Breverdades de Luis Britto García

Luis Britto García. Caracas, 1940. Narrador, ensayista, dramaturgo, dibujante, explorador submarino, autor de más de 60 títulos.

En narrativa destacan Rajatabla (Premio Casa de las Américas 1970) Abrapalabra, (Premio Casa de las Américas 1969) Los fugitivos, Vela de armas, La orgía imaginaria, Pirata, Andanada y Arca. En teatro, La misa del Esclavo (Premio Latinoamericano de Dramaturgia Andrés Bello 1980) El Tirano Aguirre (Premio Municipal de Teatro1975) Venezuela Tuya (Premio de Teatro Juana Sujo en 1971) y La Opera Salsa, con música de Cheo Reyes. Con Me río del mundo obtuvo el Premio de Literatura Humorística Pedro León Zapata. Como ensayista publica La máscara del poder en 1989 y El Imperio contracultural: del Rock a la postmodernidad, en 1990, Elogio del panfleto y de los géneros malditos en el 2000; Investigación de unos medios por encima de toda sospecha (Premio Ezequiel Martínez Estrada 2005), Demonios del Mar: Corsarios y piratas en Venezuela 1528-1727, ganadora del Premio Municipal mención Ensayo 1999. En 2002 recibe el Premio Nacional de Literatura, y en 2010 el Premio Alba Cultural en la mención Letras.

Subraye las palabras adecuadas

Una mañana tarde noche el niño joven anciano que estaba moribundo enamorado prófugo confundido sintió las primeras punzadas notas detonaciones reminiscencias sacudidas precursoras seguidoras creadoras multiplicadoras trasformadoras extinguidotas de la helada la vacación la transfiguración la acción la inundación la cosecha. Pensó recordó imaginó inventó miró oyó talló cardó concluyó corrigió anudó pulió desnudó volteó rajó barnizó fundió la piedra la esclusa la falleba la red la antena la espita la mirilla la artesa la jarra la podadora la aguja la aceitera la máscara la lezna la ampolla la ganzúa la reja y con ellas atacó erigió consagró bautizó pulverizó unificó roció aplastó creó dispersó cimbró lustró repartió lijó el reloj el banco el submarino el arco el patíbulo el cinturón el yunque el velamen el remo el yelmo el torno el roble el caracol el gato el fusil el tiempo el naipe el torno el vino el bote el pulpo el labio el peplo el yunque, para luego antes ahora después nunca siempre a veces con el pie codo dedo cribarlos fecundarlos omitirlos encresparlos podarlos en el bosque río arenal ventisquero volcán dédalo sifón cueva coral luna mundo viaje día trompo jaula vuelta pez ojo malla turno flecha clavo seno brillo tumba ceja manto flor ruta aliento raya, y así se volvió tierra.

Ser

El lactógeno el chupón el pablum los pañales cannon el talco mennen los escarpines el gallo de oro los teteros evenflo la tarjeta de bautizo imprenta la torre los jugos gerber la leche klim el visineral los helados cruz roja la pistola wyandote toys el triciclo nortern la cucharilla el tenedor el cuchillo la ovomaltina la cocacola la pepsicola la cola kdt la naranjita la crama dental colgate el cepillo tek los chocolates savoy los caramelos la suiza el lápiz mongollos cuadrenos castle los creyones prismacolor la goma de borrar eagle la goma de pegar lepage la tijera de plástico el vaso de plástico el libro primario nuestra escuela la regla de madera el compás de metal el bulto de cuero el tesoro de la juventud la anatomía de cendredro la botánica de fesquet el mascotín de catcher la pelota de futbol los patines rolling skates la pelota spalding el traje de primera comunión casa la religiosa la medalla juan bautista de la salle el retrato de graduación estudio dana la piñata el pino la quincallería amedo bor las galletas maría la crema de zapatos negra la crema de zapatos marrón el juego de pesas weider los calzoncillos jokey los pantalones bluejeans las dos noches de placer las frecuentaciones de marisa la virgen de dieciocho kilates el ganster de la mano de acero los temerarios del círculo rojo la tabla de logaritmos los condones sultán la penicilina bayer el cigarro phillip morris las hojillas guillete la loción para después de afeitarse la glostora el reloj despertador las corbatas noble las yuntas las camisas van heusen el traje de bañio jantzen la cerveza polar las sopas heinz el reloj de diecisiete rubíes el colchón sweetdream el anillo de compromiso joyería la tacita de oro el maletín de cuero de foca el traje wilco las medias interwoven los zapatos williams el anillo de boda joyería la perla la torta agencia el pinar el champaña de la viuda cliquot el volkswagen el penetro el cafenol los muebles de rattan la frigidaire el radio philco la cocina tappan los cubiertos de plata saxony el televisor bendix el plato garrad las cornetas fisher la planta hitachi el disco concierto en la llanura la pluma parker el paltolevita la tenaza de comer escargots el tenedor de comer langosta la cigarrera de plata el mercedes 300 el terreno caurimare el proyecto fruto vivas las fundaciones benotto la constructora giuliani el reloj cronómetro la cámara voigtlander el largavista zeiss el grabador vm la película metro el pisapapeles en forma de empire state la colección obras clásicas de la literatura con muebles el sujetalibros en forma de Quijote el cortapapeles en forma de espada las pástillas mentoladas la prótesis laboratorios meszaros la testosterona sandoz las placas radiográfica kodak la habitación centro médico la cama reclinable phoebus knoll el suero laboratorios abbot el oxigeno laboratorios bustos las flores el clavel la urna la voluntad de Dios la placa marmolería roversi.

Antes yo era

Antes, yo era un ser humano. Tenía acceso a los olores, los colores, los sonidos, las formas, los sabores, ante mí desfilaban las personas, ocurrían las cosas. Se apoderaban de mí las emociones, a veces –no siempre- tenía ideas. Luego, se me ocurrió leer libros, y poco a poco elegí, más que el sonido, la palabra que simboliza el sonido, más que el color, la palabra que simboliza el color, más que el olor, la palabra que simboliza el olor, más que el sabor y el tacto, las palabras que simbolizan sabores y tactos. No conocí personas, conocí sucesiones de palabras estampadas en olorosa tinta que describían personas; elegí no padecer el miedo, sino descifrar la narración del miedo; creí pensar, cuando sólo conectaba entre sí palabras que describían los pensamientos de otros. Poco a poco los objetos en mi universo se fueron sustituyendo por palabras: la progresión del tiempo, por el sucederse de períodos; mi conciencia de existir, por un vasto olor a papel y tinta, a veces a grafito, a veces a cueros, a veces a cola. Alrededor de mi construí los muros de libros y al final no sé cómo entré en ellos me dirigieron me asimilaron me absorbieron golosamente, secamente, y yo sólo trataba con polillas.

Ahora, soy esto. He mirado lo que era mi mano y sólo veo unas palabras que dicen antes yo era un ser humano. No hay antebrazo, sólo veo otras palabras que dicen: tenía acceso a los colores, a los olores. Así, en parcos vocablos se va agotando mi cuerpo: donde dice poco a poco los objetos en mi universo se fueron sustituyendo, es el ombligo; y la conciencia, la conciencia, son las palabras de este párrafo que dicen ahora soy esto, estas líneas en que me defino, sólo palabras, sólo tintas, sólo papeles, yo que era un ser humano, concluyo aquí, ahora. Ahora, no soy sensaciones, no soy ya emociones, no soy ya tripas, algo me ha ocurrido, palabras, nada más que palabras, ahora soy esto.

Rubén

Traga Rubén no brinques Rubén sóplate Rubén no te orines en la cama Rubén no toques Rubén no llores Rubén estate quieto Rubén no saltes en la cama Rubén no saques la cabeza por la ventanilla Rubén no rompas el vaso Rubén, Rubén lo le saque la lengua a la maestra Rubén no rayes las paredes Rubén di los buenos días Rubén deja el yoyo Rubén no juegues trompo Rubén no faltes al catecismo Rubén amárrate la trenza del zapato Rubén haz las tareas Rubén no rompas los juguetes Rubén reza Rubén no te metas el dedo en la nariz Rubén no juegues con la comida no te pases la vida jugando la vida Rubén.

Estudia Rubén no te jubiles Rubén no fumes Rubén no salgas con tus amigos Rubén no te pelees con tu hermana Rubén, Rubén no te montes en la parrilla de las motos Rubén estudia la química Rubén no trasnoches Rubén no corras Rubén no ensucies tantas camisetas Rubén saluda a tu tía Paulina Rubén no andes en patota Rubén no hables tanto, estudia la matemática Rubén no te metas con la muchacha del servicio Rubén no pongas tan alto el tocadisco Rubén no cantes serenatas Rubén no te pongas de delegado de curso Rubén no te comprometas Rubén no te vayas a dejar raspar Rubén no le respondas a tu padre Rubén, Rubén córtate el pelo, coge ejemplo Rubén.

Rubén no manifiestes, no cantes el Belachao Rubén, Rubén no protestes profesores, no dejes que te metan en la lista negra Rubén, Rubén quita esos afiches del cheguevara, no digas yankis go home Rubén, Rubén no repartas hojitas, no pintes los muros Rubén, no siembres la zozobra en las instituciones Rubén, Rubén no quemes caucho, no agites Rubén, Rubén no me agonices, no me mortifiques Rubén, Rubén modérate, Rubén compórtate, Rubén aquiétate, Rubén componte.

Rubén no corras Rubén no grites Rubén no brinques Rubén no saltes Rubén no pases frente a los guardias Rubén no enfrentes los policías Rubén no dejes que te disparen Rubén no saltes Rubén no grites Rubén no sangres Rubén no caigas: No te mueras, Rubén.

El campeonato mundial de pajaritas

Abierto oficialmente el campeonato mundial de pajaritas el señor Pereira se dirige al proscenio, toma una hoja de papel, la dobla, la vuelve a doblar, y de los pliegues surgen lentamente una montaña, y un arroyo, y un arco iris que desciende hasta que junto a él fulguran las nubes y finalmente las estrellas. Un gran aplauso resuena, el señor Pereira se inclina y baja lentamente a la sala.

Acto seguido se instala en el proscenio el señor Noguchi, quien toma en cada mano una hoja de papel, la mano izquierda dobla dobla, sale una paloma, sosteniendo el pico con los dedos anular y meñique y tirando de la cola con los dedos índice y medio las alas suben bajan suben bajan, la paloma vuela vuela, entretanto la mano derecha dobla dobla, sal un halcón, colocándole el dedo índice en el buche y presionando con el pulgar en las patas, las poderosas alas suben bajan bajan suben, el halcón vuela, persigue a la paloma, la atrapa, cae al suelo, la devora.

Grande y entusiásticos aplausos.

Sube al proscenio el señor Iturriza, quien es calvo, viejo, tímido y usa unos lentecitos con montura de oro. En medio de un gran silencio el señor Iturriza se inclina ante el público, hace una contorsión, se vuelve de espaldas. La segunda contorsión la despliega, asume una forma extraña, y luego viene la tercera, la cuarta, la quinta contorsión, la apertura del pliegue longitudinal, y la vuelta del conjunto. La sexta y la séptima contorsiones son apenas visibles, pero definitivas, la gente va a aplaudir pero no aplaude, en el proscenio el señor Iturriza deshace su último pliegue y se transforma en una límpida, solitaria, gran hoja cuadrada de papel en blanco.

El árbol

El Maestro pudo escapar antes que yo de la prisión: dejándome un mensaje cifrado en hexágonos, me dio cita en la Isla donde deberíamos reunirnos para hacer arraigar la Utopía. Debí tronchar la vida de un guardia y hacer caer por tierra a otro para escapar. Asumiendo diversas identidades y oficios, pasé tres décadas acercándome a la Isla. Los contrabandistas a quienes pagué por llevarme a ella despreciaron venderme como esclavo. En la Isla desolada encontré sólo un árbol extraño, en cuya corteza estaba grabado un mensaje en jeroglíficos hexagonales, por los cuales lentamente escurría la savia.

 “Comencé —decía el mensaje— el primer surco para plantar el Palacio perfecto cuyo fruto sería la Utopía, hasta que me di cuenta de que era posible extraer alimento directamente de la luz del sol, por lo que sería abominación impedirle el paso con techumbres.

 “Cavé solitario los ramales del Gran Acueducto que debía llevar el agua hacía las cisternas —hasta que descubrí que el agua está siempre bajo la tierra que pisamos, y que es locura sangrarla, y llevarla de un encierro a otro creando ríos artificiales.

 “Una vez que esta convicción germinó en mi mente, maduró también la de que eran inútiles los perfectos caminos ramificados en canales, puentes y túneles que habíamos proyectado para trasladarnos de un sitio a otro de nuestra ciudad a velocidades insoportables. No hay necesidad de trasladarse cuando se está bien plantado donde se nace; cuando sólo se nace si se está bien plantado.

 “Enseguida me dediqué a cultivar los planes de los gineceos y las cámaras nupciales para las fecundaciones de las parejas y las sutiles oposiciones de sus pasiones, sus repulsiones y sus deseos —hasta que sentí caer en tierra abonada la idea de que es locura separar cada sexo en un cuerpo distinto; y el remedio contra tal desdicha es juntar ambos sexos en el mismo cuerpo, y encargar del comercio entre ellos al viento, o a mensajeros ignorantes que convierten en miel la exacerbación visible de nuestra lascivia.

 “De allí, todavía pensé en la labranza perfecta de las escuelas para injertar las leyes y la firmeza de carácter en los jóvenes retoños —pero qué academias serían necesarias para niños que podrían alimentarse abriendo los brazos al sol y plantando los talones en tierra; que podrían fecundarse exponiendo sus sexos al viento y multiplicarse lanzando al azar sus semillas.

 “Emprendí la redacción de la intrincada espesura de las leyes, pero a estas alturas ya sabía que toda conducta engendra la confusión y el yerro, y que el mejor acto es crecer sin tener acto ninguno, ni para perseguir el mal, ni para escapar de él.

 “He desgarrado mi corteza y desangrado mi savia para comunicarte mi destino, pero sabe que desde ahora renuncio a toda otra comunicación, porque todo destino perfecto es incomunicable.

El manuscrito terminaba en borrosos tachones de savia. El Maestro se burlaba de mí, o enloqueció antes de ahogarse. He derrumbado a hachazos el árbol solitario que dominaba la Isla. Toda su madera muerta no basta para construir un esquife con el que pudiera escaparme. El mar es como mi dolor, inagotable.

Maximanual del Minicuento, por Luis Britto García.