Por Sergio Bueno
Es temprano cuando inicio la lectura de “La Loica y otros cuentos” de Reinaldo Edmundo Marchant, y me parece escuchar el canto del ave dulce y melodioso entre los árboles del jardín.
Atravesando, silenciosamente sus páginas y los relatos escritos con emotividad y ternura con los recuerdos de la infancia, tienen la transparencia y la delicadeza de un paisaje de acuarela. Aparece un niño ante este mundo que recién conoce y que se abre en el prodigio de las palabras. Sigue una visión distinta del corazón humano en el oficio singular de dar a comer semillas, en las calles de la ciudad, a los mirlos, tórtolas, tordos, palomas, zorzales. Bellas páginas admirables.
Está descrita la presencia del escritor, sin duda una visión autobiográfica, que es necesario leer para vivir las mismas sensaciones, iguales tormentos e incertidumbre.
Se viene el atardecer en el avance de las horas y en el testimonio en torno a la dictadura del golpe militar, en toda su tragedia y su infinito dolor. Dice Reinaldo: “De la noche a la mañana, Chile y su gente cambiaron, nació un nuevo país”, estas páginas que compartimos, también se llenan de sombras.
En la continuidad del libro me acompaña el alivio cuando se incursiona en el espacio de una cancha de fútbol, deporte que apasiona a nuestro autor en testimonios inolvidables y imperecederos.
En definitiva, es obra meritoria que entretiene, conmueve, y, en mi caso, se lee en un solo día con verdadero placer.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…