Autoras: Aminie Calderón y Rosa Gutiérrez.
Por Marcelo Beltrand Opazo
Mario Benedetti escribe: “El olvido está tan lleno de memoria, que a veces no caben las remembranzas; y hay que tirar rencores por la borda; en el fondo el olvido es un gran simulacro; nadie sabe ni puede, aunque quiera, olvidar; un gran simulacro repleto de fantasmas”.
La memoria, esa porfiada que no nos deja dormir, que no nos deja tranquilos, porque siempre vuelve, en los momentos menos esperados, entra, se sienta en nuestro sillón y nos habla, nos cuenta historias del pasado, de cuando fuimos, de cuando éramos.
Borges dice que el olvido es una forma de la memoria, su vago sótano, la otra cara secreta de la moneda.
Para muchos, la pregunta fue: ¿Debo recordar u olvidar?
Pregunta válida cuando tenemos una historia repleta de víctimas, perpetradores, cadáveres enterrados en secreto, miedo penetrante y negación oficial.
Las autoras del libro ÉRAMOS LICEANAS EN SEPTIEMBRE DEL ´73 han decidido no olvidar, han decidido, junto a otros y otras, mujeres y hombre hoy, no olvidar.
ÉRAMOS LICEANAS EN SEPTIEMBRE DEL ´73 es un conjunto de testimonios de ex estudiantes del Liceo N°1 de Niñas de la ciudad de Valparaíso. Ellas cuentan lo que vivieron antes, durante y después del Golpe de Estado de 1973. Pero sobre todo, nos comparten su memoria, que no es más, que la memoria de todos nosotros, la memoria de Chile.
Los testimonios de este texto están cargados por esos brillos que logra la remembranza. Nos muestra un Valparaíso con sueños y conflictos; una ciudad con el Liceo femenino más antiguo del país; nos muestran un tiempo que ya no es. Pero también, nos comparten el dolor, la tortura, el destierro.
Por otra parte, la diversidad de voces, permiten al lector, armarse una idea certera y cercana a los hechos, a lo que fue. Los distintos testimonios configuran, como un verdadero rompecabezas, una panorámica de los mil días del Gobierno del Presidente Allende y de los hechos posteriores. Y con estupor, nos descubrimos en esos testimonios, están nuestras familias, están nuestros vecinos, están nuestros padres, están nuestros profesores.
De pronto, estamos todos.
Acá están los testimonios de María Huerta, de Katrina Sanguinetti, de María Teresa Aguilera, de Maritza Fuentes, de Danitça Vuskovic, de Iris Guerra, de Rosa Gutiérrez, de Sara López, de Regina Fernández, de Nilda Rojas, de Virginia Garrido, de Sonia Ramírez, de Marisa López de Aminie Calderón, de Nancy Yáñez, de Elizabeth Palominos, de Marta Mercado y, también está el testimonio de Enrique Pino, de Pedro Crovetto, de Anita Cádiz, de Gina Espinoza, de Lidia Cantero, de Gloria Andrade, de las hermanas Gloria y Guadalupe Valenzuela. Están los padres, la señora Alicia Tapia, la señora María Aceituno, don Sergio Vuskovic, la señora Berta Silva y el testimonio de don Mario Calderón.
En el libro el lector encontrará muchos protagonistas y todos y todas, en primera persona, y quizá, sea eso lo que llama la atención de los libros testimonios, que todas las voces son protagonistas. Nadie es más importante que otro en esta historia. Todos y todas fueron actores de esta comedia devenida en drama.
Al terminar de leer el libro, no pude dejar de pensar en el tono de los testimonios, de los discursos. Porque las voces que acá nos cuentan, no buscan revanchismos ni se ponen como víctimas, solo muestran, comparten (con valentía) ese trozo de vida, de cuando eran liceanas en septiembre del ´73.
Con este libro, las palabras de Benedetti retumban en nuestros oídos, cuando dice: “…los recuerdos atroces y los de maravilla quebrarán los barrotes de fuego; arrastrarán por fin la verdad por el mundo y esa verdad será que no hay olvido”.
Con este libro, las autoras han elegido la memoria, jamás el olvido.
Rafael Courtoisie cuenta que “Un día, todos los elefantes se reunirán para olvidar. Todos, menos uno”. Aminie Calderón y Rosa Gutiérrez con ÉRAMOS LICEANAS EN SEPTIEMBRE DEL ´73, han decidido ser, ese último elefante.
¡Bravo por el intertexto con Borges! Saludos.