En Viajes con Heródoto, el reconocido periodista de origen polaco Ryszard Kapuscinki (1932 – 2007), entrega al lector una verdadera clase magistral acerca del sentido y significado del concepto historia.
A través de un agudo contrapunto entre los hechos contados por Heródoto en sus escritos del siglo IV A.C. –libro de cabecera del periodista- y lo observado de primera mano por el propio Kapuscinski durante sus viajes por el mundo, sumerge al lector en profundas reflexiones relacionadas con el tema de la conservación de la memoria.
Sorprende la prodigiosa habilidad escritural de este periodista polaco que llegó a dominar varias lenguas, movido por la necesidad y sobre todo por el deseo visceral de entender y hacerse entender en los diferentes países visitados como reportero de los más diversos medios de comunicación. Su lenguaje llano y preciso, acerca al lector al punto de convertirlo en un compañero de viaje inseparable.
Kapuscinki, según cuenta en este libro, añoraba de muy joven cruzar alguna vez la línea de la frontera, conocer otros mundos, otras vidas, otros escenarios. Y ese sueño cobra realidad a pesar de vivir su patria bajo la potestad del imperio soviético. Su primer viaje como reportero en la India, le abrirá los ojos para siempre. Acaso, del mismo modo, como a juicio de Kapuscinski le sucede a Heródoto después de salir de Halicarnaso con la idea de ser testigo ocular de los hechos de su tiempo. La pasión que impulsa al primer historiador griego a salir de su patria, será la misma que mueve veintidós siglos después al periodista.
La historia como rescate de la memoria, parece ser en definitiva la cuestión principal. Fijar los hechos de manera escrita para que no se muevan, para que nadie los cambie. A pesar de aquella ambigua frase formulada por Nieztzsche: no hay hechos, hay interpretaciones. A juicio de Kapuscinki, Heródoto no interpreta nada de lo que dice en su historia de la guerra entre persas y griegos, y se limita a mostrar los hechos tal y como los ve, como fiel testigo ocular de su tiempo. “Heródoto de Halicarnaso va a presentar aquí frutos de sus investigaciones llevadas a cabo para impedir que el tiempo borre la memoria de la historia de la humanidad, y menos que lleguen a desvanecer las grandes y maravillosas hazañas, así de los griegos como de los bárbaros. Con este objeto refiere una infinidad de sucesos varios e interesantes, y expone con esmero las causas y motivos de las guerras que se hicieron mutuamente los unos a los otros” Heródoto será así el primero en ordenar los hechos en orden racional y temporal, y por eso se le ha llamado padre de la historia. Así lo vi, así os cuento, es la frase clásica de Heródoto.
La idea de cruzar la frontera alcanza también un sentido alegórico en el libro. Cruzar la frontera es salir al encuentro con la llamada otredad, con el conocimiento y reconocimiento del otro, en tanto realidad latente, palpable, inevitable. Herodoto quiere saber quiénes son en definitiva los persas, esos otros con quienes las guerras se sucederán durante cincuenta años, en las llamadas Guerras Médicas. Kapuscinki, proveniente de un mundo también cerrado, la Polonia comunista, también ansía descubrir a esos otros que bordean los contornos de su nación. Esta idea de Kapuscinki alcanza el nivel metafórico, y por eso el libro supera en mucho las expectativas de un simple libro de reportajes. El lector también tomará conciencia, en algún momento, de esa otredad rayana a su existencia, ahí, al otro lado de la frontera.
“Heródoto confiesa su obsesión por el tema de la memoria: es consciente de que la memoria es defectuosa, frágil, efímera, incluso ilusoria. De que todo lo que guarda en su interior puede esfumarse, desaparecer sin dejar rastro. Toda su generación, todas las personas que habitan el mundo de entonces viven embargadas por el mismo temor.
Sin la memoria no se puede vivir, ella eleva al hombre por encima del mundo animal, constituye la forma de su alma y, al mismo tiempo, es tan engañosa, tan inasible, tan traicionera.” Esta es la causa de que el hombre se muestre tan inseguro de sí mismo, asegura Kapuscinki, y cuánta razón hay en dicha aseveración. El hombre moderno ha olvidado estas cosas, saturado por una tecnología que viene a suplantar la memoria, despojando al hombre de su ser esencial.
Miguel de Loyola – El Quisco – Noviembre del 2009
Es asombroso descubrir cómo se articulan las ideas y pasiones en torno a la poesía habiendo tanta distancia geográfica -nunca…