sumisionPor Ramiro Rivas R.

Michel Houellebecq (1958) es poeta, ensayista y novelista. Pero su fama proviene de las cuatro novelas publicadas en Francia y que según Le Nouvel Observateur  es “la primera star literaria después de Sartre”.

Odiado y admirado por sus lectores y críticos, se le ha dicho de todo, desde acusarlo de misógino, decadente, reaccionario, islamófono, racista, antisemita y hasta peronista. Con sus novelas Ampliación del campo de batalla (1994), Las partículas elementales (1998), Plataforma (2001) y El mapa y el territorio (2010), obtuvo todos los premios importantes que se conceden en Francia, incluyendo el Premio Goncourt, uno de los más prestigiosos del país,  y el Premio Nacional de las Letras.

Su última novela, Sumisión (Anagrama, Barcelona, 2015), recién traducida al castellano y a otros treinta y seis idiomas, fue distribuida por la Editorial Flammarion el mismo día en que la revista humorística Charlie Hebdo publicara un número con el rostro de Houellebecq en la portada y sufriera el atentado más horroroso que se recuerde en la prensa francesa, donde murieron doce periodistas y quedaron heridos de gravedad otros cuatro.

Este penoso suceso ha forzado a Houellebecq a permanecer oculto y movilizarse con dos policías de resguardo. Se le ha acusado de islamófono y él se ha cansado de repetir en las entrevistas que su novela no lo es. “Además –afirma molesto –“que uno tiene el derecho  de escribir una novela islamófona si lo desea”. Pero más que sobre el texto mismo, que es una fábula política, o una “política ficción” –como le gusta denominarla el autor -, al igual como lo fue en su tiempo 1984 de Orwell, se le ha acusado de xenófobo por declaraciones anteriores a la prensa, en que manifestó que “la religión más idiota del mundo es el islam”, o cuando dijo que “leer el Corán se te cae el alma a los pies”. Expresiones que no le han perdonado y ahora se han exacerbado con esta nueva novela.

Pero esta temática no es exclusiva de Houellebecq, puesto que anteriormente el escritor Eric Zennour la había desarrollado en su libro El suicidio francés, al proclamar que “esta situación con un pueblo dentro de otro pueblo, con los musulmanes dentro del pueblo francés, nos conducirá al caos y a la guerra civil”.

Pero también es conveniente separar un poco las aguas y explicar que los personajes literarios son solo ficción y no se debe confundir al narrador de la novela, en este caso el profesor francés de literatura, Francoise, con la realidad y el mundo particular del escritor. También hay que advertir al lector que Houellebecq en todas sus novelas nos presenta un narrador en primera persona que fácilmente se puede confundir con su alter ego, en especial por sus actitudes misóginas y destempladas para con las mujeres y las religiones en general, sean católicos o musulmanes, como en este caso específico.

Sumisión es una fábula futurista, ambientada en el año 2022, en vísperas de las elecciones presidenciales francesas. El candidato más fuerte resulta ser el carismático líder de un conglomerado islamista moderado, llamado Mohammed Ben Abbes. Aliado estratégicamente con los socialistas y la derecha, derrota a la candidata del Frente Nacional, dirigido por la hija de Jean-Marie Le Pen, Marine, que aboga por la expulsión de los inmigrantes musulmanes y de otras etnias en el país.

Después del triunfo musulmán, Francois, el protagonista de la historia, junto al resto de los docentes de la Sorbona, son despedidos y substituidos por profesores conversos al islamismo. Al igual que su mentor, el escritor del siglo XIX Joris-Karl Huysman, seguidor del naturalismo de Zola y convertido al catolicismo, emprende una experiencia mística semejante que no fructifica. Luego, tentado por el islam, retorna a la docencia a la misma universidad, con un sueldo triplicado y la opción –que lo induce a apresurar su decisión –de poder acceder a la poligamia.

La novela hay que leerla como una manifestación satírica de la religión del islam, siempre en el ámbito de la ficción. El autor en todas sus novelas trata de incomodar al lector con sus declaraciones al filo de la incorrección política y religiosa, incluyendo el entramado sexual, por lo que ha sido catalogado de pornógrafo. Su literatura blasfematoria es parte de su estilo y ha contribuido a impulsarlo a la cúspide de las letras francesas, amado y difamado por sus colegas  y regaloneado por la crítica internacional.

       

La prosa de Houellebecq es natural, eficaz, pero adolece de cierta pobreza artística bastante evidente. En este tipo de lenguaje no se encontrará un estilo literario que asombre al lector, una imagen lograda, un pasaje poético o innovador. Su escritura no se aparta de su objetivo: contar una historia sin alardes estilísticos. Su compatriota Enmanuel Carrére resume esta obra con claridad: “La novela más densa e importante de Michel Houellbecq. Una meditación sobre el declive de nuestra sociedad y el deseo de sumisión”.  ¿Acaso no estaremos viviendo la decadencia del humanismo? ¿O una mirada descarnada del siglo XXI? Da para pensar.