Libro del Mal MorirEL CARRUSEL

“Ha muerto un ruiseñor.

Pero no llores, / gira, caballo de la calesita.”

(Juan Gelman)

parque de lo breve, lo leve, un tiempo de

lluvias, un carrusel.

así, tablones giratorios huelenapinos

y alucinantes revolotean,cantan,esos violines

del arroyo.

nuestras sombras se dirigen haciaelotro

lado del mundo, y cautivos rodamos, viramos.

es la intemperie, somos unreloj di-vagando en

las clausuras…

mástarde, echo de menos al carrusel,

recreo tan cerca del secreto de los nombres

como del misterio de los ritos, solaz, más

junto a los campanarios quebradizos a la

llovizna bajo el cielo encarnado.Carrusel, ¡ay!,

pasatiempo delas llavesinabordables:-¡enuna-

brir y cerrar los ojos murió

la vida!

Carousel Astrid

EL PARQUE

Pensativavoyporelparque. Detrás,lento,

unhombrequenadasabe de mi.Frente al cami-

mino el hombre detrás lento. No le intereso

apesar delatardecertanreceptivo. Durante mi

andadacuento historias; anadieemociono. Du-

rante esas horas cuento alhombre, que no escu-

cha, cuan extraordinariamentemuere mi cuerpo.

Mi paseo y ese hombresemalogran, inútil

seguir. Pensativasientoquepudimossercriatu-

rashermosas.Ahora, lamonodiamesigue, y los

detalles me pierden, y los árboles me ocultan, y yo a-

trasde mi sombra,esa mancha.

LAPUERTA

No hay sucesos significativos en la habitación excepto,la

puerta. Retratada al fondo, más honda que oscura, la puerta es

un acceso donde las leyes no se advierten excepto, por el clavero

colgado a la cerradura. Llaves como lástima volteada.

Vislumbroentonces,en la trastienda, una galería soleada

donde llegan los hijos y vuelan las moscas, o una cocina amplia

donde conversan los abuelos y duermen los gatos, o acaso,

un comedor risueño donde los nietos hacen de las suyas.

Pero ni mundo ni memoria, mucho menos algún ruido al

otro lado de la puerta.

LANIÑA ROTA

¿Fue la elección de la tiza,

más bien el pizarrón, o

su cuerpo grueso para elbanco alarmado?

¿Acaso el cuaderno de croquis con sus páginas

en blanco:

analogía de un carrusel sin pausas nitopes?

¿Pudo culpar al renacuajo, sus rayones

desborde entre lápiz ygoma, gomas, y lápices a-

brumándole?

¿El aprendizaje tardío por ventura, el silabario del Ojo,

la memorización atascada:

las sumas, las restas, las tablas?

Ignoras la causa, no obstante,

fuera la maestra excluyente,

los girasoles dislálicos, las margaritas di gráficas, o

aquel tacho luxado al rincón de la sala

algo,algo estuvo mal,

muy mal.

ELRETRATO

Los negativos de la fotolos encontré en el cuarto

donde el montaje dejó enevidencia dos lágrimas, una más

gruesa que otra. Probablementellorastepor el ojo oscuro,

el sano trazó cierta agonía. Todo ocurrió la tarde cuando des-

conocíel suicidio, yalibre deaqueldestino. Ahora desato

los nudos para el único ojo que duele:-¡ay herido y desvelado!

Recién ahora, deshago los tiempos, sobrevivo a las impieda-

des, y en la adormecida, secreteo con esa cabeza loca.

RELOJ DE PARED

Adosadoalmuro, aquelrelojera único.

Su camino fuepasarde familiaen familia:

miabuela,mojadadeaguas, se lo obse-

quió amimadre,mi madre fríade lluvias

meloentregó. Lo dicho sucedióenun a-

briry cerrar los ojos porque la vida es fugaz.

Lo colgué en la pared. Por su movimiento

cantabanlos grillos. Me deleitaba oírcómo

tarareaba.Lerecuerdoovalado, conleves

destellos.

Habíajurado ami madreque, recogidaen

humedad, se lo daría a mi hija, pero, sucedió

de repente: yo huide lacasa asoladauna

noche,y elrelojquedo impávido,colgado

a la muralla.

ELTELEVISOR

le digo al televisor: nos comprendemos

bien,tú con las imágenes recién lavadas, yo

con mi silencio.

ambos nos apagamos, tú, con el frío de

la noche, yo, por el cansancio de mis ojos.

le digo al televisor: hoy nos entendemos

mejorquenunca, tú, con las noticias del

invierno, yo, conmi devastador aguaviento

y, enelanochecer, tu sombra y la mía

besándose, en el resplandor de la pantalla.

le digo al televisor: esta noche nos herma-

neamos, tú, con tus cadáveres delante de la

pared, y ese ruido casi dulce, yo, con mi

insomnio frente al ventanal, a punto de caer

junto a los goterones de la lluvia.

FOSA

abre la botánica de los péndulos

se hace triste morir con un reloj

cenizo:-¡y que el fuego de

la incineraciónfascine!.

hermosura para la fosa de tus

huesos,pido,

pido la belleza para tu andar, así,

el alma nos desate su mirada verde

y todo misterio vulnerable

sea.

ELLABERINTO

Por las veredas,

las bailarinas parían un canto que a nada

conduce, salvo

al laberinto.

Las mozas penden, lasunas

las otras,

de esa calle rara y carente de embrujos.

Ventea el misterio,

apaga la calle

y hay manchas andando sus lutas esquinas

por momentos:- ¡voces!

y el magnolia demacra

y los títeres desangran.

Se percibe el riesgo,

la calle está en negro, y

un cuerpo camina la vía desierta,

entre musgo viejo cadencia

su alma

y a nadie le importa, salvo

al laberinto.

Todo pende de hilos confusos,

todo,alma y destino:-¡cómo si no

padeciéramosel mismo castigo!

homilia Astrid

HOMILÍA (fragmento)

9

Cuervos se perfilan por vitrales, aves

bajo el altar y, en un atardecer que sirve

para rezar y, a duras penas rezando:

juncos húmedos

rosas extrañas

ausente lirio negro.

esos pajaros negros Astrid

ESOSPÁJAROS NEGROS

Mis ojos corren lentas arboledas,

lamemoria enciende secretos:

el pasado,

su figura.

Así,

esfuma, se mofa y esconde

la huída.

Furtivo,

tu cuerpo sorprende, y

emprende la pesadilla:-¡y esos

pájaros negros que no dejan de volar!

A un costado del alfeice, me

alzo, me hinco para inquirirdes-

memorizada.

Sobra uno de tus ojos y,

uno de tus brazos des-

venado a la altura del izquierdo

codo:-¡ y esos pájaros negros que

no dejan de volar!

No son párpados,

no son cuencas, no

tu traje negro, no

tu ánimo enfermo, no

mi respirada en medio del

parque:-¡y esos pájaros negros que

no dejan de volar!