acumulación reverencial. Nadie se atreve a expulsar a los demonios en función de la razón, como en otros países y aquí se quedan.

Comenta un último ejemplo, que quizás a alguien que –como él- viene del mundo visual, es capaz de mirar: una machi en Temuco con una polera del grupo rock australiano AC/DC y escuchando música con audífonos en una plaza. De todos estos componentes estrambóticos (tal vez), genera su conceptualización de CF. No es la visión de la tecnología y la ciencia como pretexto para adelantarse a la época, como suele plantearse en el género; es una búsqueda de cómo esta tecnología puede ayudar a reflejar lo que está pasando en diferentes ámbitos y llevarnos a la reflexión.

Apuntes de los diálogos realizados entre todos al final:

–          Pregunta un asistente: los programas de los políticos, ¿son de alguna forma Ciencia Ficción? Claro, raramente se concretan, señala quién la formula. Queda abierta, ¿se atreve usted a idear una respuesta?

–          Claudio señala que en la literatura de anticipación hay un deseo, una proyección. La literatura es un testigo invaluable para el historiador, le permite tomar el pulso a una época, obtener variables de análisis.

–          Jorge señala que el espíritu que anima a la mayoría de las máquinas es el petróleo, culminación de los cadáveres de antiguos saurios; es decir, nuestra vida cotidiana se basa en el uso de cadáveres, nuestra atmósfera está cargada de estos restos y los respiramos a diario incorporándolos…

–          Pregunta una persona por la ‘tejeduría de mitos’ en Chile en relación a los héroes que provienen del fracaso: Arturo Prat murió arriba del Huáscar, el ‘desastre de Rancagua’, Allende y su muerte que lo eleva, los 77 héroes de la batalla de la Concepción, etc. Claudio afirma la necesidad de contar con mitos para funcionar, creyendo. Baradit comenta que Latinoamérica es un laboratorio de las potencias y el fracaso de los experimentos macro del socialismo y el neoliberalismo así lo demuestra. Estamos expuestos a fuerzas naturales y de influencia más grande que nosotros y nos superan. Quizás por eso vamos guardando todo en nuestra cultura sin proponer demasiado, sin atrevernos a ir más allá de la línea segura.

DSCN0613Claudio apoya esto mencionando el libro “Chile íntimo 1910” de Alejandro Venegas: una de las mayores desgracias para Chile fue haberse anexado esos territorios en la Guerra del Salitre. Además de enemistarnos con los vecinos, las materias primas que hemos explotado sin agregarles nada nos han mantenido sin hacernos crecer realmente, en un sentido de independencia del influjo de las importaciones. Es muy difícil un ‘proyecto de sociedad’ sostenible en estas condiciones. Basta ver cómo nos ha afectado últimamente la caída del precio del cobre para entender esta idea tan esclarecedora.

En fin, se dijeron todas estas cosas y muchas más. Sin duda, hay tema para reflexionar. Una última, la literatura de ficción y el cine que se nutre de ella quizás sean expresiones finales de la ‘angustia existencial’: el miedo a desaparecer por enfermedades, la ‘inminente destrucción total’ que aparece como fantasma cada cierto tiempo, la muerte, la opresión de los poderes, la pobreza por desigualdad. La ficción o exacerba esto o alimenta la esperanza de escapar. Ahora se está barajando de a poco esto de colonizar Marte, ¿regenerará la idea de la isla de Tomás Moro? Más de alguien lo va a escribir.