Por Luis Pando T.

Soy un tapabaños. Cada vez que entro en casas o edificios, llevo mi sopapo a cuestas. Camuflado en una bolsita negra, permanece mi tesoro de palo y de goma, el cual, ansioso, espera el momento para ser utilizado.

Los supermercados y ferreterías me conocen. Recuerdo aquella tarde cuando tapé el baño de la empresa. Como sigiloso fantasma, me presenté a la mañana siguiente a ejecutar mi rutina sagrada: veinte succiones continuas, reír y, luego, tirar de la cadena. Segundos después sentí aquellos pasos de la jefa. No pude llevármelo. A un costado del lavamanos, dejé parte de mí para siempre.


***

Nota: Este cuento está participando del repechaje de la XII versión de Santiago en 100 palabras. Puede manifestar su opinión con un me gusta/no me gusta y/o comentando en la página indicada en el link: santiagoen100palabras.cl/