Secretos menores y non tanto

Secretos menores y non tanto, microcuentos de Susana Sánchez, Ed. Asterión, 2009, 57 pp.

Dos vertientes surgen nítidas a partir de la lectura de las minificciones de Susana Sánchez: una afincada en una amplia gama de inteligentes estrategias destinadas a lograr las sonrisas, o mejor aún las carcajadas del lector, y otra que se forja en una suerte de interregno entre lo mitológico-fantástico y la religiosidad, dominado por el eje central del tarot. En ambas vertientes la autora despliega las armas del lenguaje, poniéndolas al servicio de sus  propósitos narrativos.

Siempre he sido un agradecido del humor en la literatura, sea éste de la clase que sea: irónico, sarcástico, satírico, ingenuo, complejo (como el de los ingleses), desatado como nos gusta a los latinos, vital, o negro, tal vez éste último un regalón consentido. Susana Sánchez combina con artes mágicas una variedad amplia de estos humores –como si fuese un caldero donde ella va añadiendo sus pócimas literarias para encantar a los lectores.

Para nada significa que esta meditada utilización del humor pueda interpretarse como falta de seriedad o profundidad, como podría pretender alguno de aquellos especímenes que anda a la caza de “espesores”, entendidos como ladrillos intelectuales capaces de aplastar y reducir a papilla el cerebro más ilustrado.  Las minificciones humorísticas de la autora pueden leerse -por un lector distraído- como meras anécdotas graciosas, pero la verdad es que bajo su divertida superficie subyacen agudas sátiras de nuestro entorno. Mas debe destacarse que la historia desata sus efectos humorísticos con gran efectividad –un arte por cierto difícil de encontrar, por eso se agradece- pero deja activadas bombas de profundidad cuyo estallido retardado llevará al lector sensible inevitablemente  hacia interesantes reflexiones.

La fantasía –aquella segunda veta de la autora del libro- nos lleva por otros derroteros: los de la imaginación, los sueños, el imaginario religioso y el mitológico. Aquí las cartas del Tarot constituyen la columna vertebral de la serie de los Arcanos, sin que domine el esoterismo, sino la fantasía y la imaginación. En esta parte del libro, los mortales estamos sometidos a la voluntad de los poderes celestiales omnímodos; el destino se juega sobre una mesa de azar, en la forma de cartas cargadas de misterios.

No obstante, entre las dos vertientes mencionadas, se encuentra un denominador común: la preocupación central por el ser humano, que como sabemos contiene en sí mismo todo: amor y odio, belleza y horror, mezquindad y altruismo, felicidad y sufrimiento, miseria y fortuna, soberbia y humildad. Una sucesión innumerable de oposiciones dialécticas determinada por el sino de los arcanos.

Diego Muñoz Valenzuela