Por Sonia Cienfuegos

 El otro día mi mami me trajo un gatito. Se llama Feli. Ella quiso ponerle ese nombre. –Por felicidad, que es una palabra tan bonita y porque es felino como un león, un tigre, un lince –dijo.

A mi papi no le gusta Feli. Está siempre reclamando. Que maúlla mucho en la noche. Que no lo deja dormir con el escándalo que arma. Yo creo que no le gusta que nos preocupemos tanto de él. Mi mamá dice que se pone celoso. Debe ser cuando ella me toma de la mano para que le pongamos leche en un pocillo y se lo llevemos al baño donde duerme. El gatito nos mira y yo estoy seguro que echa de menos a su mamá. Es tan chiquitito.

Cuando mi papá se emborracha y le grita puta a mi mami, yo me siento con Feli en la puerta de la casa. Me gusta mucho hacerle cariño. Le paso la mano por su espalda y su cola, su piel es tan suave. Cuando ronronea, siento que le tirita la guatita. El necesita cariño igual que los niños, como yo. Su mamá quizás por dónde anda.

Mi papi grita en la noche que lo botemos en la acequia que está detrás de nuestra casa. Que lo llevemos lejos de él, a cualquier parte. Pareciera que Feli lo sabe. Corre dando saltos como volando hacia la calle San Ignacio. Cuando vuelve en la tarde, mi mami y yo estamos muy contentos. Nos ponemos a reír y a bailar unos bailes tan divertidos que ella inventa.

Feli es muy inteligente. Trepa la pared del cuarto donde tenemos que encerrarlo y se arranca por la ventanita del baño. Después se pone a llorar y a gemir hasta que abro la puerta de mi dormitorio y dormimos abrazados en mi cama. –Como un niño y un gato –dice mi tía Mireya.

-La felicidad no dura mucho –me explicó suspirando mi mamá una tarde.

Sentí tanta pena, tanto miedo, que no pude llorar. Abracé a Feli y lo llevé debajo de la higuera donde me gusta jugar. Me quedé sentado con él en mis rodillas mucho rato esperando, esperando, calladito. Cuando sentí frío, entré a la casa con el gato detrás.

-Ya es la hora –dijo mi mami y supe que iríamos por las calles del barrio, orando por encontrar una casa con un techo en su puerta donde lo podamos dejar solito.

Mi mami y yo no queremos que Feli se moje cuando llueva.