Por Miguel de Loyola

La poetisa Natasha Valdés-Brantes regresa a Chile con su Bitácora bajo el brazo. Un poemario que viene tal vez a resumir su larga estadía en el extranjero. En sus páginas hay un recorrido existencial buscando acotar los pasos del hombre sobre el mundo.

La vida juega con cartas marcadas./ Aún así no tiene ganada la partida. En este breve poema que lleva por título Póker, la poetisa vislumbra las posibilidades de lo posible, a pesar de aquel determinismo inexorable de la vida. Por cierto, nacemos y vivimos con muchas cartas marcadas, pero aún así nos queda un espacio enorme de libertad para burlar el destino. El ser, el hombre, es un jugador, a pesar de recibir cartas marcadas, puede, y de hecho -en el póker- tiene absoluta libertad para armar con ella su fortuna o su desdicha.

Me convoco al suicidio y nada es cierto./ Sólo asesino a la otra / que me habita. He aquí otra reflexión en un breve poema titulado Egocidio, donde devela nuevamente la posibilidad de lo posible en medio de esa doble dimensión del ser, de ser dos en uno;  en esa fracturación de la conciencia de sí mismo. La una que se odia y la otra que se ama. La dualidad, la doble dimensión, y la clarividencia para salvar a la verdadera, la que ama la vida.

En Ente de ficción, recrea de manera magistral esa posibilidad del ser de ser comediante de sí mismo. Hay ironía manifiesta y la infaltable visión surrealista que acompaña cualquier acto cuando es mirado desde ese perspectiva.

En Invasiones, advierte lo que es capaz de hacer un alma enamorada. «Compré el milagro/ de amanecer preñada de sonrisas… de cambiar los malos humores por recuerdos felices, de atesorar al amado y gozar hasta de los recuerdos.  Algo que no siempre ocurre cuando el amado o la amada ya no existe, y más bien se opta por beber la cicuta del odio y el resentimiento.

«Tan sola estoy que me niegan los espejos», es el verso con que comienza el poema Desaparecida. La imagen, esa sola imagen, es un poema en sí mismo que da cuenta de nuestra soledad en medio de los otros, de esos otros que esperamos siempre que nos reconozcan. «Un policía ignora que manejo/ contra el tránsito… Es decir, hay una clara y muy lograda fotografía de la soledad del ser, y de la necesidad del reconocimiento.

«Me tiendo puentes/ para atravesar el feroz espacio/ entre la condena y la salvación/ eternas.  En Sobreviviente, vemos los artilugios del existente para mantener su línea de flotación, por esa necesidad inherente de ser y seguir siendo.

Natasha Valdés-Brantes configura su universo en una bitácora de navegante aplicado, buscando siempre el modo de pasar airoso las tormentas, buscándole la vuelta, burlando esa mirada oscura,  siempre omnipresente en toda conciencia. Se trata de una bitácora de luz,  siempre abierta a la esperanza de cambiar el rumbo y burlar la tempestad.

Miguel de Loyola – Santiago de Chile – Enero 10 del 2015.