Virginia Vidal: Distinción Letras de Chile 2011
Por Andrea Jeftanovic
Hay mujeres fundacionales, hay mujeres imprescindibles, hay mujeres valiosas que cruzan épocas. Hay artistas con estética y con ética que nos enseñan, que nos inspiran, nos enseñan a ser más, a soñar, que poseen gran talento, que sobreviven a duras pruebas; de la estirpe de María Maluenda, de Isidora Aguirre y más. Virginia Vidal nos regala elegancia, coherencia, erudición, una pluma impecable.
Celebro este homenaje de la Corporación Letras de Chile que le confiere la “Distinción Letras de Chile 2011 por su aporte incondicional a la literatura chilena” porque estamos frente a una mujer excepcional, de esas que aparecen de vez en cuando en la historia como heroínas de nuestros tiempos y de nuestras artes.
Virginia es una autora multifacética, y además de su labor narrativa se ha desempeñado como columnista en el diario el Siglo, con su memorable columna “No solo de pan”. Ha entrevistado a grandes como el escritor Francisco Coloane, logrando de él conversaciones y perfiles que quedan para siempre. Además, ha sido periodista en varios países, y, ahora, en la concepción más moderna hace de “bloguera” por medio de su página Anaquel Austral que reúne textos de su autoría y de medios de diversas partes de Latinoamérica. Además, ha sido un activo miembro de la SECH. Constantemente nos hace envíos que nos mantienen actualizados de las problemáticas en el campo de la cultura y las letras. Como verán, una escritora prolífica y comprometida.
Virginia Vidal como narradora se ha destacado por investigar la vida de mujeres rodeadas de mitos y misterios, como es el caso de Catalina de los Ríos, La Quintrala en la magistral novela Oro, veneno y puñal que despliega una erótica en las cuerdas del poder, me atrevería a decir, la novela más punzante de ese atractivo personaje de nuestra historia. También realizó un maravilloso trabajo de registro sobre la pintora Delia del Carril en Hormiga pinta caballos, yo misma tomé ese libro de modelo para un trabajo de memoria. Y siguiendo, en la línea de mujeres emblemáticas, toma la figura de Javiera Carrera, para hurgar en la intimidad de la familia Carrera y dar a conocer la primera escritora del país, y “madre de la patria” a través de una novela epistolar en la que las contradicciones de una mujer del siglo XIX se estrellan con los ideales de la Nación.
Mujer cosmopolita y vanguardista, rima pero no hay como salir de esa dupla de palabras perfectas para ella; acumula extraordinarias experiencias como enseñar castellano y publicar libros de lenguas para chinos y yugoslavos en la década de los ’60. O bien ser protagonista de anécdotas valiosísimas, como ser la única periodista latinoamericana que asistió a la entrega del Premio Nobel al poeta Pablo Neruda. Y luego acompañar a Matilde Urrutia —desde 1974 a 1976— en el traslado de la biblioteca del poeta a la ya restaurada Chascona tras el saqueo y el daño.
Víctima del Golpe, cuando dice en ese bellísimo texto de su autoría:
“La risa se apagó de golpe.
Mucha gente murió de golpe.
La alegría desapareció de golpe.
El trabajo se acabó de golpe.
La esperanza se extinguió de golpe.
El miedo creció de golpe.
La familia se desparramó de golpe.
La luz del alma se cortó de golpe.
El mundo cambió de golpe.
Mi vida se quebró de golpe.
El tiempo se atascó de golpe”
sabemos que la existencia de Virginia acusó ese golpe y su trabajo y su vida de propagaron por otras latitudes. En los años de exilio fue reportera y locutora del mítico «Escucha Chile», noticiero moscovita que informaba al mundo de la realidad de un país sometido a una cruenta dictadura militar. Recuerdo el esfuerzo por sintonizar esa radio y de pronto sentir su voz y la José Miguel Varas, entre otros, por el chirriante dial. De Moscú se traslada a Venezuela, donde seguirá trabajando de corresponsal para ese programa radial y se dedicará a escribir en diferentes medios de comunicación de ese país. Regresa a Chile en 1987 y su pluma comienza a combinar la crónica periodística con el ensayo, el cuento y la novela, con una fuerte tendencia a la crónica y a los caminos de la nueva novela histórica.
En su vasta y heterogénea obra destacan títulos como Rumbo a Itaca, Cadáveres del incendio, Balmaceda. Varón de una sola agua, Testimonios de Francisco Coloane, América de a caballo, Agua Viva. Gabriela Mistral y la juventud. Javiera Carrera, Madre de la Patria; Oro, veneno y puñal. También es coautora de Los Rostros de Neruda, 1998 y de Morir Es La Noticia, 1997. En el año 2005 encabezó la edición de Crímenes de mujeres.
El año pasado me tocó presentar el libro Javiera Carrera… reeditada por la editorial RIL, una novela que entrega otra mirada de los inicios de nuestra nación. Virginia Vidal hace un recorrido apasionado por la esta mujer, hermana mayor de los tres hombres que fraguarían la Independencia de Chile. Luego de una detallada investigación, en la que se incluyen transcripciones de las cartas escritas por los Carrera, misivas personales, hechos históricos surge una ficción basada en la Historia. La imaginación de la escritora no llega para empañar los hechos históricos, sino que complementa e ilumina los silencios y emociones que, muchas veces, se desprenden de la propia pluma de los personajes.
Como es sabido, se cree que la Historia sólo ha sido escrita por los hombres, y en este caso, es comprensible que un personaje tan destacado como Javiera Carrera, haya quedado opacada tras la imagen de sus tres hermanos, José Miguel, Juan José y Luis. Ser mujer a principios del siglo XIX implicaba un cúmulo de tareas bien definidas, un esquema inmóvil que, con todo el rigor de la sanción social, llevaba a las mujeres a permanecer dentro de sus casas. Sin embargo, hubo mujeres capaces de desafiar toda imposición. Me gustaría detenerme en una escena que transcurre en el puente Cal y Canto cuando Javiera es testigo del abuso a los trabajadores. El sentido de justicia crece tan fuerte dentro de ella que decide ingresar al convento pero su carácter apasionado y su belleza la llevaron a abandonar el encierro por la vida de mundana. Javiera contrajo dos veces matrimonio y tuvo siete hijos. Lúcidamente se planteaban problemáticas que resuenan hasta el día de hoy con gran contemporaneidad: la obligación de los médicos de atender a los pacientes de toda condición social; la libertad de todo ser humano, lo que implicaba la igualdad de derechos con los pueblos aborígenes, especialmente con el pueblo mapuche.
El desarrollo de la historia de Chile es conocido de todos: la traición que sufrieron los hermanos Carrera, el regreso de la corona en 1814 y el reconocimiento a Fernando VII, el desastre de Rancagua y, finalmente, el exilio. Si bien Javiera decide cruzar la Cordillera con sus hermanos, debe, para esto, abandonar a su familia puesto su marido no aprobaba su ímpetu. Las miradas recayeron sobre esta “mala mujer” que dejaba a su marido con sus hijos, que desafiaba el rol para ella establecido. Traiciones, pactos, guerras. Su muerte no pasó inadvertida. En nombre del pueblo. La retrata un viejo y anónimo granadero: “Sois la cara hermosa de la patria vieja, la verdadera. Vos erais para nosotras la maga capaz de leer las estrellas y descubrirnos el destino…madre de la revolución, habéis conocido el dolor sin consuelo” (p.227).
Pienso inevitablemente en ciertas analogías entre Javiera Carrera y Virginia Vidal, mujeres activas en la política, batallando por su patria y por el futuro de sus hijos; mujeres que no paran de escribir, dejando en sus palabras un legado de entereza e idealismo tras las peores vicisitudes, incluso después del exilio. Ambas talentosas narradoras que hace del género epistolar el registro de la esfera privada y pública. En esta novela Virginia establece el diálogo entre la ficción y la investigación en un fino zurcido de cartas y narraciones que genera una verdadera crónica detallada de ese momento crucial gracias a la sagacidad e imaginación poética de una de nuestras más ilustres narradoras.
Imaginación poética que asombra en el microcuento, otro de sus talentos cultivados, por ejemplo en SECRETO:
“Cuando le llegó por el correo del éter la oferta: “Hombre invisible busca a mujer transparente para hacer algo nunca visto”, ella respondió enseguida y concertaron cita. A Las 00.00 horas se encontraron en la Plaza de los Amantes Imaginarios. Tomados de la mano, traspasaron el pórtico del Hotel del Rayo Verde y se detuvieron en el umbral. Ella se dejó ver a trasluz.//Al día siguiente, un hombre y una mujer desconocidos presentaron sendos habeas corpus por la desaparición de sus respectivos cónyuges”.
Celebro esta merecida distinción de Corporación de Letras de Chile.
Virginia, gracias, por tu ejemplo, talento y compromiso.
“Para soñar, para fantasear, para discurrir».
Andrea Jeftanovic, escritora y académica USACH.
Noviembre 2011
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