Nostalgias y desdenes, novela de Fernando Jerez

Por Miguel de Loyola

La novela Nostalgias y desdenes sumerge al lector en un drama pasional de consecuencias insospechadas. El relato llega al lector a través del clásico narrador protagonista tan propio en la novela actual para develar los entretelones de su yo y su circunstancia.

Martín cuenta la historia de su relación amorosa con Katie, siguiendo un decurso lineal respecto al desarrollo de los acontecimientos vividos en un pasado inmediato. Los primeros capítulos son notables por el tono literario alcanzado a nivel discursivo en el detalle de impresiones y sentimientos del personaje referidos a dicha relación, a la añoranza implícita en toda conciencia a la hora del recuerdo. Denota oficio, pericia, y sensibilidad para conectar el interés del lector con el mundo novelado. Luego, tras la precipitación de los acontecimientos, la narración irá decantando poco a poco.

El rescate de la obra literaria de un autor chileno exiliado durante la dictadura e ignorado por la crítica nacional y admirado por el narrador, la denuncia de los oscuros orígenes del patrimonio de un reconocido empresario líder en el sistema económico actual del país, sumada a la inesperada contratación del propio Martín como escritor fantasma para escribir la vida de dicho empresario, conforman las cuerdas restantes de esta sinfonía de Fernando Jerez, publicada por Simplemente Editores. Sin embargo, pese al esfuerzo del narrador por cautivar también el interés del lector en estas líneas argumentales, la relación amorosa y las singulares características de Katie concentran el mayor foco de interés narrativo. Recuerdan la novela Travesuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa. La correspondencia entre ambas heroínas se hace por momentos inevitable, dada la genial ambigüedad de ambas. Esa ambigüedad le confiere a Katie la categoría de personaje literario, perfectamente creíble y estimable por toda su magnitud no revelada, capaz de pervivir en el imaginario del lector, gracias a todo eso que va quedando oculto entre las sombras. Prevalece el fantasma de su figura efímera, aunque aparentemente abordada por el narrador con la intención de acotarla hasta en sus más nimios detalles. Ella se convierte en el prototipo de una época real y concreta. Chile, década de los ´80. Sus jeans ajustados y sus falditas bordadas marcan la nota de rebeldía en medio de una sociedad vigilada por la rigidez moral de la dictadura imperante. Su enigmático deambular por la ciudad luciendo dichas prendas, consiguen capturar la empatía total del lector. La profundidad del recuerdo amoroso dan vida eterna al personaje.

Con la creación de este personaje, Fernando Jerez consigue el retrato de época buscado en la mayoría de sus novelas, a modo de hacer historia, quizá, a modo de atrapar tiempo y espacio en medio de su infinitud, a modo de fijar un momento de la efímera existencia, como suele ser el ideal de todo creador. No lo sabemos, pero es un motivo recurrente en sus novelas que se viene repitiendo desde sus primeras creaciones. Recordemos, por nombrar algunas, El miedo es un negocio, novela esencial donde perfila personajes propios de la década de los 70, como aquel clásico momio Pepepato, por usar una terminología apropiada también con aquella época.  En Un día con su excelencia retrata genio y figura del dictador, en El himno nacional, recoge voces y figuras del sentir social chileno hacia los finales de la dictadura. Su inolvidable personaje Puñete Rabioso, encarna el prototipo de hombre capaz de ejercer la tortura racional ordenada por sus superiores.

Otra de sus características es el interés, mediante el recurso del contrapunto, por denunciar las desigualdades económicas existentes. Así,  en  Nostalgias y desdenes, se superponen también dichos planos, y el narrador, o sus personajes, se mueven por ambientes variopintos y describen cuestionando la holganza de la vida de unos, y la precariedad material de otros; siguiendo así la tradición de un Joaquín Edwards Bello, Baldomero Lillo, Manuel Rojas, Oscar Castro, Gonzalo Drago, en su corte más social y crítico para cuestionar las injusticias sociales de todos los tiempos. La narrativa de Fernando Jerez remite y encarna el sentir y el pensar de un país palpitante y concreto: Chile.