Por Jorge Aguilar Mora 

 Pasión de la memoria es el título del libro: es el objeto designado de los poemas; pero no es el sentido del libro. El sentido del libro es la búsqueda de la pasión de la palabra, es la búsqueda de la palabra pasión en cada uno de los versos que se entregan a lo irremediable.

“Buscar el ojo de la Gran Dama”: así veía Martí a la muerte en sus Versos libres… y así hablaba con ella… sin retarla, reconociendo su compañía, y negándole su pertinencia. Pero éstas son palabras de José Paredes, quien además la recibe, la recibe de todas las maneras posibles, como una construcción en un espacio donde puede existir la cuadratura del círculo, y aún así: “El todo se nos ha ido…” Pero más allá de Martí, ya Federico Schlegel decía que desvanecidas las cosas, quedaban las palabras: José Paredes va hacia esas palabras, las palabras que quedan como testimonio de todo lo perdido, no sólo de la experiencia vital sino también del sentido del mundo. 

Es natural que Pablo Neruda encabece el libro: fue un moderno que dio testimonio de ese todo perdido, fue un materialista que no se dejó engañar por la pereza del pensamiento mecánico, fue un poeta que reconstruyó el mundo sin ninguna ilusión de suplantar el real. José Paredes se inscribe en esa genealogía, la de los románticos, la de los modernistas, la de los vanguardistas, en esa inclinación que tienen todos ellos de dar testimonio de un sentido trágico – donde el tiempo pasa y parece pasar siempre en un mismo sentido – y de una coherencia que se ha vuelto añicos.

Vemos en los poemas de José Paredes cómo pasan las cosas, cómo las cosas ya pasaron, cómo las cosas están siendo y no volverán, como lo dice Neruda; pero también vemos – arte de prestidigitación o ¿prestivocalización? poética – cómo en cada hueco que deja lo que ha pasado, en cada vacío de lo que ha sido y no volverá, cómo una palabra ocupa el lugar, le da una realidad nueva a la ausencia, a lo irremediable.

Pasión de la memoria es el título del libro: es el objeto designado de los poemas; pero no es el sentido del libro. El sentido del libro es la búsqueda de la pasión de la palabra, es la búsqueda de la palabra pasión en cada uno de los versos que se entregan a lo irremediable. Y así, sin que nadie nos lo advierta, entramos en un ritmo del eterno retorno: de la constatación romántica pasamos por la amargura modernista y llegamos a la alegría trágica del vanguardismo, para encontrarnos de pronto frente a la puerta trasera de una historia que nos lleva de nuevo al romanticismo.

Y lo mismo sucede con la imagen y el sentido: del objeto de la memoria rescatamos la pasión, y de la pasión se desprenden las palabras que le dan sentido a otra intensidad: aquella donde se confunden el poema, el autor, el lector… que nada les queda ya que no sea materia de recuerdo.