Por Juan Manuel Vial

La quinta novela de Nona Fernández, Chllean Electric, consiste en un relato breve pero intenso. Definido por compartimientos estratégicos y por cierto aire nostálgico que a ratos se condensa en belleza. Se trata de una historia planeada con minuciosidad y perfectamente ajustada a las necesidades de su estructura. Se trata, también. de un homenaje a la abuela de la mujer que narra y, en menor medida, de una mirada comprometida sobre los oscuros años de la dictadura. Todo ello bajo el manto de la luz. de la llegada de la luz eléctrica a Santiago el arto 1883. Acontecimiento que vendría a ser el cable conductor entre los diferentes circuitos y cortocircuitos que componen el libro.

Como epígrafe la novela ofrece unos versos de Gonzalo Millán («La anciana enciende la luz / Clic hacen los interruptores»). Y en seguida se reproduce la fotografía de una cuenta de luz vencida, a nombre de la dienta Nona Fernández. Ello sirve de preámbulo para la historia que la abuela le relata a la narradora. Ambas viven en la misma casa, ubicada en un barrio cercano a la avenida Matta. Lo que la abuela tiene que decir está relacionado, como cabe suponer, con la llegada de la electricidad a Santiago, «la ceremonia de la luz», evento ocurrido en la plaza de Armas del que la anciana, siendo «una niña rubia de pelo tieso», conserva algunos vividos recuerdos. De hecho, es la hija del ingeniero alemán que llevó a cabo la instalación, Información que más adelante le permite a la narradora pensar en su «supuesto linaje ligado a la luz».

La abuela es un personaje singular: no tiene ombligo y en su juventud «se gastaba los morlacos que le sobraban, así decía, morlacos, para ir a ver pelear a los ñatos del cachacascán. También decía así, ñatos». Funcionarla pública desde los 14 años, «como secretaria en diversas oficinas hasta que fue a dar al Ministerio del Trabajo». Encargada de teclear innumerables cartas con informes. «Supongo que también debe haber tecleado el discurso oficial que el Cloro (apodo de Clodomiro Almeyda) dio frente a los trabajadores en el primer congreso de la CUT».

La sorpresiva llegada de Almeyda al país en 1987 (le estaba prohibido el Ingreso a Chile), acontecimiento del que nieta y abuela se enteran a través de la televisión, provoca una reacción memorable en la anciana: «Su vieja mano derecha, casi imperceptiblemente, tecleaba sobre su pollera. Lo hacía de manera independiente al resto del cuerpo, en ese gesto que nunca dejó atrás. Supongo que como buena empleada pública registraba un nuevo informe ministerial. Uno que Iría a dar con el resto a un cajón oscuro y apollllado». Cabe agregar que a lo largo de años, la abuela se robó diversos artículos de escritorio del ministerio, los que la muchacha recibía en calidad de útiles escolares.

«Podría contar algunas historias y heredarlas después a mis nietos en mi pieza oscura», dice la narradora cuando deja de lado a su abuela. Por medio de lo que denomina Cortocircuitos, la autora refiere cuatro narraciones breves que hablan de una anécdota personal en la plaza de Armas, de su actividad política en tiempos de la dictadura -era una muchacha aún en el colegio-, de ciertos hechos terribles, de una imagen macabra (la de un joven, también colegial, al que le cuelga el ojo de su órbita tras haber sido golpeado por un carabinero) y de la exhumación de los restos de Salvador Allende.

La penúltima parte, Deuda pendiente, aborda una serie de episodios personales, vuelve sobre otros ya mencionados, y fragua todo este material con una copiosidad de excelentes metáforas asociadas a la luz eléctrica y a la oscuridad (la alusión a las luciérnagas de Pasolini es hermosísima). Surge aquí una nueva interpretación de un hecho que el lector ya conoce: el relato inicial de la abuela, el de la niña rubia asistiendo a la inauguración de la luz eléctrica en Santiago, es un imposible. Corte en trámite, el cierre de la novela, consiste en una declaración emotiva escrita en la vieja Remington de la abuela, cumpliendo así con el tremendo legado que la autora atisba que recibió de la anciana: «Iluminar con la letra la temible oscuridad».

 

Chilean electric, Nona Fernández

Alquimia ediciones

106 págs.

$8.550

 

En La Tercera, sábado 28 de noviembre de 2015. Pág. 109.