Por Gonzalo Robles y Miguel Vera

Resulta tan difícil explicarles a los jóvenes nacidos después de la dictadura o en los últimos tiempos de ese período, lo que les costó sobrevivir a los exponentes de la cultura en su quehacer como creadores. Sí sabemos lo que les ocurrió a muchos de los que portaban quenas, guitarras y charangos. En cuanto a las letras hay mucho que contar: por ejemplo, cuando los integrantes de la agrupación “Polifemo”, en el legendario Pedagógico, subían sobre las mesas del casino a declamar sus incendiarios poemas al tiempo que llegaban los CNI infiltrados entre el personal de servicio y apagaban los micrófonos, nos sacaban del recinto y algunas veces, nos regaban con las mangueras de los jardines. Pero para contar lo que realmente ocurrió, este martes 10 de mayo y a pesar del frío reinante en la capital, se reunió un buen grupo de oyentes para escuchar a la poeta Carmen Berenguer, al poeta José Ángel Cuevas y a Matías Ayala, profesor de la Universidad Finis Terrae y doctor en literatura, en este acto moderado nuevamente por el periodista Vólker Gutiérrez.

Matías comenzó aportando el marco teórico y comenzó planteando ¿cómo escribir poesía en dictadura? Esta pregunta tiene dos salidas básicas: o ‘sobre ella’ o ‘desde ella’, que es la posición que adoptó la mayoría. La poesía es menos representativa como género frente a la novela o el ensayo, pero es expresiva del contexto y se hace cargo. Neruda ‘venía de vuelta’, a fines de los sesenta e inicios de la Unidad Popular, en muchos sentidos. Nicanor Parra abrió el mundo poético a la ironía, lo absurdo, el lenguaje común. Escribía a ras de la tierra y causaba mucho interés en la época. Por ejemplo, ‘Obra gruesa’ (1969) y ‘Artefactos’ (1972).

Los poetas en tiempos de dictadura, con el “apagón cultural” producido por la atmósfera enrarecida por el miedo y la incertidumbre constante (eso que no logramos explicar a los jóvenes), se readecuan a las circunstancias. No pretenden guiar a los lectores, pero sí acompañar en el proceso cultural dentro de la dura nube gris. En el transcurso, Parra mismo no se pudo reenfocar por completo, cosa que sí hizo Enrique Lihn (‘Por fuerza mayor’, 1974. ‘Paseo Ahumada’, 1983), trabajando bajo la represión. A juicio de Matías, Lihn venía desarrollando desde mucho antes de la Unidad Popular un discurso poético que soslayaba la represión, por lo cual no le fue difícil adaptarse a estas sofocantes circunstancias. Además, fue un poeta que, siendo mayor de cincuenta años, se interesó por las voces poéticas jóvenes, las estudiaba, cuestión escasa en escritores que superan las cinco décadas, pues es más usual que se inclinen porque las nuevas generaciones se interesen en la obra propia, Todo esto que señaló Matías, es para debatirlo en largo desde luego. El formato de 15 minutos de estos encuentros no lo permite, pero sin dudas, nos deja tareas.

Para orientarnos en este panorama, Matías Ayala propone un ‘mapa’ para entender el proceso creativo poético de esa época:

1º Se reconoce una primera línea a finales de los 70, una línea ‘coloquial’, conversacional, muy latinoamericana en este período, con muchos exponentes. Es un acercamiento más realista, abarca a muchos sujetos en la poesía.

2º Más relevante fue lo ‘neovanguardista’, de experimentación, más tipo ‘collage’. Un Zurita, que combina imágenes con una lírica cercana, a veces, a los cantos nerudianos. Están también los discursos sicóticos de Diego Maqueira, la intertextualidad de Rodrigo Lira, entre otros.

3º Surge luego con mucha fuerza la poesía femenina, con exponentes de gran fuerza como Carmen Berenguer. Matías dice que ya estaba presente, pero las condiciones se dieron para impulsar más esta presencia en lo nacional. Son más reconocidas.

4º La poesía mapuche, que surge tomando una ‘visibilidad’ que no tenía antes. Idealiza la naturaleza, no como materia de producción sino en la perspectiva de la cosmogonía de su pueblo, volviendo de alguna manera a Neruda. Deben crearse herramientas literarias pues, siendo su lengua por mucho tiempo un dialecto, es necesario para comunicarla en un sentido amplio.

Al cerrar su participación, recordó la poesía en el exilio como punto a tener en cuenta en una temática como esta, destacando ‘La ciudad’, de Gonzalo Millán. De todas formas, aclaró que es un tema difícil de tratar en tan poco tiempo.

Carmen nos recuerda como el libro de Neruda ‘Confieso que he vivido’ era leído en la clandestinidad, nos prestábamos el mismo de mano en mano. Ella fue marcada por los años 80 en la poesía. Tenía inicialmente a Martí, Mistral, Neruda como referentes poderosos, pero ‘Los helicópteros y usted’ de Pohlhammer le produjo un cambio potente, porque manifestaba lo que estábamos sintiendo. También ‘Dawson’ de Aristóteles España, poema testimonial; ‘Para lobos y ovejas’, de Manuel Silva Acevedo, entre otros. Trabajos ‘marginales’, que quedarán seguramente ahí, pero que fueron gravitantes para ella y los demás escritores en su tiempo.

La ‘poesía femenina’ emerge en un contexto de violencia y represión en los 80. El rasgo de rebeldía caracteriza esa poesía. Había que pedir permiso a DINACOS (División Nacional de Comunicación Social) para publicar, no había posibilidad de reuniones sin control del Estado. Escribir poesía era un desacato a las leyes. Se cruza la poética de Teresa Calderón, Paz Molina, entre otras, que escriben desde lo coloquial, con un fuerte yo subjetivo, y la de Soledad Fariña, Elvira Hernández, Verónica Zondek, que trabajan más con la noción del ‘cuerpo femenino’ y reemplazan lo vociferante, lo contestatario. Esto articula la poética femenina, la crítica de género que se da en Chile. Aun así, no han sido muy visibles, como sí sería en Estados Unidos en esos años.

Las mujeres no pertenecían a colectivos o talleres, no había al principio una visión poética común, un lenguaje común. Es al ‘margen’, no es ‘académico’, y por eso es también más libre. Cada una trabajaba desde su lugar, aunque llegan a una voz común más adelante. En este sentido, Carmen recordó el Primer Congreso Internacional de Literatura Femenina (1987), en el que se representaron distintas voces de mujeres y hubo una reflexión acerca de la creación femenina. Este encuentro marcó un hito en los estudios de Género en Chile, pues logró que se incorporara el tema en las universidades y el reconocimiento a las escritoras, las que fueron valoradas en el campo literario.

José Ángel plantea que la poesía política fue despreciada y mal vista por Teillier y otros, una mirada ‘por sobre el hombro’. Sin embargo, no cabía otra cosa en los primeros tiempos. Había una discusión entre aquellos, los poetas ‘políticos’, y los que no querían ‘contaminar’ la expresión poética con lo contingente. Recordó en este sentido la malograda experiencia de Enrique Lihn en Cuba, a fines de la década del 60, y el caso Badilla, que tanta polémica causó no sólo en la isla, sino en gran parte del mundo. José Ángel, frente a todo esto, decide escribir lo que él ve, lo que él quiere expresar, hasta que se encuentra con la obra de Zurita y le viene un resurgimiento del concepto ‘Chile’, que tenía por desaparecido. De Patricio Marchant toma la idea de participar en comprender y desarrollar la poesía chilena. Es bien distinta la poesía que puede escribir un aristócrata que un hombre de pueblo, pobre y sin recursos, como fue el caso de Neruda al venirse a Santiago.

Transformar al mundo, la influencia del Che Guevara y también el Rock fueron fuentes de inspiración para Pepe Cuevas, así como los bajos fondos, los viajes, las marchas y protestas antes del 73. Luego el Golpe, los mitos destruidos, lo político, la urgencia. José se anota en la poesía política, a sabiendas que era mirada en menos por la elite del género.

En la ‘sección preguntas’, al final de las exposiciones, se entabló un interesante diálogo de recuerdos entre los oyentes y los expositores. Ante la importantísima pregunta: ¿qué queda de todo esto?, Carmen comentó que la derrota y la crisis no se asume, no se cuestiona hoy. Sin embargo, la literatura sí la recoge. La poeta asegura: “la literatura es el reverso de la historia”, profunda frase que recoge este planteamiento, y que es el fundamento de estas extraordinarias reuniones mensuales.

Reproducimos algunos versos del poema ‘El sueño de Kiko Rojas’, del poeta José Ángel Cuevas, que leyó al finalizar la charla: “Kiko Rojas duerme en su casa de Conchalí, el pobre,/ y sueña que es 11 Sept. de 1973./ Que viene la Federación Obrera de Chile/ (Foch), galopando por el medio del desierto/ con Recabarren a la cabeza/salitreras 1910/ una polvareda de armas, gente (…) Nadie puede/ ni podrá decir que el pueblo de Chile/ fue vencido en un par de horas (…) El río Mapocho arrasa con los batallones traidores./ pedazos de edificio les caen encima/ El Capital financiero/ se evapora. (…) Se para el Golpe/ la gente sale a la calle/ hay respeto por los muertos/ Allende habla desde la Plaza Bulnes/ Kiko Rojas despierta./ El sueño finaliza”.

Reproducimos, asimismo, versos del poema ‘Janis Joplin’, de la poeta Carmen Berenguer, uno de los seleccionados por ella en la lectura final del evento: “Escucho su voz en la sonada cantarina noche húmeda/ Janis a coro de la cigarra/ llega cada siete años a morir un/ canto de parir/ en una sonajera tan verbal la cántica alucinada (…) dulce muchacha pálida puesta la inflexión que le echaron de su escuela y de su pueblo y luego carraspeaba aquella noche en el programa más visto en el show after hora de Dick Cavett un muchacho de Yale para la audiencia off en Norteamérica”.

El próximo encuentro de ‘Literatura e Historia’ será el martes 14 de junio y el tema es ‘Ciudad y Literatura’. Participe, vaya a escuchar y dialogar, es sano, es importante.