Doce laacutemparas en el airePor Antonio Rojas Gómez

Editoriales La Trastienda y Luciérnaga, 116 páginas.

Los doce cuentos de este libro nos muestran a un escritor joven que busca con entusiasmo una voz creativa propia que le permita transmitir al lector su visión vital. Lo primero que surge, entonces, es la originalidad de Gabriel Coloma, que se manifiesta en la temática que aborda. Sus historias son breves y no se ajustan al realismo clásico. El autor va más allá de lo cotidiano tradicional; incursiona en lo maravilloso que deforma la contingencia para recrearla con toques de magia que no corresponden al diario vivir, pero dan forma a mundos distintos, que se topan tangencialmente con el mundo objetivo en el cual estamos inmersos, y generan visiones e ideas distintas.

Veamos algunos ejemplos: en el primer cuento, El mago de Penco, un personaje se va en moto por el mar. En El hoyo, una depresión surge abruptamente en el centro de una ciudad sin nombre, y comienza a aumentar de tamaño hasta tragarse a la ciudad completa, con sus plazas, edificios y habitantes. En Revolución de ultratumba, los muertos organizan desfiles de protesta contra las autoridades para que reparen sus tumbas, destruidas por un terremoto. Elías, el terror del pueblo, nace con patas de cabra y la gente piensa que es hijo del diablo, pero no, Elías es tan normal como cualquiera, a pesar de sus extremidades…

Detrás de la anécdota, en cada uno de los cuentos subyace un trasfondo que a cada lector le dirá algo distinto. El autor no está generando mensajes filosóficos, ni religiosos, ni políticos. Simplemente nos está contando historias que no requieren de exégesis para conmovernos.

El debut literario de Gabriel Coloma resulta ampliamente satisfactorio. Sus cuentos están bien estructurados, tiene un correcto manejo del idioma, una sensibilidad especial y un deseo de plantear ideas novedosas. Debe persistir en el trabajo disciplinado y consciente para alcanzar el pleno desarrollo de sus potencialidades creativas.

En www.revistaoccidente.cl