"Enamorado" y otras fugacidades

ENAMORADO

La besó con extrema precaución, pues las mariposas estaban por escapárseles de la boca.

CALLE PORTEÑA

La calle Errázuriz reposaba fría esa noche. El invierno porteño ahuyentaba a los bohemios que brillaban por su ausencia y opacaban los llamativos bares. En la cuadra sólo caminaban dos sombras opuestas, que despistadamente chocaron sus cuerpos. La cabeza del muchacho estrelló el estómago de ella, quien no pudo equilibrarse por culpa de sus estrafalarios tacos. La mujer lo recriminó por ir mirando hacia abajo, él le reprochó el no esquivarlo.  ¿Ya te vas?- Preguntó ella. “No, todavía no puedo volver a la casa, me faltan mil quinientos pesos, si no…no puedo entrar”. Estamos en la misma- reclamó la mujer. “Me falta encontrar un par de clientes, si no…tampoco puedo volver”. Suerte- dijo él. Igual- contestó resignada, mientras le acariciaba la cabeza. Hacia un lado, siguió ella con su escote y mini en busca de alguno, hacia el otro, siguió él para hacerle “dele, dele…” a un auto que se estacionaba en la Piedra Feliz.

 

CESANTÍA

Cansado de golpear puertas, se tiró por la ventana.

 

CUMPLEAÑOS

“Papito, hoy cumplí éstos (abriendo toda la palma de su mano). Sé que hace éstos (levantando el dedo meñique, índice y anular)  que no te veo, pero igual te regalo ésta (lanzando una flor)”. “Listo”, le dijo a su madre. Caminaron de la mano hasta la salida del cementerio. En el paradero de la locomoción, la niña preguntó: “¿Por qué si papá está en el cielo, estaba en el suelo?” La mujer contestó: “Cuando seas grande lo entenderás”.

Antes de subir al taxi, la niña miró un edificio y se preguntó si al trepar ahí, sería lo suficientemente grande como para tener la respuesta. Le dio un miedo terrible de caerse y prometió averiguar otra opción.

                                                                                                                                      

SALTO INMORTAL

Llevaba vertiginosas horas mirando la lejana vereda. Un respiro más, el último.

Uno, dos y…, avergonzado, aferró sus pies al piso y arrugó la carta.

 

FAVOR VITAL

“Sea breve, por favor”, dijo el hombre tiritando. “¿Está seguro?”, preguntó por última vez el viejo. “Sí, hágalo ya”, suplicó. “Como usted mande”, dijo antes de dar un respiro hondo, cerrar los ojos y apretar la jeringa hasta el final.

 

 LA CAÍDA

  “…ya va a caer y no se cae, todavía no se cae”, Julio Cortázar.

 

Volaba de acá para allá, zigzagueando. Se meneaba como una danzarina. Se veía tan ligera al compás del viento, que daban ganas de frenar su inminente caída. Poco a poco se fue desplomando. Parecía mirar a sus compañeras que de arriba comenzaban a vivir su inaplazable destino. Llegó el momento fatal. Se golpeó en los hombros con  la calle del centro. Sus manitos intentaron afirmarse, pero no hubo caso, cayó como un plomo. Fue la primera en ceder.  El otoño había comenzado.

 

AVISO DE UTILIDAD PRIVADA

“For sale: Baby shoes, never worn”, Ernest Hemingway.

Vendo fracasos. Remato una mezcla exclusiva de nostalgia y melancolía, importada desde un lugar recóndito. Compro olvido al por mayor. No insista, las lágrimas están agotadas.

 

A LA HORA DE SU MUERTE

Cuando comenzó a tragar su propia sangre, se dio cuenta que aún estaba viva y que ya no le quedaban balas. Tampoco excusas.

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Piera Pallavicini Jiménez

Nació en Santiago, 1984. Es psicóloga y actualmente realiza un magister de especialización en psicoanálisis. Escribe desde los 18 años, época en la que también comenzó a crear en el ámbito musical, desarrollándose como cantautora.

Sus  escritos se han publicado en diversas revistas electrónicas, diarios regionales y programas radiales. “Enamorado” fue finalista en dos concursos de microcuentos en España, por lo que aparece en las antologías “Literatura Hiperbreve IV, 2007” y “Literatura comprimida, 2008”.  “La Caída” fue publicado en el diario “El Observador” de Viña del Mar, 2007.

Actualmente participa en el taller literario de Lilian Elphick.