Por Ramiro Rivas

 Para poder comentar con propiedad al dominicano Junot Díaz, habría que hurgar un poco en su biografía. Nació en Santo Domingo en 1968. A los seis años de edad se mudó con sus padres a Nueva Jersey. Se licencio en la Rutgers University y actualmente hace clases de escritura creativa en el Instituto de Tecnología de Massachusetts.

Pero Díaz carga con un drama íntimo. Su padre abandonó a la familia en Norteamérica y su madre asumió con las responsabilidades del hogar y la educación de sus hijos. De su progenitor dijo en una entrevista de prensa: “Yo vengo de una familia militar, una fucking familia militar dominicana. Mi padre fue partidario de Trujillo. Yo estoy a la izquierda del super progresismo, porque mi padre fue directamente fascista”. Esto mismo lo condujo a ser un activo defensor de los inmigrantes centroamericanos.

Su irrupción en la literatura fue un tanto tardía. Su primera novela, La maravillosa vida breve de Óscar Wao (2008), la publicó a los cuarenta años. El éxito fue sorprendente. Obtuvo el premio Pulitzer y el National Books Critics Circle Awward. Fue tanto el entusiasmo editorial, que apuraron la publicación de un libro de cuentos en el que venía trabajando hacía diez años, Los Boys (2009), que acrecentó su prestigio literario y sus obras comenzaron a ser traducidas a otros idiomas, pero muy especialmente al español, por intermedio de Editorial Mondadori. Porque hay que advertir que Junot Díaz escribe en inglés, con un lenguaje coloquial que viene a ser una suerte de jerga anglohispánica, saturada de palabras y modismos dominicanos. Pero el gran acierto de su paso al castellano lo constituye, sin lugar a dudas, el logrado trabajo de traducción de Achy Obejas, que no pierde las características del hablante dominicano.

Así es como la pierdes (Mondadori 2013) es su tercer libro. Está conformado por nueve cuentos largos. La unidad temática y de lenguaje es tal, que fácilmente podría pasar por novela, con pequeños retoques. En casi todos los textos –salvo un par de relatos –la voz narrativa está centrada en la primera persona de Yunior, un adolescente afincado en los extramuros de Nueva Jersey, lugar habitado sólo por hispanos pobres, en su mayoría hacinados en departamentos precarios y a metros de un vertedero. Por intermedio de éste, nos enteramos de la vida de su madre y su hermano mayor, Rafa, un muchacho irresponsable, drogadicto y mujeriego que mortifica a su madre. Grupo familiar que representa un fiel microcosmos de la realidad de los inmigrantes dominicanos en la llamada “tierra de las oportunidades”.

  El protagonista de estas historias, Yunior, alter ego de Junot Díaz, es retratado en diversas etapas de su vida. Es una mirada crítica, desapasionada, no exenta de un humor solapado, muy leve, casi parodiando las desventuras amorosas del personaje, que se repite con diversas muchachas hispanas. Sin embargo, en la contraportada del libro, no se resalta lo más significativo del conjunto, su mensaje social, sino el aspecto más light, al afirmar que “es un libro sobre mujeres que quitan el sentido, y sobre el amor y el ardor y la traición”. Elementos que sí están presentes, pero no componen lo más representativo de esta interesante selección cuentística.

Junot Díaz posee una escritura de gran soltura narrativa, un lenguaje casi oral, propio del pueblo dominicano, manteniendo muchos de sus vocablos habituales, que el lector termina por comprender y aceptar sin contratiempos.  Términos como “jevas”, “douglas”, “tigueres”, “bwana”, “hanguear”, “panas” o los constantes “fokin” y los “flow”, relativizan y enriquecen un léxico que recupera la atmósfera y autenticidad de un pueblo de florido lenguaje.

En el relato Otra vida, otra vez, se describe la dura existencia de las mujeres dominicanas en Estados Unidos. En su mayoría mujeres abandonadas por sus parejas, sostenedoras de hogares precarios, en un país extraño que les ofrece mínimas oportunidades. Es una visión profunda y realista de los inmigrantes.

Invierno es un cuento con mucho de autobiográfico. El autor reconoce que varias de estas historias conllevan una cuota de veracidad. Este texto pareciera ser uno de ellos. Se narra el arribo de una familia dominicana a Nueva Jersey, en pleno invierno gringo. El frío desolador, la nieve inclemente, el desconocimiento del idioma y un racismo latente, desilusiona a la familia. Una fría postal de la discriminación, expuesta sin apostrofar, sustentado sólo por el arte narrativo.

Lo más característico en la escritura de Junot Díaz, lo configura el poder del lenguaje, esa asimilación casi táctil con el habla de su tierra, un lenguaje al servicio de la poesía y el mito, como reacción ante la solemnidad del realismo tradicional. La destreza en el manejo de la jerga dominicana, la solvencia en la representación de esa voz dialectal y localista –no obstante escribir en un inglés contaminado por el español  – ,posibilita un tono rítmico, pintoresco y literario que otorga ese estilo tan personal a este autor.

Junot Díaz es un escritor de enorme talento, un hombre que escribe con pausas, sin apresuramientos. La presión editorial pareciera no alterarlo. Prosigue con cautela desarrollando un tipo de literatura que años atrás homologaron otros centroamericanos, como Luis Rafael Sánchez, de Puerto Rico, que asombró con la original novela La guaracha del Macho Camacho, redactada con el lenguaje coloquial del Caribe –pero en español -, al igual que el habanero Óscar Hijuelos, con Los reyes del mambo tocan canciones de amor, llevada al cine con Antonio Banderas.

En resumen, un autor y un libro excepcional.