ESPÍRITU AVENTURERO
Conocí todas las selvas, los desiertos y los hielos de la Tierra. Solo, en el fondo de la caverna más profunda, vi las flores que mueren cuando se las ilumina y oí el lento gorgoteo de los líquidos invisibles, la continua digestión del mundo.
Ni los monstruos de las fosas abisales, ni los seres gelatinosos y transparentes de los planetas cercanos me son extraños. Estaba en la plenitud de mis fuerzas cuando agoté el espacio posible para la aventura. Entonces conocí el aburrimiento, la desesperación de haberlo visto todo.
Por eso me lancé a navegar en el mar del tiempo. Vi a Sodoma hundirse entre nubes de azufre y quemarse la biblioteca de Alejandría, vi a un hombre que inauguraba el fuego cuando los glaciares demolían el paisaje. Había notado que, casi insensiblemente, las cosas ocurrían cada vez con mayor lentitud, pero al principio no le di importancia. Primero la barba no me crecía, luego el áspid no terminaba de picar a Cleopatra, después podía seguir el recorrido del relámpago como había seguido en mi casa el crecimiento de un ciruelo.
Ahora estoy atrapado en el vértice del remolino: en el puro tiempo. Es terrible para un espíritu como el mío, este estado en que nada puede ocurrir: ni mi fuga, ni mi muerte.
SALMÓNIDOS
Es universalmente reconocido que los salmones concurren a desovar al lugar donde nacieron. Para ello recorren enormes distancias en el mar y luego remontan el río hasta la naciente. Allí depositan sus huevos, en el mismo sitio donde sus padres depositaron los suyos; y también sus abuelos. Me gusta pensar que hay un único lugar en el mundo, bajo las aguas de un río que no conozco, hacia donde concurren todos los salmones de la Tierra en la época de la procreación. Allí Dios depositó el huevo del primer salmón.
TRIÁNGULO CRIMINAL
Vayamos por partes, comisario: de los tres que estábamos en el boliche, usted, yo y el «occiso», como gusta llamarlo -todos muy borrachos, para qué lo vamos a negar- yo no soy el que escapó con el cuchillo chorreando sangre. Mi puñal está limpito como puede apreciar; y además estoy aquí sin que nadie haya tenido que traerme, ya que nunca me fui. El que huyó fue el «occiso» que, por la forma como corría, de muerto tiene bien poco. Y como él está vivo, queda claro que yo no lo maté. Al revés, si me atengo al ardor que siento aquí abajo, fue él quien me mató. Ahora bien, puesto que usted me está interrogando y yo, muerto como estoy, puedo responderle, tendrá que reconocer que el «occiso» no sólo me mató a mí, también lo mató a usted.
PESCANDO
Lo veía allá abajo empequeñeciéndose por la distancia. Agitaba los brazos como una marioneta en medio de un enjambre de puntos blancos y su gorra boyaba lejos, solitaria. Después la imagen empezó a nublarse, ya casi no lo veo. Trato de hacer memoria. Estábamos en la escollera, él había intentado proteger sus sardinas de las gaviotas; recuerdo un revuelo de alas blancas alrededor de la cabeza y, confusamente, el aleteo violento que le castigó la cara cuando un picotazo certero nos separó. Y a él que se quedaba allí, hueco, debatiéndose. Y yo que me iba -que me voy- cautivo, por el aire cada vez más seco, mirándolo.
TELEQUINESIA
-Habrá que creer o reventar- le dijo el hombre que salía de la habitación cuando él entraba.
El terminó de entrar. La mujer esperó que se sentara, cerró los ojos y, con voz cavernosa, llamó a la mesa provenzal que estaba en el primer piso. Moviendo ágilmente las patas, como un perfecto cuadrúpedo amaestrado, la mesa bajó por la escalera.
-Esto es increíble- exclamó él. Y, antes de que pudiera explicarse mejor, reventó.
EL POZO
Hacía tres minutos que cavaba en la arena cuando el pozo le tragó la palita. Desconcertado, el chico miró a la madre. La mujer lo vio hundirse, corrió, alcanzó a tomarle las manos aterrada, y se hundió con él. Los otros bañistas aún no habían reaccionado y el pozo ya devoraba una sombrilla. Se miraron con estupor, vieron que ellos mismos convergían hacia allí, y por un instinto soterrado desde siempre que se acababa de revelar, intuyeron que no podían salvarse. Era tan natural como el ocaso: el mundo se revertía. Muchos trataron de huir, despacio, con la misma aprensión sin esperanza de los animales que buscan esconderse de la tormenta. Pero la arena se deslizaba más rápido y todos terminaron cayendo mansamente. A su turno, se derrumbaron en el pozo casas, ciudades, montañas. Del mismo modo que la mano invisible da vuelta la manga de una camisa, una fuerza poderosa arrastraba hacia adentro la piel del mundo poniéndolo del revés. Y cuando los últimos retazos desflecados de mares y tierras fueron engullidos, el pozo se consumió a sí mismo. No dejó siquiera un hueco fugaz en el espacio, tan sólo quedó el vacío, homogéneo y silencioso, la inapelable evidencia de que el mundo había sido el revés de la nada.
PERPLEJIDAD
La cierva pasta con sus crías. El león se arroja sobre la cierva, que logra huir. El cazador sorprende al león y a la cierva en su carrera y prepara el fusil. Piensa: si mato al león tendré un buen trofeo, pero si mato a la cierva tendré trofeo y podré comerme su exquisita pata a la cazadora.
De golpe, algo ha sobrecogido a la cierva. Piensa: si el león no me alcanza ¿volverá y se comerá a mis hijos? Precisamente el león está pensando: ¿para qué me canso con la madre cuando, sin ningún esfuerzo, podría comerme a las crías?.
Cierva, león y cazador se han detenido simultáneamente. Desconcertados, se miran. No saben que, por una coincidencia sumamente improbable, participan de un instante de perplejidad universal. Peces suspendidos a media agua, aves quietas como colgadas del cielo, todo ser animado que habita sobre la Tierra duda sin atinar a hacer un movimiento.
Es el único, brevísimo hueco que se ha producido en la historia del mundo. Con el disparo del cazador se reanuda la vida.
Estos microcuentos pertenecen a Las aguas madres, 1994.
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Raúl Brasca
Autor de cuentos, microficciones y ensayos. En 1989 fundó, con otros cuatro escritores, la revista Maniático Textual que estuvo en quioscos y librerías hasta 1994. Compiló doce antologías, diez de ellas de microficciones, algunas en colaboración con Luis Chitarroni. Su obra ficcional y ensayística fue publicada en antologías, revistas y suplementos literarios de Argentina, Alemania, Brasil, Colombia, España, Honduras, Italia, México, Perú, Portugal, Serbia, Suiza, USA y Venezuela. En el país recibió, entre otros, los premios del Fondo Nacional de las Artes y de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. La Universidad de Carabobo (Venezuela) le confirió la Orden de Alejo Zuluoga. Fue ponente y conferencista en congresos internacionales, ha dictado clases magistrales, talleres y seminarios en varias universidades europeas y americanas y se desempeñó como jurado en certámenes literarios nacionales e internacionales. Colabora con bibliográficas en ADN, revista de cultura del diario La Nación.
Publicaciones:
Raúl Brasca – Antología Personal, microficciones, cuentos y ensayos. Desde la Gente, Buenos Aires, 2010
A buen entendedor, microficciones propias, Cuadernos del Vigía, Granada, 2010
4 Voces de la microficción argentina 1, antología de microficciones de Ildiko Valeria Nassr, Roberto Perinelli, Juan Romagnoli y Orlando Romano, Desde la Gente, Buenos Aires, 2009.
La pluma y el bisturí – Actas del 1er Encuentro Nacional de Microficción, Catálogos, Buenos Aires, 2008.(En colaboración con Luisa Valenzuela y Sandra Bianchi)
Comitivas invisibles – Cuentos breves de fantasmas, antología de microficciones, Desde la Gente, Buenos Aires, 2008, (En colababoración con Luis Chitarroni).
La flor del día – Trofeos de la lectura, antología de microficciones, Desde la Gente, Buenos Aires, 2007. (En colaboración con Luis Chitarroni)
Todo tiempo futuro fue peor, microficciones propias, Mondadori – Sudamericana, Buenos Aires, 2007.
L’edonista e altri racconti, cuentos propios, Falzea Editore, Reggio, Italia, 2006.
Nosotras, vosotras y ellas, antologia de microficciones sobre la mujer, Ed. Desde la Gente, Buenos Aires, 2006.
De mil amores, antología de microficciones sobre el amor, Thule Ediciones, Barcelona, 2005.
Últimos juegos, cuentos propios, Ed. Páginas de Espuma, Madrid, 2005.
Humores que matan, antología de humor, Ed Desde la Gente, Buenos Aires, 2005. (En colaboración con Luis Chitarroni)
Todo tiempo futuro fue peor, Microficciones propias, Thule Ediciones, Barcelona, 2004.
Textículos bestiales – Cuentos breves de animales reales e imaginarios, antología, Ed. Desde la Gente, Buenos Aires, 2004. (En colaboración con Luis Chitarroni)
Dos veces bueno 3 – Cuentos brevísimos de América y España, antología, Ed. Desde la Gente, Buenos Aires, 2002.
Antología del cuento breve y oculto, minificciones, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2001. (En colaboración con Luis Chitarroni)
La hora de todos – Relatos de fines de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, antología, Ed. Desde la Gente, Buenos Aires, 2000. (En colaboración con Luis Chitarroni)
Dos veces bueno 2 – Más cuentos brevísimos latinoamericanos, antología, Ed Desde la Gente, Buenos Aires, 1997.
Dos veces bueno – Cuentos brevísimos latinoamericanos, antología, Ed. Desde la Gente, Buenos Aires, 1996.
2da. edición, abril de 2002.
Las aguas madres, cuentos propios, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1994.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…