TapaElLibroGomez1Por Miguel de Loyola

La escritora Patricia Gómez captura al lector narrando una entretenida historia de amor basada en la inmortalidad del alma y en los grandes ideales del espíritu. Hay mucho ingenio creativo en estas páginas para recrear los acontecimientos que envuelven y conectan la vida de los personajes con distintas épocas.

Una mujer del siglo XIX, en quien reconocemos a la heroína del relato, tras el hallazgo y lectura de El libro, viajará a través del tiempo hasta encontrar el correlato de su propia historia de amor, vivida en un pasado remoto, en otras circunstancias, bajo otros nombres y personajes, por allá por el siglo XVI, donde todavía en algunos reinados de la centroeuropa, predomina el imperio de la barbarie. 

La novela toma la forma del viaje, de aquel clásico viaje mítico, donde el protagonista terminará depurando su vida y su espíritu. En tal sentido, recorre aquellos tópicos clásicos tan bien formulados por  el norteamericano Joseph Campbell en su estudio El poder del mito.  Las etapas que componen el viaje del héroe, en nuestro caso, el viaje de la heroína Helena del Canto, Campbell las define en doce pasos que me permito detallar a continuación, en virtud que en la novela de Patricia Gómez aparecen claramente determinados: El mundo ordinario; La llamada de la aventura; El encuentro con el mentor; La travesía del primer umbral; Las pruebas, los aliados, los enemigos; La aproximación a la caverna más profunda; La odisea (el calvario); La recompensa;  El camino de regreso; la resurrección; y finalmente,  El retorno con elixir. Podríamos ir al detalle, ubicando cada uno de estos pasos con los hechos concretos proyectados en la novela, pero sería preferible dejar la tarea de precisarlos al lector. Pero, por ejemplo, veamos algunos, los primeros, de donde surge el verdadero interés de la historia, nominado como el mundo ordinario. En El libro, Helena aparece inmersa en un mundo rutinario que no le agrada, añorando siempre un mundo mejor, soñando el encuentro del amado, a pesar de sentirse amada y deseada por los hombres, y concretamente por Ricardo, viejo amigo de su extinto padre. Desde allí, desde esa plataforma demarcada por una cotidianidad carente de expectación, se proyectará a una realidad superior, cuando sienta el llamado de la aventura. Es decir, cuando aparezca el segundo paso. Aquel viaje a Europa será determinante en su vida, tras conocer en Madrid a Hernán de la Fuente. Aquel encuentro con el mentor, y aquí ya estamos en el tercer paso nominado por Campbell, impulsará a la heroína hacia otros mundos posibles.

Se dice, que la estructura del mito del héroe supera la edad de las pirámides, y hasta la de las pinturas rupestres más antiguas halladas en las cavernas. Desde luego, esta estructura opera en nosotros de manera inconsciente, y dice relación con la teoría de los arquetipos planteadas por Carl G. Jung, y perviven en lo que el psicólogo suizo llamó el inconsciente colectivo. El aporte de Campbell consiste en haber recopilado estas ideas, articulado, dado nombre y organizado de manera sistemática para el análisis de los relatos demarcados por estas características milenarias, y donde  aparentemente se abordan cuestiones infantiles, pero de muy largo alcance psicológico y espiritual. ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿ a dónde iré al morir?, ¿qué es el bien y qué es el mal?, ¿qué ocurrirá el día de mañana?, ¿qué pasó con el ayer? Las novelas de Harry Potter responden también a estos arquetipos y de allí, acaso, su éxito más rotundo. Campbell dedujo que toda narración de historias se ajusta al viejo patrón del mito, y que todas las historias pueden entenderse en los términos que presenta el viaje del héroe, como bien podemos constatar en esta novela.   

Ahora bien, la idea de una perfecta relación de pareja, del encuentro con el amor definitivo, del hallazgo de la persona ideal que complementa la personalidad del individuo, y que viene a ser el tema principal de El Libro, está planteada aquí como la resultante del paso reformador de vidas anteriores vividas por el mismo individuo, donde el sujeto (amante) ha venido paso a paso depurando sus sentimientos hasta alcanzar el grado de perfección ideal de los mismos. Desde luego, en este sentido, la novela apela  hacia esa exaltación de los grandes valores del espíritu que Platón y los filósofos idealistas llamaron mundo suprasensible, donde el amor, la justicia, el bien, son valores inamovibles, perpetuos. Valores que, sabemos, la modernidad ha ido relativizando hasta caer en aquel nihilismo prenunciado por Nietzsche a fines del siglo XIX, y que ha venido a ser la mayor enfermedad de nuestro tiempo. Sin embargo, siguen estando presentes en el inconsciente colectivo y renacen con toda su potencia positiva en este relato, llevando al lector a soñar y a desearlos para sí, como sustento y soporte existencial.

En la novela de Patricia Gómez, veremos la exaltación y recuperación de estos valores, otorgándole un sentido pleno, y concluyendo en la creencia definitiva de la inmortalidad del alma, en la reencarnación del espíritu, en la necesidad de vivir y revivir la vida hasta alcanzar la santidad, luego del triunfo del bien sobre el mal. Asunto que en la novela aparece muy bien detallado, proyectando un enfrentamiento concreto de ambas fuerzas irreconciliables. En consecuencia, estamos frente a una obra de profundas reflexiones esotéricas que no sólo llevan al lector a soñar un mundo mejor, sino también al deseo de alcanzarlo.    

 

Miguel de Loyola – Santiago de Chile – Septiembre de 2011