Por Antonio Rojas Gómez

“Doce noches de té y una tarde”, Camila Margarit, cuentos.

Editorial La Trastienda, 74 páginas.

Camila Margarit tiene solo 15 años, pero es ya una escritora hecha y derecha. Este es su primer libro de cuentos, escritos a edad tan temprana y sin embargo de una profundidad, solidez y pericia literaria que provoca asombro. Lo que más llama la atención en esta joven autora no es la calidad de la prosa, el cuidado con que trabaja el idioma, la amplitud del vocabulario, la revisión esmerada de cada texto para que no sobre ni falte una palabra, ni siquiera una coma. Ese solo logro, que tanto cuesta conseguir a escritores experimentados, bastaría para situar a Camila Margarit en un lugar de privilegio entre los narradores actuales.

Pero lo que verdaderamente llama la atención en estos cuentos es la certera mirada de la autora sobre los personajes, las situaciones que enfrentan, la intensidad de la vida que late en ellos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, incluso ancianos. Está, por ejemplo, la abuela cuyos hijos esperan que parta pronto al cielo, pero ella no cree en el cielo, así que le dice a su nieta que prefiere irse a Júpiter, Marte o Saturno, especialmente a Saturno, porque le gustan los anillos.

La imaginación prodigiosa de Camila le permite trasladarnos a la mente de Cristóbal Colón, a los temores de una bióloga marina que sueña con irse a Alaska, a los niños robotizados de la sociedad actual, a la simbiosis entre una madre y su hija, al despertar de la adolescencia en una niña. Y a infinidad de escenarios en los que se manifiesta su talento precoz del que podemos esperar un brillante futuro literario.

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