Por Carlos Manuel Casali
Las reglas del juego
Desde el balcón veo la silueta de tiza que pintaron donde cayó muerto el verdulero, yace a quince centímetros escasos de una rayuela dibujada por los niños del barrio.
La silueta recuerda a un cuerpo en posición fetal, solo que una pierna se estira y se arquea apenas, desde arriba parece estar en medio de un gran salto, el cuerpo se contrae y todo el peso recae sobre esa pierna, solo el pie cae en la rayuela…
¡Y está pisando línea!
Ariel
Hacía dos días que el caballo estaba parado en el extremo más alejado del cuadro. Ariel no podía entender su terquedad. Desde la casa lo miraba preocupado…
A la tardecita no aguantó más. Cruzó el cuadro caminando lentamente.
– ¡Negro! – Repetía
– Zuc, zuc, zuc. – Decía y el caballo nada. Solo miraba al esquinero como ofendido.
– Negro – Dijo y apoyó la mano en el anca del animal…
Hubo veinte segundos de quietud…
Después el caballo se derrumbó como un peso muerto.
Luis Palliachi
11 de la mañana, Don Luis dobla la esquina con la linterna en la mano. Entra al boliche, pide una caña y estirando un brazo le alcanza la linterna al mozo. Sonríe cuando dice:
– Por las dudas que se me haga tarde. –
Cijkor
Invierno 11 de la mañana, Don Nicanor entra al boliche con la linterna en la mano. Viene vestido con una camisa rosa. Un chacarero se asombra y le pregunta.
– ¡Don Nicanor! –
– ¿No tiene frio? –
– ¡Ropa No tengo! – Contestó Cijkor.
Historias para una torre.
Observó el lugar.
– Es irónico que la última batalla se libre aquí. – Pensó.
Delante de él había una colina con un gran edificio rodeado por árboles secos y por una laguna en la que se reflejaba su torre.
Abajo alguien quita una bandera
A un costado de la torre el arquitecto escribió la palabra MATADERO con letras de cemento de dos metros de alto.
Abajo alguien quita una vida.
En la laguna el reflejo se tiñe de rojo. Hoy termina una raza y sin embargo los árboles secos muestran una indiferencia de muerte.
Ellos ya perdieron la guerra.
Juan Gomez
Cultiva su huerta en una jaula que construyó con alambre para que no entren los pájaros.
Siembra peces en un tanque tapado con una reja que construyó para protegerlos.
Tiene el patio de su casa cercado por alambres pero aún no crecen las parras.
Juan Gomez siembra variado pero solo cosecha jaulas.
Momento
Mientras lo transportaban en ambulancia, casi sin signos de vida, Juan Alfonso Enriques, soñaba que nacía.
Pocho Von Roeder
Entró al galpón para soltar a sus perros pero no los halló. Los animales se habían peleado tan duro, que sobre el piso de tierra, entre manchas de sangre, solo quedaban dos colas.
Juan Soria
En la villa 21 – 24, Juan Soria, tiene un sueño recurrente.
Sueña que encuentra una valija repleta de dólares, pero cuando vuelve a abrir la valija, los billetes se transforman en loros que vuelan por su habitación con gran estruendo hasta que logran huir.
Juan Soria siempre supo que, haga lo que haga, cuando él despierta ya es tarde, los dólares volaron.
El “Ñato”
Son las tres de la mañana, Waldo y Christian hablan, Mariela busca música en la computadora y yo pienso en el Ñato Aliaga, en su soledad contada con el cálculo matemático simple, que hizo delante del Negro, mientras armaba el arbolito de navidad.
– Ponele… cumpleaños, navidad y año nuevo… tres días por año… ¿Por 37años desde que murió mi mamá? ¿Tres por 37? ¿Eh…? ¡Ciento once días! –
– ¡Ciento once días solo! –
Erosión eólica
En este lugar el viento erosiona el alma. Nuestro amor fue del viento y solo dejó una nube de polvo espesa, que tardaba en caer.
Pero al fin la lluvia limpió el aire y las gotas acallaron por un tiempo al silencio, que en este lugar, está hecho de viento y ahora vuela como las hojas, a esconderse en un rincón, bajo el techo de chapas.
Carnaval
El calor es agobiante. Una pareja de turistas se parapeta de los sambistas en la entrada de un garaje. Apoyado contra el portón, flaquito y temblando, un anciano espera que pase la larga fila de gente.
– ¡Cosa mala el carnaval, cuidado! – Dice mirando a la pareja.
– ¡Cosa del diablo! – Exclama.
El hombre mira al anciano y casi sin pensar dispara la pregunta:
– ¿A vocé gosta el carnaval? –
– Muito – contesta el anciano y se despide con una sonrisa.
Pocho Von Roeder
La tarde termina. Un hombre y un perro descansan en el alero del rancho. De pronto el perro se para, queda rígido, se le erizan los pelos del cuello y gruñe. El hombre se pone de pie, juntos otean el horizonte.
Un ruido sordo, una atropellada, suena en el gallinero. El perro corre, de un salto traspasa los tamariscos, hay gruñidos. Pocho saca el cuchillo y avanza, llega para ver a su perro persiguiendo a un puma hasta que ambos desaparecen en la oscuridad…
Amanece, Pocho se levanta, pone el agua en la hornalla y sale al alero. El perro no está.
Entra, prepara el mate y se arregla para ir al pueblo. Tiene cosas que hacer…
Pasan los días, dos meses y el perro no aparece. Ensilla el caballo, empuña el rifle y sale a buscarlo.
Donde termina el campo los encuentra, arriba de un Calden el esqueleto de un puma, abajo, acechando, el esqueleto del perro.
Una mezcla de sentimientos lo invade, orgullo, tristeza…
– Negro – Dice.
Hay un movimiento rotatorio en el cuello del perro que hace que el esqueleto se desmorone con un murmullo sordo.
Carlos Manuel Casali – Docente jubilado – Nació y vive en Darregueira – Provincia de Buenos Aires. Participó de la Antología trinacional “Borrando Fronteras” editada en el país por Macedonia Ediciones. Participó en la antología “¡Basta! Cien hombres contra la violencia de género” y en varias publicaciones similares.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…