Por Miguel de Loyola

La dama del perrito es un cuento clásico comentado y muy recomendado por José Donoso en su ya legendario Taller Literario, dictado en su casa en la calle Galvarino Gallardo, en la comuna de Providencia, al cual tuve la fortuna de asistir entre los años 1984 al 1986.  Una de las condiciones sine qua non exigidas a sus alumnos por el Premio nacional de literatura, era una lectura acuciosa de los rusos.

Donoso sentía viva admiración por sus novelistas, y en su opinión, un joven con pretensiones de convertirse en escritor no podía prescindir de su lectura. Muchos interesados en su taller quedarían al margen por desconocer las obras de los grandes narradores soviéticos. Por cierto, las conexiones de su propia narrativa con estos autores se puede evidenciar claramente en sus obras, ya por el estilo o por el modo siempre acabado de proyectar los personajes, o bien por ese halo de misterio creado en torno a sus vidas. Un misterio que responde a una visión muy particular de mirar los acontecimientos en su caso, sumiéndolos en aquel estado entre lo sórdido, delirante y desesperanzado.  Para el caso del cuento en cuestión, resulta inevitable asociarlo al cuento Paseo.  Un relato que si bien no describe una situación amorosa, la presencia de la enigmática perra de Matilde, conecta –en mi opinión- con la situación vivida en el relato de Chejov. Hay entre ambos cuentos vasos comunicantes.

La dama del perrito nos pone al corriente de una relación amorosa clandestina, muy de acuerdo a la época descrita, establecida entre un hombre mayor de cuarenta años, con una joven veinte años menor. El encuentro tiene lugar en el balneario de Yalta, Crimea, donde ambos pasan días de descanso y vacaciones. Ambos son casados, pero en su estadía en el balneario se encuentran solos. Situación bastante común en esos tiempos,  cuando los matrimonios no constituían pareja de compañeros, sino de arreglos y conveniencias sociales, y cada cual gozaba de una independencia difícil de entender en nuestros días, dentro de los nuevos códigos de lealtad y compañerismo que rigen las relaciones entre los esposos. Entre ellos, Dmitri Gurov y Ana Sergeyevna, surgirá una intensa relación amorosa que traspasará aquel breve período de vacaciones, transformándose en una vida doble, pero se mantendrá en el futuro siempre oculta, escondida como pecado imperdonable, a pesar de la evidente infelicidad matrimonial que padecen estos amantes con sus respectivos conyugues.

La historia viene a cuestionar así las ataduras del matrimonio y sus consecuencias, en tanto cadenas forjadas por la sociedad para mantener presos a los esposos, aún cuando no exista amor. Como ocurre en el caso de estos dos amantes clandestinos, a quienes no los asiste ninguna pasión frente a sus respectivos conyugues, y muy por el contrario, serían felices separándose, pero no tienen la menor posibilidad, ni tampoco la intención de hacerlo. En ese sentido, el cuento, para la época, resulta sumamente subversivo, porque pone en cuestión un tema íntimo que será crucial medio siglo más adelante, cuando se derriben los muros de esa prisión y los amantes queden liberados a sus instintos, sin importar ya las trabas morales que la sociedad impone  a fin de mantener cerrado el candado del matrimonio.  

De marcado estilo realista, La dama del perrito viene a denunciar los conflictos amorosos de una época en que los amantes debían optar por vivir y sobrellevar dos mundos, a fin de resguardar las apariencias sociales y las conveniencias. Anton Chejov se caracteriza por su interés en los asuntos afectivos, en las grandes pasiones, las cuales describe y trabaja en sus cuentos y obras de teatro, con maestría de psicólogo.

 

Miguel de Loyola – Carrizal de Putú  – Verano de 1995.