1 calizPor Diego Muñoz Valenzuela

La literatura fantástica en Chile

La literatura fantástica tiene antecedentes y cultores en el pasado, así como los tiene en la actualidad, especialmente en el ámbito de la ciencia ficción, como atestigua una serie de publicaciones muy recientes.

Durante el siglo XX, la literatura fantástica chilena transitó caminos dispares, siendo cultivada por numerosos escritores -desde Pedro Sienna a Ariel Dorfman- que dejaron una obra heterogénea y dispersa. Sobresalen por su recurrencia los textos de política ficción y las obras utópicas referidas a civilizaciones perdidas como la Atlántida o la Ciudad de los Césares, tópicos visitados por escritores como Manuel Rojas, Luis Enrique Délano, Fernando Alegría -quien publicó la antología Leyenda de la ciudad perdida– y Manuel Astica Fuentes, cuya novela Thimor abre esta línea temática en 1932.

Sin embargo, a partir de la década de 1950 y de la mano de la publicación de Los altísimos de Hugo Correa, la ciencia ficción chilena inició su época más fructífera, contando con exponentes permanentes del género encabezados por el mismo Correa, quien ha sido incluido en numerosas antologías extranjeras y traducido a diversos idiomas, y al que se suman autores como Elena Aldunate y Antoine Montagne (Antonio Montero), quien es el autor de la novela que hoy lanzamos: El cáliz, Thule y los dioses.

En suma, tanto a través de las publicaciones crecientes del género, como de la presencia en páginas web especializadas o de letras en general, la literatura fantástica –liderada por la ciencia ficción- se muestra como una tendencia vigorosa que dejará huella.

Afortunadamente, existe Puerto de Escape, editorial impulsada por el tenaz y competente Marcelo Novoa, que se ha constituido en uno de aquellos factores que resultan esenciales para el desarrollo de un género. Puerto de Escape publicó tiempo atrás AÑOS LUZ, una completa y única antología de cuentos de ciencia ficción, un libro indispensable para entender la evolución del género en Chile, sus proyecciones y múltiples vertientes.

Nuestro autor: Antonio Montero

Conocí a Antonio Montero entre mediados y fines de los 70, en la Sociedad de Escritores, en aquella época que –para denominarla fantástica y literariamente- podemos llamar “el tiempo del ogro”. De aquella época data nuestra amistad, cuando quien habla apenas se empinaba sobre la veintena, una debilidad que el tiempo se ha ocupado en corregir.

Como en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile –donde yo estudiaba la carrera que me hace doblemente colega con Antonio, pues ambos somos ingenieros civiles- hubo una razzia temporal que impidió el funcionamiento del taller literario donde participábamos una decena de entusiastas aprendices de escritores, acudimos a la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) para solicitar una sala donde funcionar. Allí llegamos una tarde y Antonio Montero nos recibió cálidamente a nombre del Directorio de la SECH. Al principio nos acompañó con mucha frecuencia en nuestras sesiones, acaso preocupado porque nuestra juventud transformara las lecturas en libaciones profusas o en conspiraciones tremebundas. A poco andar, ocurrida la amistad al calor de discusiones sobre autores y textos, Antonio se convenció de la naturaleza literaria auténtica de nuestras vocaciones y nos fue dejando hacer, sin dejar de visitarnos por propio gusto.

Unos meses después, regresamos a nuestras sesiones en la propia Facultad, como debía ser, y dejamos con cierta tristeza la sala que nos acogió. Yo, sin embargo, mantuvo el contacto con Antonio a través de los años, seguí concurriendo a la SECH, y participé en sus actividades en pro de la literatura, la libertad y la defensa de los derechos humanos.

Al comienzo no supe de las incursiones de nuestro autor en el ámbito de la ciencia ficción, donde utilizaba el seudónimo de Antonio Montagne. Lo ubicaba más bien como un autor centrado en el realismo social moderno, con obras muy interesantes en los géneros novela y cuento –libros que atesoro en mi biblioteca.

Antonio Montero (Valdivia, 1921), Ingeniero Civil de la Universidad Católica, ha publicado las novelas Asunto de Familia, Tres Réquiem para Carmela, Triángulo para una sola Cuerda, y los volúmenes de cuentos Nos vemos en Santiago, El Círculo Dramático (donde está un cuento notable, El tipo sabe, que tenido el placer de antologar en Cuentos en Dictadura, una historia notable por su dramatismo), Baracaldo o el Tercer Pabellón. Entre otras distinciones, ha obtenido el Premio Municipal de Santiago en 1979 por el libro de cuentos Nos vemos en Santiago y en 1982 por el volumen de relatos El Círculo Dramático. Ha cultivado la ciencia ficción tanto en cuento como en novela, las novelas Los superhomos y Acá del tiempo, y el volumen de cuentos No morir.

La nueva obra de Antonio Montero

Estamos, pues, ante un escritor hecho y derecho, pleno de reconocimientos, que abordó la ciencia ficción en una época donde predominaba (no digo que haya desaparecido) el desprecio a la literatura de género, un resultado prejuicioso de la ignorancia que ha afectado a la novela negra, la literatura fantástica y el microcuentos, entre otras expresiones literarias más que válidas.

Citando a Hugo Correa, debemos decir que lo único importante es que la literatura sea Literatura, dejando aparte temas y géneros. Así como la mera adscripción de una obra narrativa a un determinado género no otorga categoría literaria por simple decreto; tampoco la niega. Esta condición la ha cumplido muy de lejos la narrativa de Montero, una obra valiosa y perdurable en todos sus aspectos.

El cáliz, Thule y los dioses confirma esta trayectoria tan destacada en la literatura de Antonio Montero. Con ágil y experimentada pluma, el autor nos sumerge una intriga internacional –tendríamos que decir universal por la intervención de seres superiores- que nos pasea por el mundo y por la historia remota. Nos remontamos a los orígenes de la Biblia, del judaísmo y de otras remotas religiones anteriores, perdidas en el confín de los tiempos, que remiten a la existencia de divinidades tan poderosas como olvidadas, a cuya acción esta novela nos remite en creciente espiral de tensión.

Cuando la pesada realidad pragmática del neoliberalismo trata de simplificar la vida social, y reducirla al simple manejo de las transacciones comerciales, esta novela nos propone un sistema diferente y oculto: la acción de dioses primigenios, terribles en el ejercicio de su venganza ante las manifestaciones de irreverencia, ambición y codicia de los mortales.

Los protagonistas de la historia son profundamente humanos, sacudidos por pasiones terrenales, sufrimientos y pérdidas dolorosas, que los van llevando por un destino enigmático y sorprendente. El cáliz, Thule y los dioses es una novela fantástica, por cierto, pero ante todo es una novela hecha y derecha, de un autor prolífico y serio cuya aguda prosa echábamos de menos. la aparición de esta novela de Antonio Montero, así como la iniciativa de la Editorial Puerto de Escape, son motivo de celebración y aplauso para la literatura chilena.

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Diego Muñoz Valenzuela

Mayo 23, 2012