Ernesto Cardenal y el compromiso de la poesía

Por Óscar Hahn

El poeta nicaragüense recibirá mañana en La Moneda el Premio Pablo Neruda de manos de la Presidenta Bachelet. Óscar Hahn, uno de los jurados de este certamen internacional y autor del prólogo de Antología esencial (Lom), hace aquí un repaso de la obra de Cardenal. 

Si uno tomara Azul o Prosas profanas , de Rubén Darío, y los comparara con los libros de Ernesto Cardenal, advertiría de inmediato que la poética de este último se sitúa en las antípodas de su compatriota. Al lenguaje lujoso de Darío, Cardenal opone la expresión coloquial; a las rimas musicales, la palabra en sordina; a los temas exóticos, los temas americanos; a la neutralidad política, el compromiso social. Es como si Cardenal le hubiera dicho a Darío: «Maestro, cuénteme qué ha hecho usted, para hacer lo contrario». Porque la función del poeta es análoga a la de los profetas y cronistas antiguos, dice él, y «non debe el cronista dejar facer su oficio».

«Epigramas», un clásico

Creo no equivocarme si afirmo que Ernesto Cardenal es uno de los poetas hispanoamericanos que han empleado de manera más eficaz la técnica de la intertextualidad, que consiste en intervenir y actualizar textos preexistentes, para crear un nuevo discurso. Un buen ejemplo de este procedimiento es su poema «Apocalipsis», en el que reescribe el texto bíblico de San Juan. La diferencia es que, en el «Apocalipsis» de Cardenal, la destrucción del mundo tiene una causa precisa: la guerra nuclear. En Epigramas , el presente también es configurado por la tradición. Sus modelos son los poetas latinos Catulo, Marcial y Propercio. Sobre esa base genérica escribe una serie de poemas de amor, breves y sarcásticos, que ya han alcanzado la categoría de clásicos, como el epigrama que empieza: «Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido». Igualmente encomiable es el trabajo intertextual que realiza con los salmos del Antiguo Testamento, transformándolos en poesía de protesta.

En este punto cabría preguntarse, ¿cómo es que este poeta, que se enamoró de muchachas muy reales: Claudia, Myriam, Iliana, decide abandonar el amor romántico y reorientar su sentimiento? En una entrevista de 2004 sostiene que, desgraciadamente, el amor y la belleza terrenal son efímeros. Y añade: «Dios se me reveló como Belleza, la Belleza infinita, y sencillamente me enamoré de Dios. Eso es igual, dice, que enamorarse de un ser humano: el objeto es distinto, pero la experiencia del amor es la misma». A esa nueva experiencia dedicará Cardenal el resto de sus días, ingresando como sacerdote en la orden de los trapenses. Pero Cardenal no es un religioso más, sino, «un místico comprometido», como lo llamó José Miguel Oviedo. Es natural entonces que se integrara al movimiento llamado Teología de la Liberación, que defiende «la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción preferencial por los pobres».

Octavio Paz, un poeta de convicciones estéticas y políticas muy distintas a las de Cardenal, escribió palabras que, sin embargo, el nicaragüense podría suscribir. Dice en El arco y la lira : «La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar el mundo; la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior». Cardenal agregaría que esa libertad interna del sujeto debe proyectarse en la realidad exterior, que es el campo en el cual se manifiestan los conflictos sociales.

Surge así la poética bautizada por él con el nombre de «exteriorismo». Según Cardenal, «la poesía exteriorista expresa las ideas o los sentimientos con imágenes reales del mundo exterior», incluyendo «todos los elementos que antes se consideraban privativos de la prosa».Y predica con el ejemplo, porque en su poesía no sólo el ritmo de los versos es cercano a la prosa, sino también la narratividad, las descripciones y los parlamentos intercalados. Esto se observa sobre todo en los poemas que podríamos llamar «históricos», como «La gesta de Sandino», «Canto Nacional» o «Las Casas ante el Rey».

Revolución y Vida Eterna

Regidos por la poética del exteriorismo y por las ideas políticas de Cardenal se han gestado algunos de los libros más significativos de la poesía hispanoamericana del siglo XX: Hora Cero , Epigramas , Salmos , Oración por Marilyn Monroe , El estrecho dudoso y Homenaje a los indios americanos , entre otros. Cardenal ha seguido explorando nuevos temas y nuevas posibilidades para la palabra poética. En 1992 nos sorprendió con el extenso poema Canto cósmico , dividido en cantigas, a la manera medieval, pero en el que introduce conceptos científicos, tecnológicos y matemáticos modernos, para darnos una visión totalizadora del origen, estructura y destino del universo. Al año siguiente aparece El telescopio en la noche oscura , un poema de amor a Dios que plantea un concepto muy singular de la sexualidad y que se ofrece como una relectura de San Juan de la Cruz.

Paulatinamente se ha ido dibujando un tipo de poeta que combina las enseñanzas del cristianismo y del marxismo y que es movido por una doble fe: en la Revolución terrenal y en la Vida Eterna. «Se puede ser marxista sin ser ateo», dice Cardenal. En su pensamiento, la Vida Eterna es anticipada también en la existencia diaria, por la presencia de Dios en las cosas del mundo, en una especie de neopanteísmo que incorpora en su ámbito incluso a los productos de la tecnología y de la sociedad de consumo. La comunidad sin clases y sin propiedad privada es vislumbrada por Ernesto Cardenal, no como un paraíso perdido, sino como un edén no encontrado, pero alcanzable primero en la Tierra.

 

En: Revista de Libros de El Mercurio.